Enamorados de El Ca?o
Hasta los entrenadores de coraz¨®n m¨¢s duro se han rendido ante Ibagaza. El severo y met¨®dico H¨¦ctor C¨²per se lo trajo del Lan¨²s argentino al Mallorca y ahora se lo llevar¨ªa de buen grado al Inter. "Nunca me he encontrado con un jugador de su capacidad para ver el pase", confes¨® en alguna ocasi¨®n el t¨¦cnico argentino. Luis Aragon¨¦s lo dirigi¨® un a?o y el ¨²ltimo verano trat¨® sin ¨¦xito de convencer a Jes¨²s Gil para que lo fichase. Su actual entrenador, Gregorio Manzano, lo considera "superior a Aimar". "Cuando ¨¦l recibe la pelota, entramos en otra dimensi¨®n", ha dicho Manzano. Y Marcelo Bielsa, el seleccionador argentino, ya le tiene tambi¨¦n echado el ojo.
Ariel Miguel Santiago Ibagaza (Buenos Aires, 1976) es ese chico que hemos visto miles de veces jugando en el patio de cualquier colegio. Un renacuajo -no ha pasado de los 166 cent¨ªmetros de altura- que se inventa toda clase de ma?as para esquivar a los mayores. Por algo lo apodaron El ca?o, la m¨¢s burlona de las suertes futbol¨ªsticas. Pero Ibagaza no se agota en el cl¨¢sico modelo del ratilla veloz y e1escurridizo. Ibagaza es, sobre todo, un 10, con toda la solemnidad que ese dorsal implica en Argentina. Un tipo capaz de dar un pase de gol desde 35 metros.
El ca?o aprendi¨® que el f¨²tbol no se acaba en las gambetas del que fue su gran ¨ªdolo de juventud. Mientras el Maradona de sus a?os plet¨®ricos secuestraba la imaginaci¨®n de todos los ni?os, Ibagaza quer¨ªa ser como Bochini, uno de esos futbolistas de culto tan frecuentes en Argentina, un 10 por antonomasia poco conocido en el extranjero, pero que cuenta en su pa¨ªs con una m¨ªstica legi¨®n de adoradores. Bochini gan¨® dos Copas Intercontinentales con el Independiente, el equipo al que Ibagaza entreg¨® sus pasiones de chiquillo. La ocasi¨®n de hacerse futbolista le llegar¨ªa, sin embargo, en el Lan¨²s, un equipo de segundo orden de una barriada popular del ¨¢rea metropolitana de Buenos Aires. Cuando ya empezaba a despuntar en la Liga argentina, tuvo ocasi¨®n de conocer a Bochini y de cenar con ¨¦l. El ¨ªdolo le dio un consejo: un buen pase puede valer m¨¢s que cuatro regates. E Ibagaza tom¨® nota. "Maradona se puede sacar de encima a tres o cuatro tipos. Yo no soy capaz de gambetear tanto, pero s¨ª dar pases de gol como ¨¦l", proclam¨® El ca?o siguiendo las ense?anzas del maestro.
Fue descubierto en un torneo para chicos entre los barrios de Buenos Aires y tuvo una exitosa carrera juvenil, que incluy¨® la conquista de un Campeonato del Mundo en Qatar, en 1995, donde contribuy¨® a vapulear a la Espa?a de Ra¨²l, Morientes y De la Pe?a. En Lan¨²s se encontr¨® con C¨²per y vivi¨® una ¨¦poca dorada para el club, que logr¨® el primer t¨ªtulo de su historia, la Conmebol, la Copa de la UEFA de Latinoam¨¦rica. Ibagaza dirig¨ªa al equipo con maestr¨ªa y no le faltaba car¨¢cter: fue sancionado con seis partidos de suspensi¨®n tras destacarse en una c¨¦lebre tangana que enfrent¨® a jugadores del Lan¨²s y del Atl¨¦tico Mineiro brasile?o. Sus comienzos en Espa?a fueron tan vacilantes que C¨²per los comparaba hace poco con lo que le est¨¢ sucediendo a Riquelme o lo que ya sufri¨® Aimar. El t¨¦cnico argentino se lo hab¨ªa tra¨ªdo para reemplazar a Valer¨®n, y El ca?o anduvo alg¨²n tiempo perdido entre las nuevas exigencias t¨¢cticas y la dificultad para adaptarse a un ritmo de juego muy superior al que conoc¨ªa. Tambi¨¦n tuvo que aprender a endurecer su piel ante las cr¨ªticas. "Ac¨¢ hay periodistas que te toman de punto y te lastiman. Hay que ser mentalmente fuerte", confesaba en enero de 1999 al peri¨®dico bonaerense La Naci¨®n. Dos a?os despu¨¦s, ya con C¨²per fuera de la isla, otro entrenador, Bernd Kraus, tambi¨¦n rendido ante ¨¦l, confes¨®: "Ibagaza es tan importante para el Mallorca como Rivaldo para el Barcelona".
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