La Real gana por inercia
El equipo donostiarra tensa la Liga gracias a un centro de De Pedro y un remate de Xabi Alonso
Unos quer¨ªan romper el ritnmo y los otros la muralla. El Sevilla ten¨ªa p¨¢nico a la velocidad de crucero del equipo de Denoueix y la Real a la actitud indesmayable del Sevilla, un equipo liderado a partes iguales por el ¨¢nimo de Alfaro y la pierna de Reyes. As¨ª que chocaron, y chocaron, y chocaron en el centro del campo hasta que Javier De Pedro mand¨® parar de la forma habitual: un centro por delante del defensor, con una rosca que parec¨ªa el rosc¨®n de Reyes y Xabi Alonso se tir¨® de cabeza a un remate inapelable (en Anoeta, a m¨¢s de uno se le antoj¨® la imagen de Periko Alonso, su padre. Todo un homenaje).
Hasta entonces, el atasco era monumental. Nadie consegu¨ªa meter la tercera velocidad, porque no hab¨ªa sitio para la aceleraci¨®n, a riesgo de chocar con Gallardo, con Casquero o con Javi Navarro o Alfaro. El Sevilla sab¨ªa lo que hac¨ªa y a la Real le afectaba la ansiedad de recuperar el espacio perdido con el Real Madrid y concedido por obra y gracia del Mallorca
REAL SOCIEDAD 1 - SEVILLA 0
Real Sociedad: Westerveld; Rekarte, Kvarme, Jauregi, Aranzabal; Tayfun, Xabi Alonso, Aranburu, De Pedro (Gabilondo, m. 65); Nihat y Kovacevic (Boris, m. 78).
Sevilla: Notario: Njegus, Javi Navarro, Alfaro, David; Gallardo, V¨ªctor Salas, Casquero, Alves (Arteaga, m. 69); Reyes (Toedtli, m. 77) y Machlas (Anto?ito, m. 62).
Goles: 1-0. M. 31. Centro de De Pedro, con rosca, desde la izquierda y cabezazo en plancha de Xabi Alonso en el ¨¢rea peque?a.
?rbitro: Puentes Leira. Expuls¨® a Pablo Alfaro (m. 87) por una dur¨ªsima entrada a Aranzabal y a Joaqu¨ªn Caparr¨®s, t¨¦cnico del Sevilla, por protestar una decisi¨®n arbitral. Amonest¨® a Javi Navarro, V¨ªctor Salas, L¨®pez Rekarte, Gallado, Xabi Alonso y Aranburu
Unos 28.000 espectadores en Anoeta.
Hasta el gol, aquello ten¨ªa mala pinta para la Real,-sometida a un examen de paciencia - y buena para el Sevilla que encontraba el partido buscado: de cuerpo a cuerpo, de los que se miden por la capacidad para impregnar de sudor la camiseta y, adem¨¢s, con tres remates a porter¨ªa en la primera mitad que le hac¨ªan sentirse vivo, ¨²til para el resultado.
Todo iba bien para el Sevilla, fiel a su gui¨®n, gris pero eficaz, que ten¨ªa maniatado a Nihat, el abrelatas donostiarra. Pero a la Real siempre le queda De Pedro, una suerte de futbolista que en un pis pas se inventa un pase -siempre fuerte, siempre pegado, para facilitar la tarea del rematador- y te cambia la cara del partido sin saber muy bien que ha pasado. Ese pase lo aprovech¨® Xabi Alonso, otro futbolista avispado que, asfixiado por los medios centro del Sevilla, parec¨ªa que viv¨ªa en la mitad defensiva de su campo. Se fue para arriba y la enchuf¨®, prolongando un estado de gracia que dura toda la temporada, pero que en su deb¨² internacional adquiri¨® su mayor eco.
El gol tuvo un efecto devastador: le oblig¨® al Sevilla a cambiar el chip sin desatender sus principios, tranquiliz¨® a la Real y seren¨® el partido. Es el problema de jugar con una idea fija, basada en el rival, en agobiarle, quitarle el sitio, convertirle el bal¨®n en una mina explosiva. Luego, empieza otro partido para el que uno est¨¢ menos preparado.
El Sevilla encaj¨® el golpe con cierta tranquilidad. La Real le di¨® campo, en espera de que su desesperaci¨®n le otorgara los metros que Nihat y Kovacevic necesitan para imponer su ley. Por eso recuper¨® el bal¨®n y se asom¨® al balc¨®n de Westerveld, sin asustar, con tiros lejanos, con presencia f¨ªsica, con merodeos de esos que siempre acaban por inquietar a la defensa.
Le faltaba al Sevilla jugar, es decir no agotar cada posesi¨®n con un tiro lejano cuando incluso dispon¨ªa de superioridad num¨¦rica en ataque. ?Prisa?, quiz¨¢s; ?falta de h¨¢bito?, acaso. Lo cierto es que el trabajo impagable de Casquero o V¨ªctor Salas, o la movilidad de Reyes mor¨ªan demasiado pronto, demasiado lejos de Westerveld, como si la porter¨¬a fuera un lejano objeto de deseo.
