Realidad inmediata
Sostiene Nabokov en una de sus m¨¢s sugerentes obras, Cosas transparentes, que resulta especialmente dif¨ªcil mantener un punto de vista superficial sobre objetos o realidades de uso o presencia muy com¨²n porque "una ligera pel¨ªcula de realidad inmediata" se extiende sobre la materia que nos vincula al ahora. El periodista y narrador Pedro Sorela (Bogot¨¢, 1952) ha reunido una veintena de calas en la vida de diversos personajes de ficci¨®n -o casi: el editor inspirado en Mario Muchnik, el Don Torcuato de la bonaerense avenida de Alvear- en los que es f¨¢cil recabar datos sobre el reportero y avezado viajero que escribe y al tiempo describe una peculiar cartograf¨ªa del hombre enfrentado a la memoria y la lucha por su propio perfil ¨¦tico y sentimental. La revisi¨®n del pasado y sus imperfecciones (la soledad incompartible frente a una violinista berlinesa, la imposible asunci¨®n de la felicidad en la joyer¨ªa lisboeta de Fala Crespo) cuestiona con ingenio y sutileza las condiciones en que el futuro se debate contra el presente.
CUENTOS INVISIBLES
Pedro Sorela
Alfaguara. Madrid, 2003
208 p¨¢ginas. 13,70 euros
Los relatos de Sorela prueban que ha viajado lo bastante para, como hubiera dicho Valle-Incl¨¢n, no ser arrogante cuando bien podr¨ªa serlo y, lo m¨¢s importante, cuando cualquiera en su lugar aprovechar¨ªa la tesitura para consolidar su propio arquetipo de h¨¦roe. Por el contrario, el autor de Aire de mar en G¨¢dor demuestra una discreta condici¨®n de protagonista o testigo de sucesos m¨¢s o menos normales que utiliza la perplejidad y la cultura para indagar en la realidad inmediata, en ese ahora que las palabras desgranan como razones del coraz¨®n. ?l mismo afirma, a modo de colof¨®n, que estos Cuentos invisibles tratan del viaje como emblema de lo que sucede detr¨¢s de los ojos, de manera que su lectura "hace posible que de nuestro mundo hagamos una creaci¨®n".
La prosa de Sorela se apoya en reflexiones que son producto de la lucidez y cierto descreimiento -"los viajeros, con la nacionalidad en cuarentena, nos reorganizamos en patrias y tribus que a¨²n no han sido catalogadas para su explotaci¨®n"-, pero tambi¨¦n en im¨¢genes de valor universal -Charcos en Sevilla o Azul para cenar son excelentes ejemplos- y hasta en dibujos y garabatos que jalonan el volumen y reivindican su condici¨®n de carta de navegaci¨®n en medio de las mareas (personales, sociales y hasta editoriales). No en vano uno de los cuentos comienza recordando la frase de La Fontaine con que la madre de Proust se despidi¨® de ¨¦l: "Si no puedes ser romano, por lo menos comp¨®rtate como si fueras digno de serlo".
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