Rossi ni se despeina

De c¨®mo adelantar a seis se?ores en aproximadamente un kil¨®metro. Que le pregunten al italiano Valentino Rossi, el mejor piloto del mundo. Y lo que le queda. Ayer logr¨® su segunda victoria de la temporada y demostr¨®, por si alguna duda quedaba, que entre el resto y ¨¦l hay un oc¨¦ano por mucho que la mayor¨ªa de los equipos hayan mejorado considerablemente las prestaciones de sus motos.

Hasta ayer s¨®lo Sete Gibernau hab¨ªa amenazado con complicarle el reinado a Rossi. Pero, en Jerez, el espa?ol sufri¨® el accidente m¨¢s doloroso de su carrera. No por el da?o que se hizo, que fue m¨¢s bien poco, sino porque consideraba que ¨¦ste era su gran premio. Y as¨ª lo pareci¨® al inicio, cuando, pese a arrancar en la sexta posici¨®n de la parrilla, se coloc¨® el segundo. S¨®lo el italiano Loris Capirossi, con su flamante Ducati -al fin y al cabo, la m¨¢quina m¨¢s veloz del circuito, capaz de alcanzar los 308 kil¨®metros por hora- le superaba.

Pero ocurri¨® que, por detr¨¢s, lleg¨® no se sabe c¨®mo el n¨²mero 46, Rossi, el mismo que se hace llamar El Doctor y que lleva una tortuga tatuada en el ombligo, que pas¨® del s¨¦ptimo al segundo puesto en un suspiro. En una categor¨ªa en la que todos corren y uno vuela, no result¨® extra?o que, en la tercera vuelta, Capirossi optara por dejar los milagros para carreras venideras y abandonara el primer puesto en beneficio de Rossi.

Gibernau, sin embargo, s¨ª acept¨® el reto del campe¨®n. Tras ¨¦l se fue. Seis vueltas se llevaban y el espa?ol era el segundo, un puesto de privilegio en casos como ¨¦ste. Pero, en una curva, la Honda le cule¨®, la rueda trasera dibuj¨® una ese en el asfalto y Gibernau se fue espectacularmente al piso. Arrodillado, comenz¨® a dar golpes al suelo. Dos semanas despu¨¦s de ganar en Welkom (Sur¨¢frica), Gibernau abandonaba en el que estaba convencido que ser¨ªa su d¨ªa de gloria. Tras la decepci¨®n, se sincer¨®: "Quiz¨¢ mi problema sea que me he visto muy pronto capaz de ganar a Rossi. Creo que cada uno tiene que aceptar su rol".

El caso es que desde el adi¨®s de Gibernau hasta el final de la prueba no qued¨® m¨¢s que el habitual paseo tur¨ªstico de Rossi por su circuito preferido, que le sigue rindiendo pleites¨ªa.