Universal
En el magn¨ªfico preg¨®n taurino del d¨ªa 20, Carlos Fuentes dej¨® en Sevilla el mismo tropel de emociones que ¨¦l atribuy¨® a Manolete cuando lleg¨® a Mexico: "con un alarido como del oc¨¦ano que separa a ambos continentes". No exagero: aqu¨ª nadie vendi¨® su coche ni empe?¨® el colch¨®n para poder o¨ªrle, pero hubo quien llor¨®, quien se encerr¨® toda la tarde para rumiar sus palabras, quien le adjetivaba como poli¨¦drico, y la ovaci¨®n que recibi¨® cabalgaba sobre el oc¨¦ano de los sentidos.
Present¨® la figura de Manolete como escapada de un cuadro del Greco, espiritual, masculino, er¨®tico, con la cabeza en el cielo y los pies clavados en la arena baj¨¢ndonos ese cielo a la tierra. Su heterodoxia o su herej¨ªa le serv¨ªa para cumplir el deseo de parar el coraz¨®n a quienes le ve¨ªan torear.
Defendi¨® la corrida de toros como heroica y tr¨¢gica. Fiesta, rito y representaci¨®n que nos salva del olvido de la tensi¨®n entre el hombre y la naturaleza; esa naturaleza con amor materno que puede absorbernos y que tambi¨¦n podemos dominar, a la que herimos para sobrevivir y que nos puede sofocar con un abrazo mortal. Es el eterno dilema: separarnos de ella como nos sugiere la civilizaci¨®n o sucumbir a su abrazo. La corrida de toros es rito o respuesta humana del cosmos devolviendo a la natura lo que nos ha dado; fiesta que dota de orgullo a la naturaleza, al toro y al torero.
Hombre y naturaleza, ofrenda y rito son t¨¦rminos inseparables. La fiesta se sabe porque se cree y al rev¨¦s; donde se sabe ganar perdiendo y al rev¨¦s; donde se utiliza la excedencia de energ¨ªa que se podr¨ªa desperdiciar en una guerra. Se trata de una pelea entre iguales que no es lucha de clases sino de castas; un arte ritual, no exento de violencia, que confirma la renovaci¨®n de la vida. Y una frase que me record¨® un amigo: "?Qui¨¦n soy yo? Yo soy t¨²". Es decir, yo no soy nadie sin adversario, sin alguien que te aprecie o que te escuche.
Merecer¨ªa la pena leer el discurso completo. Aunque hay que decir que hubo quien sali¨® descontento porque hab¨ªa hablado poco sobre Sevilla. Con varias conferencias como ¨¦sta podr¨ªamos olvidarnos un poco de nuestra mezquindad y llegar a ser universales.
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