Pedro Zarco... ese joven profesor
Inesperadamente, sin envejecer, el profesor Pedro Zarco ha muerto. Con ¨¦l se nos va el m¨¦dico que mayor influencia ha tenido en la floreciente medicina cardiovascular espa?ola actual. Tras de s¨ª deja hu¨¦rfanas a varias generaciones de m¨¦dicos que bajo su inspiraci¨®n, abrazaron la pr¨¢ctica de la cardiolog¨ªa.
Pedro Zarco siempre fue joven. Y lo fue, porque se fundi¨® con ah¨ªnco con todo lo que estaba en crecimiento. Pedro Zarco fue profesor o quiz¨¢s mejor maestro, porque sus ense?anzas m¨¢s importantes se produjeron fuera de las aulas. En los a?os cincuenta descubri¨® la cardiolog¨ªa cl¨ªnica brit¨¢nica, y a su regreso a Madrid atrajo al naciente oficio de cardi¨®logo, a una pl¨¦yade de j¨®venes que pululaban por la c¨¢tedra de su maestro, el profesor Jos¨¦ Casas. En 1968 conect¨® con el Mayo franc¨¦s, y por ello la Universidad oficial le apart¨® durante un corto periodo de tiempo.
Zarco, en todo momento elegante y correcto, nunca dio la espalda a lo viejo, pero se interes¨® por lo joven. Joven era, en aquellos a?os, el arte de la exploraci¨®n f¨ªsica, y en 1961 public¨® un libro titulado La Exploraci¨®n Cl¨ªnica del Coraz¨®n que es uno de los pocos cl¨¢sicos de la literatura m¨¦dica espa?ola. Ense?ando la exploraci¨®n cl¨ªnica del coraz¨®n, democratiz¨® el complejo arte de la inspecci¨®n, palpaci¨®n y auscultaci¨®n card¨ªacas, oficio en gran parte perdido al ser sustituido por t¨¦cnicas m¨¢s asequibles y reproducibles cuyo desarrollo ¨¦l mismo foment¨®. Zarco abraz¨® el cateterismo card¨ªaco y la realizaci¨®n de las exploraciones coronariogr¨¢ficas. Y cuando, en los a?os ochenta, el cateterismo card¨ªaco trascendi¨® los confines diagn¨®sticos para aprontar soluciones, supo, una vez m¨¢s, atraer j¨®venes valores para desarrollar una de las unidades de intervencionismo con cat¨¦ter m¨¢s importantes del pa¨ªs. Y ¨¦sto lo hizo resistiendo la tentaci¨®n de la endogamia y con desbordante generosidad, para que los nuevos valores, llegados de una escuela s¨®lo indirectamente af¨ªn a la suya, adquirieran el protagonismo necesario para el desarrollo de estas nuevas modalidades de tratamiento cardiovascular.
El doctor Zarco ha sido un viajero impenitente, siempre en pos de nueva informaci¨®n. La imagen de Pedro Zarco sentado en la primera fila de los congresos internacionales, tomando notas en su cuaderno, lo ¨²nico azul entre sus pertenencias, es algo que ahora echar¨¦ de menos.
Progresista nada sectario, fue miembro de la asociaci¨®n internacional M¨¦dicos por la prevenci¨®n de la guerra nuclear que en 1985 recibir¨ªa el Premio Nobel de la Paz. El nombre de esta asociaci¨®n define bien la actitud vital de Pedro Zarco, siempre a favor de algo, nunca en contra de nada. En esta ocasi¨®n viaj¨® a Estocolmo para estar presente en la ceremonia de concesi¨®n de los Premios Nobel en la que dos cardi¨®logos, el norteamericano Lown y el ruso Chazov, recibir¨ªan el galard¨®n en nombre de la comunidad m¨¦dica a la que representaban. Pedro ha sido amigo de todos los grandes cardi¨®logos de ambos lados del Atl¨¢ntico, pero tambi¨¦n ha sido muy amigo de sus enfermos. Quienes, como yo, han compartido pacientes con Pedro Zarco, bien lo sabemos
Pedro Zarco deja hu¨¦rfanos a quienes fuimos sus alumnos, pero no a sus pacientes. Tras el profesor Zarco, nunca ambicioso en aspiraciones materiales, queda un Instituto Cardiovascular en el Hospital Cl¨ªnico de San Carlos de Madrid, que dirigido por el doctor Carlos Macaya, me consta que le hac¨ªa estar perfectamente tranquilo acerca del futuro. A sus 73 a?os, Zarco se interesaba por la biolog¨ªa y gen¨¦tica moleculares, por lo m¨¢s avanzado, por lo m¨¢s joven de la medicina y de la vida. En la persona de Zarco se combin¨® lo mejor de la tradici¨®n m¨¦dica madrile?a: la empat¨ªa hacia el enfermo de Mara?¨®n, el inter¨¦s por la medicina cient¨ªfica de Jim¨¦nez D¨ªaz, la apertura hacia el progreso y el buen gusto de Jos¨¦ Casas.
Aficionado al arte, a la amistad, al estudio, y mucho al deporte... hasta ayer fue en bicicleta a su hospital. Pedro ha muerto, sin querer, como a ¨¦l le hubiera gustado hacerlo: s¨²bitamente, durante el sue?o. As¨ª mueren, sol¨ªa decir Pedro Zarco, los elegidos de los dioses, j¨®venes y f¨ªsica e intelectualmente enteros.
Jer¨®nimo Farr¨¦ es jefe del Servicio de Cardiolog¨ªa de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz.
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