El Madrid recibe un paliz¨®n
Un soberbio Mallorca, con Ibagaza magistral, destroza al l¨ªder con un segundo tiempo inolvidable
Ni el m¨¢s fan¨¢tico antimadridista hubiera apostado un c¨¦ntimo por lo sucedido ayer en Chamart¨ªn. Ni en el peor de sus sue?os, la parroquia blanca hubiera adivinado una zurra semejante. Lo cierto es que el Mallorca hizo un destrozo impensable, con un jugador peque?ito y liviano llamado Ibagaza que dej¨® una huella imborrable. Guiado por el argentino, el equipo visitante pas¨® por encima del Madrid y le apaliz¨® con sa?a durante el segundo trecho. Lo nunca visto por el estadio madridista desde diciembre de 1999, cuando el Zaragoza firm¨® otra manita. Pero entonces el Madrid estaba en otra galaxia. Ayer, con todas las joyas a punto, vivi¨® un calvario por su propia pereza y la brillante apuesta de su enemigo. Una ecuaci¨®n insuperable para un equipo que con un gol de ventaja se dej¨® llevar por el tedio y cuando tuvo que remontar Ibagaza le hizo sentirse m¨¢s terrenal que nunca.
REAL MADRID 1 - MALLORCA 5
Real Madrid: Casillas; M¨ªchel Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Makelele, Guti (Morientes, m. 65); Figo, Zidane, McManaman (Solari, m. 53); Ronaldo (Portillo, m. 77).
Mallorca: Leo Franco; Cort¨¦s (Campano, m. 80), Ni?o, Lussenhoff, Poli; Novo, Marcos, Ibagaza, Riera; Eto'o (Carlos, m. 91) y Pandiani (Biagini, m. 85).
Goles: 1-0- M. 9. Ronaldo remata por bajo un pase de McManaman.
1-1. M. 47. Novo centra desde la banda derecha; Eto'o falla en el remate, pero no Pandani.
1-2. M. 51. Eto'o lanza en profundidad a Riera que remata con suavidad a la salida de Casillas.
1-3. M. 62. Eto'o, en el ¨¢rea peque?a, regatea a Roberto Carlos y remata con dureza.
1-4. M. 68. Roberto Carlos desv¨ªa sobre su porter¨ªa un centro de Novo.
1-5. M. 92. Pase en profundidad de Ibagaza a Carlos que bate a Casillas.
?rbitro: P¨¦rez P¨¦rez. Mostr¨® tarjeta amarilla a Hierro, Ni?o, Riera, Novo, Makelele e Ibagaza.
Lleno en el Santiago Bernab¨¦u, unos 75.000 espectadores.
Con un asalto inicial de quince minutos, el Madrid quiso pasar la tarde con cierto desahogo. Sali¨® con la directa, atropell¨® durante un cuarto de hora al Mallorca, Ronaldo hizo su trabajo y el partido entr¨® en el limbo. En parte porque los locales siempre tuvieron un ojo en la faena con el Juventus del pr¨®ximo martes, y en parte porque los visitantes tiritaron m¨¢s de la cuenta desde el temprano arre¨®n del brasile?o. Con el Madrid a toda mecha, con ansias de bajar el tel¨®n lo antes posible para abanicarse a la espera de los italianos, el gol era cuesti¨®n de paciencia. O de Ronaldo. Un despeje de la aturdida defensa mallorquinista cay¨® a pies de McManaman, que tuvo horas y horas para pensarse la mejor opci¨®n. El Mallorca le dio una pista: tir¨® tan mal el fuera de juego, que Ronaldo se qued¨® a la vista del ingl¨¦s, dentro del ¨¢rea y de frente a Leo Franco. Coser y cantar para el brasile?o, que celebr¨® su 17? gol en la Liga, su 300 como profesional, cuentan sus bi¨®grafos.
