Llevar la democracia a Irak
En la r¨¢pida victoria militar de Estados Unidos no todo son rosas y laureles. La incierta situaci¨®n actual en Irak hace m¨¢s agudas las preguntas sobre la finalidad de la guerra y posterior ocupaci¨®n. Si el fin de la guerra era la destrucci¨®n de armas nucleares, biol¨®gicas y qu¨ªmicas, as¨ª como de misiles, un sistema de inspecciones exigente hubiera conseguido este prop¨®sito sin necesidad de la intervenci¨®n. Si el fin de la guerra era la defensa preventiva contra posibles ataques de Irak o frente a posibles connivencias con movimientos terroristas, el estado calamitoso del pa¨ªs y de sus fuerzas armadas (y, hay que suponer, de las armas de destrucci¨®n masiva que no han aparecido todav¨ªa) demuestra que Irak no era una amenaza tan terrible. O, por lo menos, no tan terrible como la de un buen pu?ado de Estados que cultivan esas aficiones.
Si, en fin, el objetivo de la guerra era el cambio de r¨¦gimen, como las autoridades norteamericanas revelaron justo antes del comienzo de las hostilidades, este "cambio" no se ha producido a¨²n. Desde este punto de vista, la victoria militar no es m¨¢s que el comienzo de la campa?a, ya que su prop¨®sito m¨¢s importante est¨¢ por cumplir.
En los pr¨®ximos meses, o incluso a?os, los miembros de la coalici¨®n tendr¨¢n que demostrar hasta qu¨¦ punto cumplen sus promesas de democracia y libertad para los iraqu¨ªes. Y aqu¨ª, Estados Unidos, como l¨ªder de la coalici¨®n, se ha puesto a s¨ª mismo frente a un intrincado dilema. O bien establece un Gobierno pro-norteamericano en Irak que, por lo tanto, dif¨ªcilmente puede ser democr¨¢tico, y que necesitar¨ªa un respaldo militar extranjero o una polic¨ªa autoritaria (o los dos). O bien, por otro lado, establece una verdadera democracia que seguramente dar¨ªa lugar a un Gobierno antinorteamericano, de mayor¨ªa chi¨ª, que pedir¨ªa a la coalici¨®n abandonar el pa¨ªs inmediatamente y que incluso podr¨ªa buscar el rearme. ?ste es un viejo dilema que ya experimentaron las potencias coloniales europeas en su momento y que tambi¨¦n Estados Unidos ha sentido a lo largo de su historia, en Cuba, Filipinas, Vietnam y en algunos puntos de Am¨¦rica Latina.
Los europeos (tanto aquellos que se opusieron a la guerra como los que la apoyaron) podr¨ªan ayudar a buscar una salida a este dilema. Actualmente se habla mucho de reparar heridas, en el seno de la Uni¨®n Europea y en la relaci¨®n transatl¨¢ntica. La reconstrucci¨®n de Irak ser¨ªa una buena oportunidad para ello, si se sabe afrontar con sentido com¨²n. Tres aspectos de esta reconstrucci¨®n est¨¢n en el aire: econ¨®mico, militar y pol¨ªtico. Sin embargo, los dos primeros no pueden ser resueltos si no se llega a un acuerdo profundo sobre la democratizaci¨®n de Irak.
En cuanto al aspecto econ¨®mico, el programa "petr¨®leo por alimentos" es un sistema de venta de cuotas de petr¨®leo, centralizado en Naciones Unidas, que permite emplear el dinero obtenido para importar medicinas y alimentos a Irak. Los m¨¢s de 200 millones de d¨®lares por semana de raciones de comida permit¨ªan vivir al 60% de la poblaci¨®n iraqu¨ª antes de la guerra, pero el programa tambi¨¦n se usaba para pagar las inspecciones y se ha empleado recientemente para el dragado del puerto de Um Qasr. Es evidente que, a pesar de otros desacuerdos, los miembros del Consejo de Seguridad aceptar¨¢n sustituir este sistema, que penaliza al pueblo iraqu¨ª, por otro en el que la venta de petr¨®leo no est¨¦ tasada y aporte m¨¢s recursos para la reconstrucci¨®n. El problema, no obstante, es c¨®mo va a organizarse la venta del petr¨®leo en un Irak ocupado militarmente. Si Naciones Unidas ya no decide cu¨¢nto petr¨®leo vender y qu¨¦ bienes comprar, ?qui¨¦n va a hacerlo? ?Cu¨¢les son los pasos para liberalizar la econom¨ªa y qu¨¦ gobierno iraqu¨ª va a supervisar este proceso?
Por lo que se refiere a los aspectos militares, las fuerzas armadas norteamericanas y brit¨¢nicas no desean llevar a cabo el mantenimiento de la paz de manera indefinida, por lo que quisieran que fuerzas de otros pa¨ªses ayudaran a asegurar el orden y, eventualmente, la transici¨®n. En este sentido, se ha propuesto que la OTAN, a trav¨¦s de una operaci¨®n de participaci¨®n flexible y probablemente con contribuciones de otros Estados, se encargue del mantenimiento de la paz. Con ser una idea interesante, ya que servir¨ªa en efecto para rehacer la relaci¨®n transatl¨¢ntica, es muy dif¨ªcil que ning¨²n pa¨ªs acepte enviar fuerzas a un escenario de alto riesgo sin respuestas claras a preguntas embarazosas sobre la duraci¨®n, las misiones, el mandato, las relaciones con la poblaci¨®n y, sobre todo, el objetivo pol¨ªtico ¨²ltimo de todo el ejercicio.
En consecuencia, ni la dimensi¨®n econ¨®mica ni la militar pueden solucionarse por s¨ª mismas si antes no se llega a un acuerdo, internacional primero e interno iraqu¨ª despu¨¦s, sobre la reconstrucci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Aunque quiz¨¢s los halcones m¨¢s duros en Washington no ver¨¢n con buenos ojos la idea, Estados Unidos y los pa¨ªses europeos deber¨ªan comenzar a negociar sobre la cuesti¨®n central: qu¨¦ significa democracia en este contexto. Es obvio que una democratizaci¨®n de Irak en la que la Uni¨®n Europea, Naciones Unidas y otros actores, como los pa¨ªses ¨¢rabes, Jap¨®n y Rusia, intervengan tiene m¨¢s garant¨ªas de ¨¦xito y estabilidad. Al mismo tiempo, un proceso multilateral interesa en el fondo a Estados Unidos porque impedir¨ªa el desarrollo de tendencias antinorteamericanas o agresivas por parte de futuros gobiernos iraqu¨ªes y en la regi¨®n, y limitar¨ªa la propagaci¨®n del terrorismo.
Llevar la democracia a Irak es una tarea tan noble como dif¨ªcil que debe inscribirse en los esfuerzos para la ampliaci¨®n del espacio democr¨¢tico en el globo desde el fin de la guerra fr¨ªa. Esto no quiere decir, por supuesto, que la guerra y la ocupaci¨®n sean leg¨ªtimas, que puedan servir de precedente, que el fin justifica los medios, o que el poder da la raz¨®n (might is right, como se dice en ingl¨¦s). Lo que quiere decir es que la ¨²nica salida a la situaci¨®n actual es plantar con mucho cuidado el germen de la democracia en un terreno tan ¨¢spero como Irak, cosa que s¨®lo puede hacer la comunidad internacional y no algunos Estados por su cuenta por muy poderosos que sean.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad de la Uni¨®n Europea en Par¨ªs.
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