Un ataque con granadas hiere a 7 soldados de EE UU en un basti¨®n sun¨ª de Irak
Las tropas negocian con l¨ªderes tribales de Faluga para rebajar la tensi¨®n en la ciudad
Los carteles en el Ayuntamiento de Faluga, la ciudad iraqu¨ª donde han muerto 15 personas en dos d¨ªas por disparos de soldados estadounidenses, no dejan lugar a dudas: "Los hombres pueden ser destruidos, pero no doblegados", "USA, fuera de nuestro pa¨ªs", "Tarde o temprano os echaremos, asesinos de iraqu¨ªes". Pegado al edificio municipal se encuentra el cuartel de los soldados de EE UU, un aut¨¦ntico Fort Apache rodeado de alambradas que en la noche del mi¨¦rcoles fue atacado con granadas. Siete soldados resultaron heridos, seis de ellos de gravedad.
La situaci¨®n en esta localidad a 80 kil¨®metros al oeste de Bagdad, en la carretera que une la capital iraqu¨ª con Amm¨¢n, parec¨ªa ayer tranquila a pesar del incidente nocturno. En la calle principal, las palabras hacia los ocupantes no eran de bienvenida. "En los controles registran a nuestras mujeres y de noche se dedican a mirar en las casas", se?alaba Nima, un comerciante de 30 a?os. No se trata de una broma: los soldados estadounidenses reconocen que hay un verdadero choque
cultural, ya que muchos habitantes de Faluga creen que con los visores nocturnos puede verse a trav¨¦s de los muros y de la ropa. Ocho hombres consultados en la calle, donde circulan muy pocas mujeres, confirmaron estos temores.
Las dos partes -los l¨ªderes locales y los soldados estadounidenses- han negociado y, aunque nadie quiere reconocerlo, todo indica que han alcanzado alg¨²n tipo de acuerdo. Aunque los helic¨®pteros artillados Apache volaban a baja altura constantemente, ayer no hab¨ªa controles en la entrada del pueblo ni tropas patrullando. Las calles, los comercios y los caf¨¦s estaban llenos. Los efectivos de la 82? Divisi¨®n Aerotransportada, que el lunes y el mi¨¦rcoles dieron muerte a 15 personas, seis de ellas ni?os, al abrir fuego contra sendas manifestaciones, estaban siendo reemplazados por soldados de la 3? Divisi¨®n de Infanter¨ªa. "El cambio estaba previsto hace tiempo", insisti¨® el capit¨¢n de la 82? Divisi¨®n, Frank Rosenblett, sin haber sido preguntado sobre el motivo de la sustituci¨®n. "El alcalde se ha reunido con los l¨ªderes tribales. Ambas partes compartimos el mismo objetivo: que la ciudad sea segura. Sabemos que el 80% de los habitantes quiere a nuestras tropas aqu¨ª. S¨®lo hay un 20% que no", agreg¨® el capit¨¢n. Sobre el problema de los visores, Rosenblett dijo: "Es una cuesti¨®n de confianza. Tenemos que convencerlos de que estos visores no son para mirar a las mujeres, sino que los necesitamos para defendernos de noche. El ataque con granadas es una prueba de ello".
Jalaf Aberd Chilib es un respetado l¨ªder de la localidad, situada en una zona tribal sun¨ª que tuvo problemas con Sadam Husein. Vestido de blanco, tocado con el pa?uelo tradicional y una capa, Chilib afirma en la puerta del Ayuntamiento: "?sta es una ciudad muy conservadora. Sentimos las patrullas de los americanos como una amenaza. Con los prism¨¢ticos miran a las mujeres y a las familias. La tradici¨®n y la ley isl¨¢mica, que son muy importantes para nosotros, lo proh¨ªben". Tanto Chilib como el alcalde de la ciudad, Taha Bibaywi Hameed, recuerdan que Faluga se rindi¨® sin combatir con una condici¨®n: que los estadounidenses se quedasen en las afueras de la ciudad y que s¨®lo entrasen en caso de problemas. Sobre lo ocurrido en las manifestaciones hay tres versiones. El capit¨¢n Rosenblett dice que sus soldados s¨®lo tienen ¨®rdenes de disparar cuando son atacados y que un grupo de personas se parapet¨® tras los manifestantes para abrir fuego contra ellos. "Fuimos atacados y tuvimos que responder", dice. El l¨ªder tribal asegura que fue una marcha pac¨ªfica y que la respuesta fue desproporcionada. El alcalde habla de "matanza", aunque reconoce que "hubo disparos al aire desde el final de la marcha".
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