El Papa pide una Europa fiel a sus ra¨ªces cristianas
Las alusiones a la paz levantaron grandes ovaciones entre los j¨®venes congregados en Madrid
Los j¨®venes de 2003 ser¨¢n seguramente hijos de los j¨®venes de 1982, a?o de la primera visita de Juan Pablo II a Espa?a. La nueva cosecha respondi¨® al encuentro de ayer en Cuatro Vientos sin rechistar, bajo un sol pertinaz, agotador salvo para su resistencia. Ante una audiencia fiel que no deseaba otra cosa que ver al Papa, Juan Pablo II envi¨® su mensaje siguiendo el modelo de la Virgen Mar¨ªa. Invit¨® a los j¨®venes a hacer realidad un gran sue?o: "El nacimiento de la nueva Europa del esp¨ªritu, una Europa fiel a sus ra¨ªces cristianas, no encerrada en s¨ª misma sino abierta al di¨¢logo y a la colaboraci¨®n con los dem¨¢s pueblos de la tierra". Especialmente recibidas fueron sus alusiones a la paz. "Es un don de lo Alto que debemos pedir con insistencia".
"Sab¨¦is bien", dijo Juan Pablo II a los reunidos, "cu¨¢nto me preocupa la paz en el mundo"
Los cantantes arrancaban m¨¢s aplausos cuando dec¨ªan "?Viva Jesucristo!"
Juan Pablo II pidi¨® a los j¨®venes que sean "operadores y art¨ªfices de paz". "Venced la enemistad con la fuerza del perd¨®n", dijo. Era el viaje n¨²mero 99 del Papa. Y la segunda oportunidad de reunirse con los j¨®venes espa?oles, tras la experiencia de 1982. Veinte a?os atr¨¢s, aquellos j¨®venes no lo son hoy tanto. Y los de hoy, hijos de aqu¨¦llos, le recibieron con el mismo cari?o, con el ¨¢nimo intacto y la alegr¨ªa en el rostro tras haber aguardado hasta ocho horas bajo un fuerte calor. Eran los "centinelas del ma?ana", como les defini¨® la organizaci¨®n con harta insistencia. Ante un p¨²blico entregado y disciplinado, Juan Pablo II comenz¨® su discurso haciendo alusi¨®n a la Virgen Mar¨ªa, "la mejor maestra para llegar al conocimiento de la verdad a trav¨¦s de la contemplaci¨®n".
El Papa aludi¨® as¨ª a que la falta de interioridad es el "drama de la cultura actual". "Sin interioridad, la cultura carece de entra?as, es como un cuerpo que todav¨ªa no ha encontrado su alma". "?De qu¨¦ es capaz la humanidad sin interioridad?", se pregunt¨®. "Lamentablemente, conocemos muy bien la respuesta. Cuando falta el esp¨ªritu contemplativo, no se defiende la vida y degenera todo lo humano".
A los j¨®venes de 2003, Juan Pablo II los invit¨® a "no separar nunca la acci¨®n de la contemplaci¨®n" y a contribuir al nacimiento de "una Europa fiel a sus ra¨ªces cristianas". "Una Europa consciente de estar llamada a ser faro de civilizaci¨®n y est¨ªmulo de progreso para el mundo".
"Sab¨¦is bien", dijo, "cu¨¢nto me preocupa la paz en el mundo". Fue entonces cuando miles de j¨®venes rompieron en un aplauso. "Las ideas no se imponen, sino que se proponen", a?adi¨®.
Miles de j¨®venes y menos j¨®venes hab¨ªan aguantado hasta ocho horas apretujados contra una valla en el aer¨®dromo de Cuatro Vientos. Sentados sobre el suelo, decididos a no moverse para no perder un buen sitio. Ocho horas de interminable espera desde las 10 de la ma?ana que la organizaci¨®n trat¨® de amenizar con un espect¨¢culo m¨²sico-vocal alternado con diferentes testimonios de fieles.
