Ciudad de santos y sotana
Una escultura de Alfaro, homenaje a Verdaguer, corona el Parc dels Estudis
Vic, la sotana. Han cubierto parcialmente las v¨ªas del tren y urbanizado el entorno. Ya no hay oeste en Vic. La urbanizaci¨®n se centra en el Parc dels Estudis: campus de la Universidad. Coron¨¢ndolo, la escultura dedicada a mos¨¦n Cinto, obra del escultor valenciano Andreu Alfaro. Alfaro es un realista impl¨ªcito. Pero no suele ser un escultor expl¨ªcito. Esta vez, sin embargo, ha perforado uno a uno en la gigantesca estructura de acero corten, los 33 agujeros de la sotana can¨®nica. Ahora me ocupar¨¦ de eso. Sobre el acero corten: una vez le preguntaron al escultor N¨¦stor Barretxea por qu¨¦ utilizaba este material. Dijo: "Los ayuntamientos nunca se dedican a pintar las obras que tienen. El acero corten se autooxida hasta un cierto punto. Es un color un poco marr¨®n que cuando llueve se entristece mucho y cuando hace sol se enciende, casi hasta el naranja. Pero el ¨¦xito del acero corten es por la vagancia de los ayuntamientos que se olvidan de las obras que tienen". Pongamos lo que dijo Alfaro cuando le pregunt¨® tambi¨¦n el porqu¨¦ la periodista Ester Pascual: "El corten da protecci¨®n a la escultura". Los 33 botones de la sotana: uno por a?o de Cristo. El resultado llega a los 29,2 metros. La cuenta a los 30 millones. La escultura es el cielo de Vic.
El santo de los santos es visible desde cualquier punto de la ciudad. La carne hecha verbo corten. No deber¨ªa malinterpretarse esa omnipresencia. Los estudiantes se calientan al pie del monumento. Las aves deponen. Pronto se estampar¨¢n all¨ª las primeras muestras de la l¨ªrica grafitera. Alfaro y quienes le dejaron hacerlo han convertido a Verdaguer en un icono definitivo. Un icono es un recuerdo en pelotas. O sea, un psicoan¨¢lisis culminado por el ¨¦xito. Desde este punto de vista la estrategia de la ciudad de Vic es irreprochable. Si ¨¦sta es la ciudad de los santos, mejor vivirlo a pecho descubierto. Y vivir de ello si es posible. Recuerdos de Lacoste, el hermoso pueblo del Luberon. En Provenza. Sade, el marqu¨¦s, pas¨® all¨ª varios a?os. A¨²n se conservan las ruinas de su castillo. Todo el mundo le llama le mauvais chr¨¦tien. Pero todo el mundo lo exhibe. Es lo procedente. Con diablos. No iba a ser menos con santos. V¨ªtores para los 30 metros de sotana. Pleites¨ªa ante el extraodinario Museo Episcopal: guarda pruebas de que el cristianismo fue una infancia.
Los complejos. En la ciudad de Vic le reprochan a Alfaro que haya fabricado un cura y no un poeta. Error. El mito Verdaguer est¨¢ en el Canig¨®, antes que en las curvas de Mar¨ªa Gay¨®n. (Digo las curvas que han trascendido, las de ese nombre m¨¢s propio de una carnosa bailaora que de una marquesa t¨ªsica.) El entierro que estremeci¨® a Barcelona no fue el del vate. ?Fue el del orate! Ninguna locura fascina al pueblo como la que proviene del pecado. El mito Verdaguer se abre sobre este abismo. Alfaro ha dicho tambi¨¦n que su escultura est¨¢ ligeramente echada hacia delante, como chuleando. ?Pasaaaaa..., curitas? Otra manera muy eficaz de jalear a las masas. Verdaguer frente a los poderes establecidos, doblando la cerviz s¨®lo ante Dios. Pero, in texto, esta hip¨®tesis es mucho menos convincente. La lectura de los art¨ªculos completos de En defensa
pr¨°pia, que edit¨® recientemente Narc¨ªs Garolera. Los art¨ªculos causan un escalofr¨ªo, una sospecha indecible. El obispo de Vic, Josep Morgades, el eclesi¨¢stico Jaume Collell y el marqu¨¦s de Comillas. El odioso peso de la ley. Pero ten¨ªan raz¨®n cuando dijeron hab¨¦rselas con un enfermo. Un enfermo. No un rebelde.
Vic. Extremaunciones de los ¨²ltimos 20 a?os. Primero fue nombrada capital de la Catalu?a catalana. Luego fue la ciudad de un tal Anglada y su partido contra la morisca. Es cierto. Pero se publicitan menos los natalicios. Se olvida que es la ciudad de Els Joglars, donde tienen su garita y su permanente guardia. Tampoco leo elogios sobre su ir¨®nica y sutil capacidad colectiva de sacar de las piedras pan. Verdaguer ensotanado. Pero tambi¨¦n el excelente reclamo de su Universidad: "A Oxford tamb¨¦ hi ha boira". Meditaciones sobre la mesa de Jordi Parram¨®n. Cerdo sobre berenjenas quemadas. Un genio severo. Vanguardia estricta. El plato, el cuchillo, el silencio y la sintaxis. Todo lo que ya ha desaparecido de los restaurantes. Y est¨¢ aqu¨ª. No como un vestigio. Nada de eso: mero renacimiento.
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