Con el marcador a favor y el Mallorca a la deriva, al Madrid le qued¨® gas para otro ratito. Justo lo que tard¨® Ronaldo en asomarse de nuevo a la partida, para dejar a dos ruedas a sus marcadores, driblar a Leo Franco y estrellar su tibio disparo sobre Ni?o, que barri¨® la pelota en la raya de gol. Punto y final. El Madrid dio la espantada, puso el freno y se tumb¨® a la bartola, como si el tajo hubiera terminado. Con Guti definitivamente de escolta de Makelele, McManaman en la orilla izquierda y Zidane a su aire, a espaldas de Ronaldo, el equipo se sinti¨® due?o de la pelota y, por tanto, del choque. Pero bast¨® que Eto'o midiera su carrera con Hierro -ayer silbado por algunos sectores de Chamart¨ªn- para que el Madrid se sintiera lo suficientemente inc¨®modo como para que el capit¨¢n tocara la corneta y la defensa local tirara de la manta. Bien acurrucado en torno a Casillas y sin ganas de combatir en otras zonas, el equipo de Del Bosque se dio un paseo hasta el descanso, sin que el Mallorca le amenazara siquiera con un rasgu?o. Nada que ver con la tormenta que se desat¨® en el Bernab¨¦u en el segundo tiempo. Un cicl¨®n que arras¨® al Madrid, convertido en un peluche desde que Pandiani abriera el segundo tramo con el tanto del empate. Del resto se encarg¨® Ibagaza, que convirti¨® a todos los defensas madridistas en simples monigotes. ?l solo manej¨® el partido como le dio la gana, bail¨® a quien se le puso enfrente. Su sombra diminuta aparec¨ªa por todos los sectores del campo y su mente veloz acertaba siempre con el pase m¨¢s inteligente. Inalcanzable para los madridistas, empeque?ecidos todos a su paso.
Tras el tanto del empate, el Madrid ni siquiera pudo hacer la digesti¨®n, tan pesadote como estaba desde el gui?o inicial de Ronaldo. Con gesto de disgusto por tener que desperezarse de nuevo para enfilar la remontada, no tuvo tiempo de ponerse el mono. Eto'o le pill¨® de inmediato en una contra, Riera cambi¨® los papeles con el camerun¨¦s e irrumpi¨® por el centro para con un toque delicado ante Casillas sellar con ¨¦xito el gran pase del ex madridista. Con el maquillaje cambiado, sobre Chamart¨ªn s¨®lo hab¨ªa astros granates. Al toque de viol¨ªn de Ibagaza los mallorquinistas se dieron un gustazo. Si Eto'o era un diablo, Riera y Novo, por los costados, abrumaron como nunca a Michel Salgado y a Roberto Carlos. ?ste tardar¨¢ siglos en olvidar el castigo al que fue sometido. En su retina quedar¨¢ para siempre el regate que le hizo Eto'o en el tercer tanto, con una muchedumbre blanca a su alrededor, el africano burl¨® al lateral brasile?o como el que se sacude una mosca. Tan apesadumbrado qued¨® Roberto Carlos que en un pis-pas le col¨® a Casillas el cuarto. Para entonces el Madrid s¨®lo era una diana, agrietado por todos los sitios, sin respuesta alguna pese a las bater¨ªas desplegadas por Del Bosque, que envid¨® con Morientes y Portillo. De nada le sirvi¨®. Su torrija durante buena parte del choque fue una cima insalvable ante un equipo que parec¨ªa tocado por los dioses, envalentonado como pocos en el Bernab¨¦u. Quiz¨¢ arrastrado por su condici¨®n de gafe para el madridismo. No en vano esta misma temporada le despidi¨® de la Copa y a¨²n registraban los libros que fue el Mallorca el ¨²ltimo en ganar en Liga en Chamart¨ªn, all¨¢ por noviembre de 2000. Cincuenta partidos despu¨¦s se repiti¨® la historia e Ibagaza se hizo un hueco de por vida en tan rutilante escenario.
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