Gritos y moh¨ªnes
El toledano Francisco de Rojas pasa por ser el inventor del figur¨®n, personaje rid¨ªculo, presuntuoso, caricaturesco, hiperb¨®lico; en realidad, aparece antes, pero Rojas lo multiplica en algunas de sus obras c¨®micas: se ha hablado de figur¨®n m¨²ltiple. La direcci¨®n de Abre el ojo por Francisco Plaza lo exagera, con gran agrado del p¨²blico (cito el estreno del d¨ªa 26), que r¨ªe continuamente. Los personajes se retuercen, se tiran al suelo; las damas hacen moh¨ªnes, los caballeros dan gritos desde que se alza el tel¨®n. Est¨¢, si se quiere, bien gritada: pero gritada.
El problema que se le plantea siempre al espectador profesional, como yo, ante una obra que conoce suficientemente, es el de enfrentarse con una direcci¨®n distinta de la que imagin¨® cuando era lector. Debe ser algo injusto. Para m¨ª, esta obra de un autor tan poco representado (aunque la hizo el Centro Dram¨¢tico Nacional hace m¨¢s de veinte a?os) corresponde m¨¢s bien a la reacci¨®n del autor cuando lleg¨® a Madrid y se encontr¨® en una corte c¨ªnica donde el honor, la honestidad, la verdad, el juego limpio, eran mentiras casi absolutas. Era amigo de Calder¨®n, y probablemente las comedias ligeras de Calder¨®n ten¨ªan ese mismo conocimiento, a¨²n contrapuesto a sus dramas de honor tan cerrados; debieron charlar mucho en la casa de la calle Mayor. Sobre esto, el tragediante Rojas Zorrilla (el de una terrible Numancia) compuso obras con lo que hoy llamamos humor por encima de la comicidad. Llev¨® m¨¢s all¨¢ que ninguno lo que ahora son vodeviles; puertas, escondrijos, alacenas, capas, sombras en las que esconderse los amantes.
Abre el ojo
De Francisco de Rojas Zorrilla. Versi¨®n: Emilio del Valle. Escenograf¨ªa e iluminaci¨®n: Francisco Leal. Vestuario: Pedro Moreno. Int¨¦rpretes: Crist¨®bal Su¨¢rez, ?ngeles Mart¨ªn, Chema de Miguel, Jos¨¦ Pedro Carri¨®n, Carolina Solas, Jorge Mu?oz, Amparo Mar¨ªn, Rosa Herrera, Paco Pepe Mart¨ªnez y Chete Guzm¨¢n. Direcci¨®n: Francisco Plaza. Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico. Teatro Pav¨®n. Madrid.
Amantes, sin duda, con toda la sexualidad del t¨¦rmino, aunque no lleg¨® a abrir su comedia con un hombre y una mujer desnudos en la cama, como en esta escenificaci¨®n, y a partir de ello enredar a todas las mujeres con todos los hombres. Aun respetando el triunfo inevitable de la monogamia: hay cuatro mujeres y cuatro hombres, y al final se emparejan de una manera relativamente decente: no sabemos lo que pasar¨ªa si la comedia continuase durante horas y horas.
No hay aqu¨ª matrimonio colectivo, como en otras comedias de enredo y amores cruzados, sino, repito, emparejamiento. Por eso, para m¨ª, la comedia, aparte de su figur¨®n caracter¨ªstico, podr¨ªa tener un desarrollo menos abultado. Pero eso es una apreciaci¨®n m¨ªa, y ser¨ªa injusto decirle al autor del montaje que por qu¨¦ no la hace de esa manera, si ¨¦l prefiere los retorcimientos de zaragata de circo y las voces chillonas, si le hace mucha gracia alargar una escena de espadas cruzadas, en lugar de explicar con finura que Madrid era una corte de mujeres casquivanas y galanes lujuriosos, y la caballerosidad no existi¨® nunca.
Repito que el p¨²blico del estreno no s¨®lo ri¨® durante la representaci¨®n, haciendo lo que se le requer¨ªa, sino que ovacion¨® al final. Me gustaron especialmente Jos¨¦ Pedro Carri¨®n, que es el verdadero figur¨®n de la obra, ?ngeles Mart¨ªn y Chema de Miguel, que, aun teniendo a cargo el gracioso de la obra, parece m¨¢s contenido que los dem¨¢s, y va un poco -poqu¨ªsimo- hacia el Arlequ¨ªn de la Commedia dell'arte en que parece inspirado este montaje.
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