Juan Pablo II reclama paz para Espa?a
El Rey agradece al Pont¨ªfice en el discurso de bienvenida sus condenas del terrorismo
El Papa expres¨® sus deseos de paz y unidad "en la diversidad" para Espa?a nada m¨¢s iniciar en el aeropuerto de Barajas, a mediod¨ªa de ayer, su quinta visita pastoral. El viaje se produce, a juzgar por las palabras del Pont¨ªfice, bajo el signo del deshielo entre el Vaticano y el Gobierno, en manos de Partido Popular, tras las tensiones provocadas por la guerra de Irak.
El Papa ley¨® en castellano, y con excelente dicci¨®n, el discurso de respuesta a las palabras de bienvenida del Rey, que le hab¨ªa agradecido "sus reiteradas condenas del terrorismo". Juan Pablo II volvi¨® a mencionar su preocupaci¨®n por la paz por la tarde, ante decenas de miles de j¨®venes en Cuatro Vientos.Invit¨® a quienes le escuchaban a alejarse "de toda forma de nacionalismo exasperado, racismo e intolerancia".
Wojtyla volvi¨® a encontrar en Madrid el entusiasmo y el calor de la "cat¨®lica Espa?a", algo que escasea cada vez m¨¢s en Europa. Desde el aeropuerto hasta la Nunciatura, nutridas filas de personas le vitorearon sin parar, pese a ser un s¨¢bado de puente. Los primeros vivas los escuch¨® nada m¨¢s aterrizar. El Papa utiliz¨® de nuevo un elevador para descender del avi¨®n y gan¨® la tribuna subido en una peana m¨®vil.
A¨²n as¨ª, el Pont¨ªfice apareci¨® en buena forma, pese a que los organizadores olvidaron un peque?o detalle, el fuerte sol mesetario un mediod¨ªa de mayo. Los sillones del Papa y de los Reyes, que le escoltaron constantemente desde que pis¨® tierra espa?ola, estaban colocados a cielo abierto y as¨ª transcurri¨® todo el acto, afortunadamente breve.
A la derecha de la Reina, vestida con un abrigo claro con destellos verdosos, que no par¨® de abanicarse, tomaron posiciones el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; los presidentes del Congreso, Luis Fernanda Rudi, y del Senado, Juan Jos¨¦ Lucas; los ministros de Justicia y de Defensa, Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila y Federico Trillo, que saludaron al Papa rodilla en tierra, autoridades locales y otras personalidades civiles y militares, adem¨¢s de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, encabezada por el cardenal de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco.
Unos cuantos cientos de personas, que agitaban banderas espa?olas y de la Santa Sede, vitorearon al Pont¨ªfice con gritos de "?Juan Pablo II, te quiere todo el mundo!". El Papa, en la ¨²nica improvisaci¨®n de la ma?ana, les respondi¨® divertido: "Puede ser. Al menos en Espa?a". Recordando su primer viaje al pa¨ªs, en noviembre de 1982, cuando exhort¨® a Europa a recuperar sus ra¨ªces cristianas, el Pont¨ªfice se declar¨® seguro de que "Espa?a aportar¨¢ el rico legado cultural e hist¨®rico de sus ra¨ªces cat¨®licas" para lograr la integraci¨®n de una Europa que, respetando "la identidad de sus Estados miembros", busca una unidad basada en el bien de sus ciudadanos. El Vaticano cuenta con el Gobierno espa?ol para lograr que la nueva Constituci¨®n europea mencione esas ra¨ªces cristianas.
Pero el Papa, que volvi¨® a abordar esta cuesti¨®n que le obsesiona en el discurso de la tarde, procur¨® no alejarse demasiado de los problemas espa?oles. En la base de Cuatro Vientos conden¨® el nacionalismo exasperado. Aunque no es una novedad absoluta en el lenguaje de Wojtyla, sus palabras sonaron como un rechazo a las pretensiones de una parte del clero vasco, que le ha enviado una carta reclamando el derecho de autodeterminaci¨®n e interpretando el terrorismo en clave de opresi¨®n de los ideales nacionales.
Por si la cr¨ªtica no era lo bastante expl¨ªcita, el Pont¨ªfice pidi¨® a los j¨®venes: "Testimoniad con vuestra vida que las ideas no se imponen, sino que se proponen", y les inst¨® a ser "operadores de la paz".
Wojtyla hab¨ªa planteado ya en el discurso de la ma?ana ante los Reyes y la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica su esperanza de que Espa?a prosiga "la construcci¨®n de una sociedad basada en la serena convivencia". Palabras que hac¨ªan eco a las afirmaciones de don Juan Carlos, que present¨® a Espa?a como un pa¨ªs "moderno y din¨¢mico", "orgulloso de su diversidad y pluralidad, que ha crecido gracias al clima de tolerancia y convivencia forjado entre todos y basado en el di¨¢logo y el respeto mutuo".
El rey hab¨ªa saludado al Papa como "un infatigable luchador de las causas m¨¢s nobles" y "un sembrador ejemplar del mensaje universal de la concordia y la paz".
Funciona el viaje de "ensayo"
Si el quinto viaje a Espa?a ha sido organizado, desde la perspectiva vaticana, como ensayo para evaluar la resistencia f¨ªsica del Papa, con vistas a viajes m¨¢s duros como el que har¨¢ en junio a Croacia, la prueba ha sido un ¨¦xito. Al menos ayer, el Pont¨ªfice aguant¨®. Los actos que presidi¨® estuvieron suficientemente espaciados como para permitirle recuperar fuerzas. Y, sobre todo, la acogida popular, extraordinariamente calurosa, termin¨® de subirle la moral.
El papam¨®vil recorri¨® calles llenas de gente que agitaba banderas y en la Nunciatura, donde el Papa se aloja, se reuni¨® una m¨¢s que respetable multitud. Joteros manchegos y castellers incluidos. Parte del ¨¦xito del viaje se debe a los "comit¨¦s de ambientaci¨®n", una idea por lo que parece, de la Conferencia Episcopal Espa?ola, que ha sido desarrollada despu¨¦s por centenares de voluntarios.
"Hemos trabajado incansables durante tres meses para preparar la bienvenida", explicaba ante la Nunciatura una de las ambientadora, con pa?uelo amarillo al cuello. Con no poca raz¨®n, Juan Pablo II reconoci¨® a su llegada los m¨¦ritos de un pueblo "que a lo largo de la historia ha dado tantas muestras de amor a Dios y al pr¨®jimo, de fidelidad a la Iglesia y al Papa". Sobre todo al Papa.
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