Lo cierto es que el partido se desatasc¨®. Por f¨ªn, hab¨ªa sitio para que el bal¨®n fuera rodando o volando m¨¢s all¨¢ de un metro libre. Es decir, se hizo m¨¢s largo, m¨¢s alternativo, m¨¢s variado, m¨¢s tolerante con el bal¨®n y con los espacios, los dos criterior que maneja Denoueix en su argumentario futbol¨ªstico y a los que el Sevilla no hizo ascos.
Cuando los partidos se rompen resultan m¨¢s bellos. O m¨¢s espectaculares. Nadie consegu¨ªa mandar. Ni siquiera Xabi Alonso, con la br¨²jula un tanto desorientada, ni Reyes, agobiado en la punta de ataque por dos defensores bien puestos en su trabajo -Jauregi y Kvarme-, nada dispuestos a ceder ni un solo metro de terreno.
La segunda mitad fue sevillista. Aburrida, pero sevillista. No es el equipo de Caparr¨®s un modelo para el espect¨¢culo, pero su tes¨®n mueve monta?as . Poco andaluz, un tanto n¨®rdico, ha hecho de la fe su argumento principal, por eso ante el resultado adverso Caparros decidi¨® poner una pica en Flandes, es decir, apelar a Anto?ito -un futbolista m¨¢gico- y despu¨¦s a Arteaga, otro talento de la cantera. Hab¨ªa que hacer algo m¨¢s que correr para tumbar a la Real, buscarle las cosquillas m¨¢s all¨¢ de Xabi Alonso, bien protegido por Aranburu, m¨¢s ac¨¢ de Westerveld, con una sola parada en el partido.
La Real, a borbotones, se hab¨ªa sacadoun disparo de Nihat al travesa?o. Fue su ¨²nica aparici¨®n ante Notario. Hab¨ªa nervios y Denoueix apel¨® por apuntalar el centro del campo a cambio de los artistas (De Pedro, Kovacevic). Hab¨ªa que defender un bot¨ªn costoso: el logrado en una de las dos ocasiones dispuestas, As¨ª gan¨® la Real, por inercia, es decir por De Pedro, por Xabi Alonso. Los fijos. Los que nuca fallan. Ni Alfaro falt¨® a su cita con una entrada a destiempo y sin sentido a Aranzabal que le ahorr¨® la prolongaci¨®n. Todo seg¨²n lo previsto.
Karpin se qued¨® en la grada
En la grada, Valeri Karpin se com¨ªa las u?as. Era su partido. El jugador ruso se las pinta en los estados de ansiedad. Los maneja con un puls¨®metro, y el de ayer era de esos que miden la taquicardia general. A su salida al campo, la Real sab¨ªa algo fundamental: que el Madrid hab¨ªa fallado estrepitosamente.
El t¨¦cnico de la Real Sociedad, Raynald Denoueix, hab¨ªa aplacado, antes del encuentro, las ganas, reconociendo que la ventaja del Madrid, cuatro puntos a falta de siete partidos, era "una superventaja". Pues bien, a la hora del partido, la Real ten¨ªa la oportunidad de convertir la superventaja en una ventajilla, tras la decable madridista. Y entonces Karpin se com¨ªa las u?as. Porque era su partido, ese en el que hay que mover por igual el asunto sentimental y el cerebral. Mover la sopa, se llama eso en el argot futbol¨ªstico: ahora la enfr¨ªo, ahora lacaliento. Y todo ello con el concurso de un p¨²blico entregado que volv¨ªa a so?ar tras el batacazo del Camp Nou.
El alma de la Real estaba en la grada. Karpin, rodeado de los fieles, y enfrente un Sevilla que hab¨ªa salido con la camiseta de Unicef reclamando ayudas para los damnificados por la guerra de Irak. Joaqu¨ªn Caparr¨®s aparc¨® los asuntos internos de Machlas (afectado por un suceso automovil¨ªstico-policial) y le aline¨® junto a Reyes para no perder la cara al partido.
En Anoeta se palpa la tentaci¨®n del t¨ªtulo, pero no suena lo suficiente. El p¨²blico se entrega a asuntos puntuales (la parsimonia del rival, las decisiones del ¨¢rbitro y cosas por el estilo), cuando el equipo reclama una actitud dedidida de apoyo sin fisuras, sobre todo cuando los partidos se enredan.
La ansiedad es general, como si se necesitara recuperar la primera posici¨®n para volver a creer en un sue?o posible. Como si hubiera que defender algo, m¨¢s que conseguirlo. Por eso el gol trastoc¨® Anoeta; cuando el partido se volvi¨® loco, Anoeta vibr¨® como sabe. No en vano, el ¨ªdolo de San Sebasti¨¢n, Xabi Alonso, hab¨ªa conseguido derrumbar la cor¨¢cea defensa del Sevilla. La carcasa del equipo de Caparr¨®s parece indestructible, salvo para un futbolista especializado en goles impresionantes. Pocos, por su posici¨®n, pero bellos por su precisi¨®n.
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