Pueden, ?quieren?
Nunca un primer ministro israel¨ª ha estado tan fuerte para pactar con los palestinos como Sharon aunque haya desaparecido su villano favorito, Sadam Husein. Nunca un presidente de EE UU ha llegado a estar en tales condiciones como Bush tras la guerra de Irak para poder forzar un acuerdo entre israel¨ªes y palestinos. Y por primera vez hay un consenso general en la comunidad internacional de que la ¨²nica soluci¨®n es la de dos Estados democr¨¢ticos. Mas, ?querr¨¢n Bush y Sharon?
Washington parece querer deshacerse del Cuarteto (EE UU, la UE, la ONU y Rusia) que ha alumbrado la Hoja de Ruta; reabrir ¨¦sta para dar satisfacci¨®n a algunas objeciones de Sharon; desplazar totalmente a Arafat (presidente elegido por los palestinos y el ¨²nico referente hist¨®rico, aunque no guste a la Administraci¨®n ni a Aznar) en favor de Abu Mazen (primer ministro nombrado, con una popularidad que no pasa del 3%); y encargarse ellos, sin los europeos, del control de la aplicaci¨®n de la Hoja de Ruta que apoyan los palestinos.
No hay raz¨®n para el optimismo, salvo que ambos quieran entrar en la historia. Y hay poco tiempo. En unos di¨¢logos organizados en Sevilla por las fundaciones Bertelsmann y Tres Culturas, se puso de manifiesto que si no se aprovechan los pr¨®ximos seis meses para que arranque un nuevo proceso de paz, no s¨®lo se perder¨¢ la ocasi¨®n por varios a?os, sino posiblemente para siempre. El calendario es endiablado. La situaci¨®n en Irak se le puede complicar a EE UU en unos meses, cuando los distintos grupos iraqu¨ªes hayan tenido tiempo de organizarse. Y Bush entrar¨¢ a fin de a?o en periodo de elecciones para las que necesita asegurarse el voto jud¨ªo (peque?o pero importante, y que est¨¢ girando a la derecha) y el de su base, los cristianos evangelistas (entre 40 y 70 millones), vinculados a la causa israel¨ª a trav¨¦s del "evangelismo sionista", opuesto al islam.
Esta semana, tras la visita de Powell a Jerusal¨¦n que Sharon estuvo a punto de echar a pique pues pretend¨ªa hablar s¨®lo con el emperador, Bush recibir¨¢ en Washington al primer ministro israel¨ª. Condici¨®n necesaria, si bien no suficiente, para desbloquear la situaci¨®n es que Bush presione sobre Sharon. ?Lo har¨¢? En principio, ahora tendr¨ªa Bush fuerza suficiente para tirar adelante, pese a estos grupos y a los neoconservadores radicales en su Administraci¨®n. El hecho de que Aznar, tras hablar con ¨¦l en la Casa Blanca, se dirigiera al Comit¨¦ Jud¨ªo Americano para se?alar que un Estado palestino democr¨¢tico "es la mejor garant¨ªa para la seguridad de Israel", indica que algo puede moverse. Pero los palestinos no podr¨¢n avanzar hacia la democracia bajo la ocupaci¨®n militar y la violencia. "Dos d¨ªas sin funerales", piden. E Israel, el fin de los atentados, para conseguir lo cual habr¨ªa un enfrentamiento armado entre palestinos. Y mientras, Arafat har¨¢ todo lo posible para que fracase Abu Mazen.
El tiempo para una soluci¨®n basada en dos Estados se agota, seg¨²n el analista israel¨ª Yossi Alpher, al estar Israel perdiendo la guerra demogr¨¢fica: en 10 a 20 a?os, es decir, pasado ma?ana, habr¨¢ un 45% de jud¨ªos y un 55% de ¨¢rabes entre el r¨ªo Jordan y el Mediterr¨¢neo. Tal situaci¨®n llevar¨¢ a otras opciones. Si se va a la democracia de una persona, supondr¨ªa el fin de Israel, al menos como Estado jud¨ªo. O a un intolerable r¨¦gimen de apartheid como en la antigua Sur¨¢frica con una minor¨ªa jud¨ªa mandando sobre una mayor¨ªa ¨¢rabe bantustanizada. Quiz¨¢s ¨¦sta es una raz¨®n por la que, antes de por un Estado independiente pero demediado, algunos palestinos aboguen ya por un protectorado internacional sobre los territorios ocupados, como en Kosovo.
Sorprende que en algunos debates los palestinos parezcan ignorar que ha habido una guerra en Irak y que la correlaci¨®n de fuerzas regionales y globales ha cambiado. Antes del 11-S de 2001, casi desde la indiferencia y la mala experiencia de Clinton, Powell afirm¨® que entre israel¨ªes y palestinos, EE UU estaba "para asistir, y no para insistir". Esta vez, tiene que insistir.
aortega@elpais.es
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