Alrededor de los j¨®venes, los servicios del Samur se movilizaban para atender decenas de lipotimias y sucesos de menor entidad. La organizaci¨®n daba mensajes de tranquilidad para evitar alguna situaci¨®n de p¨¢nico, porque el calor apretaba de lo lindo, y lo cierto es que la gente no se movi¨® de su sitio. Algunos ca¨ªan exhaustos. Los ni?os se perd¨ªan y la megafon¨ªa lo comunicaba sin aspavientos, con naturalidad: "Se han perdido dos ni?os"; daba sus nombres y apellidos y recomendaba que acudieran al "hangar de responsables". La marea humana acept¨® estos mensajes disciplinada. Si acaso, hubo una risa generalizada cuando la organizaci¨®n anunci¨® que se hab¨ªa perdido "un seminarista ingl¨¦s que se llama Mike". "Ya queda menos", dec¨ªa la organizaci¨®n. Y quedaban cuatro horas. "?Viva el Papa!", proclamaba.Entre tanto, en el escenario desfilaban canciones de distinto cu?o, con t¨ªtulos muy del estilo de este tipo de eventos y mensajes dirigidos a los j¨®venes cristianos, interpretadas por grupos procedentes de toda Espa?a. Sea la canci¨®n Mi vida, No es posible, Aleluya, Si no predico, o una menos afortunada, Bienvenido Juan Pablo a Vigo, frase que rimaba en el estribillo con "Esta Espa?a de esperanza est¨¢ contigo". La invitaci¨®n a bailar y a disfrutar de la m¨²sica y de los estribillos no tuvo demasiado ¨¦xito. Los j¨®venes, en general, s¨®lo esperaban. Charlaban. Beb¨ªan agua o refrescos. Dormitaban. Una canci¨®n con un ritmo algo m¨¢s movido y por toda letra "Jes¨²s de Nazaret
" tampoco moviliz¨® al personal. Los cantantes arrancaban m¨¢s aplausos cuando gritaban "?Viva Jesucristo!, ?Espa?a quiere al Papa!".
"Ya queda menos", dec¨ªa la organizaci¨®n. "El Papa est¨¢ llegando". Quedaban dos horas y los j¨®venes respondieron con j¨²bilo. "Sois los centinelas del ma?ana", proclamaba la voz. Los j¨®venes esperaban con una sonrisa. Nadie se mov¨ªa de su sitio.
Centenares de monjas con gorras deportivas. Curas con sotana portando c¨¢maras de televisi¨®n como intr¨¦pidos reporteros. Estas im¨¢genes contribu¨ªan a reforzar el ambiente religioso del evento. No era un espect¨¢culo de rock. Entre canci¨®n y canci¨®n, j¨®venes feligreses daban testimonio de sus experiencias. Unos porque hab¨ªan acudido a alguna misi¨®n africana. Una pareja, simplemente, porque formaban un matrimonio cristiano desde hace una semana. Ambos se dijeron en p¨²blico por qu¨¦ se quieren. Ella fue m¨¢s prolija. Termin¨® diciendo aquello de "te quiero por tantas y tantas cosas". Los testimonios no concitaron gran inter¨¦s entre los millares de j¨®venes que esperaban, en una marea que iba engordando con el paso del tiempo, que se fue estrechando conforme se acercaba la hora de la verdad.
Cada poco tiempo la locutora preguntaba desde el escenario. "?Qu¨¦ tal est¨¢n ustedes?". Y la gente coreaba un ?bien! absoluto. Nadie se quejaba.
La multitud agradeci¨® mejor que las canciones y los testimonios la llegada de dos camiones de bomberos que regaron a la gente entre v¨ªtores. Un grupo de miembros de protecci¨®n civil en bicicleta se moviliz¨® para atender al personal. Se reforz¨® la distribuci¨®n de agua y refrescos entre el p¨²blico. Hubo momentos en que la gente ca¨ªa como moscas, o as¨ª lo parec¨ªa por los movimientos del personal del Samur. Pero nadie se mov¨ªa. Los j¨®venes esperaban. "El Papa est¨¢ llegando", dijo la megafon¨ªa. Y la gente aplaud¨ªa. Quedaba una hora.
"Se siente, se siente, el Papa est¨¢ presente". Los j¨®venes se iban calentando y en su alegr¨ªa aplaud¨ªan a todo el mundo, miembros de la organizaci¨®n, incluso a los periodistas. En esa tarde, estos j¨®venes no estaban dispuestos a hacer ning¨²n reproche.
A la hora prevista, el Papa apareci¨® en el aer¨®dromo y recorri¨® el interior de la marea juvenil, entre banderas al viento, carreras, canciones ("Juan Pablo II te quiere todo el mundo") y aplausos. Ver al Papa era el espect¨¢culo que esos j¨®venes esperaban. Verle y escucharle. Cuando lleg¨® a la plataforma blanca y amarilla, miles de palomas volaron encima de los asistentes. Se hizo el delirio. El cantante argentino Diego Torres interpret¨® Color esperanza y aqu¨ª s¨ª, aqu¨ª los j¨®venes corearon el estribillo superventas.
No hicieron falta advertencias para que se hiciera el silencio cuando el Papa comenz¨® su discurso. Los "centinelas del ma?ana" formaban un coro disciplinado y atento. "Pong¨¢monos en actitud de oraci¨®n", ped¨ªa la megafon¨ªa. Ocho horas de sol pareci¨® no haberles afectado. El ¨¢nimo estaba intacto. A eso hab¨ªan venido estos miles de j¨®venes de 2003. A ver y escuchar al Papa en directo.
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