Nunca es tarde si la dicha etc¨¦tera
Uno. Har¨¢ unos cinco a?os, Paco Mir "descubri¨®" La venganza de don Mendo. "En una librer¨ªa de viejo de Madrid", dijo, como si hubiera permanecido all¨ª, oculta y cubierta de polvo, desde antes de la guerra. Luego le toc¨® el turno a la zarzuela (en el Teatro de la ?dem) con Los sobrinos del capit¨¢n Grant, y, remontando ese r¨ªo, ha llegado a la opereta aut¨®ctona de la mano de Amadeo Vives con La Generala que, por lo visto, su madre le cantaba cuando era peque?ito. L¨¢stima que, tiempo despu¨¦s de que le acunaran con zarzuelas, descubriese que el g¨¦nero se hab¨ªa convertido en algo "caduco y casposo", como dice en el dossier del espect¨¢culo presentado en el Victoria de Barcelona; dossier en el que el actor/director se propone, con sus compa?eros de Tricicle (¨¦l firma la direcci¨®n, ellos la adaptaci¨®n) "devolver a la zarzuela su calidad y comercialidad, debidamente actualizada, dirigida y producida".
A prop¨®sito de la zarzuela La Generala, dirigida por Paco Mir, en el teatro Victoria, de Barcelona
Paco Mir deb¨ªa de estar muy ocupado durante los a?os setenta, cuando Marsillach se empe?¨® en reivindicar y revitalizar el g¨¦nero con dos ¨¦xitos en el Teatro de la Zarzuela (La Gran V¨ªa y La tempranica) que, l¨¢stima, nunca llegaron a Barcelona. Pero hacia 1983, si no recuerdo mal, Maria Aur¨¨lia Capmany ech¨® la casa por la ventana (30 millones "de entonces") para montar en el Liceo Can?¨® d'amor i de guerra, bajo la direcci¨®n de Montany¨¨s. Por esas mismas fechas, Jos¨¦ Luis Alonso retomaba los postulados del primer Tamayo para iniciar, de nuevo en la Zarzuela, la m¨¢s vital y respetuosa recuperaci¨®n que jam¨¢s haya tenido el g¨¦nero en Espa?a: producciones de lujo, dirigidas sin prejuicios (ni historicismo ni "revisionismo") con cantantes solventes y, baza fundamental, actores de primera fila. Desde un estreno absoluto (Gloria y Peluca, de Barbieri) y una Verbena de la Paloma con nada menos que B¨®dalo como Don Hilari¨®n, hasta, con enorme ¨¦xito de p¨²blico y cr¨ªtica, El d¨²o de la Africana y El a?o pasado por agua, ambas con Jos¨¦ Mar¨ªa Pou. Y La revoltosa, en 1987, y una gloriosa Francisquita, la ¨²nica de todo ese conjunto de producciones que se vio en Barcelona, de nuevo en el Liceo.
Pero no hace falta ir tan lejos. En el mism¨ªsimo Teatro Victoria, a finales de los noventa, 16.000 espectadores pasaron por taquilla para aplaudir La del manojo de rosas, interpretada por la compa?¨ªa del Teatro de la Zarzuela, a las ¨®rdenes de Luis Sagi. Sin olvidar los ¨¦xitos de La verbena (en Barcelona y Edimburgo) y El barberillo, de Calixto Bieito, y los montajes de Jes¨²s Castej¨®n, culminados por el triunfo de El ni?o jud¨ªo.
Dos. Pero no todo van a ser collejas para Paco Mir porque, aunque estemos ante una producci¨®n modesta (una orquesta con siete profesores, bajo la direcci¨®n del pianista Pep Pladellorens, responsable de la adaptaci¨®n musical, con Joan Albert Amarg¨®s y Josep Maria Dur¨¢n), la m¨²sica suena con brillo, no hay una nota falsa en la puesta en escena, y el espect¨¢culo, en sus manos, resulta una verdadera delicia. La Generala (1912) es una lev¨ªsima pero chispeante comedia de enredo (gentileza de Perr¨ªn y Palacios) con una partitura en la que Amadeo Vives bebe, a grandes tragos, en la copa de Franz Lehar, casi agotadas ya las fuentes del casticismo. Una opereta breve, "lujosa", con reyes y pr¨ªncipes de un pa¨ªs imaginario, entre Zembla y Libertonia, a la que Mir y sus directores musicales han a?adido pasajes y fragmentos de otras piezas (Katiuska, La duquesa del Tabar¨ªn, Bohemios y el mism¨ªsimo Can Can de Offenbach) para que la funci¨®n se ponga en dos horas.
El gran acierto de Paco Mir ha sido conjugar un reparto "a la antigua usanza" en el mejor sentido del t¨¦rmino, con gracia y malicia y ritmo de gran compa?¨ªa de repertorio, con un precioso vestuario de Anna G¨¹ell y una elegante escenograf¨ªa de Jordi Balbuena. La estrella de la funci¨®n es el Pr¨ªncipe P¨ªo, heredero del trono perdido, felic¨ªsimo en su exilio londinense, a cargo de ese tenorazo que es Antoni Comas, actor-cantante "fetiche" de Carles Santos, presente en sus mejores espect¨¢culos (La Pantera Imperial, Ricardo y Elena, Sama Samaruck) desde Asdr¨²bila, perfecto como gal¨¢n c¨®mico-rom¨¢ntico, divertid¨ªsimo, y con un talento superlativo para la alta comedia. Highlights: "Era yo en la corte no m¨¢s que un esclavo" o "mi dulce sue?o", su d¨²o con la Generala, interpretada por Alicia Ferrer, una soprano con un historial ampl¨ªsimo, que se luce en la pegadiza Canci¨®n del arlequ¨ªn y la Canci¨®n escocesa. La sensaci¨®n de estar viendo una funci¨®n "como las de antes" se refuerza con el trabajo de los secundarios: Cirilo II es Josep Maria Gimeno, que recuerda a un Rafael Alonso con toques grouchescos; Olga (Anna Argem¨ª, protagonista de La bella Helena, har¨¢ un par de a?os) evoca a Guadita Mu?oz Sampedro, brillante en la Canci¨®n de las flores; Clodomiro V es el estupendo bar¨ªtono Xavier Ribera-Vall, que puede con todo lo que le echen, desde el juez l¨²brico de Sweeney hasta el conde G¨¹ell de Gaud¨ª. Y, descubrimiento, una gran pareja c¨®mica: el multimillonario General Tocateca (Abel Garc¨ªa) y su ayudante Guanajato (Antonio del Valle), dos clowns acantinflados e infalibles: si Antoni Comas est¨¢ pidiendo a gritos un gran musical, ellos dos estar¨ªan gloriosos como los g¨¢nsteres de Kiss Me Kate.
P. D. La semana que viene les hablar¨¦ de Made in Argentina (el cl¨¢sico Made in Lan¨²s, de Nelly Fern¨¢ndez Tiscornia), que inicia gira espa?ola en el T¨ªvoli, tras un inmenso ¨¦xito en Buenos Aires, con cuarteto estelar: Victor Laplace, Ana Mar¨ªa Picchio, Hugo Arana y Soledad Silveyra. Y no se pierdan el formidable retorno de ?ngel Pavlovski en Teatreneu con O¨ªd, mortales: dos horas de entrega y de ingenio, a cargo de un monstruo en plen¨ªsimas facultades. ?Y todav¨ªa no he visto El libertino de la Abad¨ªa!
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