Ser periodista (libre) en Cuba
En 1997, el quiz¨¢ m¨¢s alto escritor del periodismo independiente cubano, Ra¨²l Rivero -fundador y director de la agencia CubaPress-, fue v¨ªctima de las Brigadas Castristas de Respuesta R¨¢pida -porra paramilitar que el r¨¦gimen de Castro utiliza para cometer hechos vand¨¢licos que no le conviene confiar a sus fuerzas armadas-, que sitiaron su casa en uno de los llamados "actos de repudio".
Ra¨²l Rivero llam¨® "orwelliana" a la agresi¨®n, que le hac¨ªa "temer seriamente por nuestra integridad f¨ªsica y la de nuestra familia". Calificaba as¨ª, con el apellido del c¨¦lebre autor de la novela 1984, a la represi¨®n castrista porque delirantemente sus denostadores lo acusaban de ser "un periodista batistiano". "Yo, que s¨®lo ten¨ªa siete a?os cuando cay¨® Batista", fue el ir¨®nico comentario de Rivero, nacido en 1952.
No fue entonces ¨¦l la ¨²nica diana de aquella "locura", sino que, como ahora, en abril de 2003, en que fue condenado a 20 a?os de prisi¨®n junto con alrededor de 70 otros periodistas y opositores, cuyas sentencias suman en total m¨¢s de mil a?os de c¨¢rcel; pero esta vez ejecutada por "brigadistas" que se supone que representan a la justicia. Seis a?os atr¨¢s lo acompa?aron en la vesania m¨¢s de una decena de colegas en el periodismo, como L¨¢zaro Lazo, director del Bur¨® de Periodistas Independientes; Joaqu¨ªn Torres, codirector de Habana Press, y Jorge Olivera, al que expulsaron de su casa. Igual suerte corrieron Ana Luisa L¨®pez y Tania Quintero, de CubaPress; V¨ªctor Rolando, a quien encarcelaron en la notoria prisi¨®n de Kilo 5, as¨ª como a Rafael Solano, que hoy vive en Madrid, y otro Rivero, Jos¨¦, narrador y tambi¨¦n poeta, como el primer Rivero. Y bastantes m¨¢s.
Las peque?as (en verdad, min¨²sculas) agencias de prensa independiente se dan a conocer (es casi una met¨¢fora) en la ¨²ltima d¨¦cada del reci¨¦n pasado siglo, sobre todo hacia 1995, y podr¨ªamos decir que son un corolario de los tambi¨¦n peque?os movimientos de disidencia y en pro del respeto a los derechos humanos dentro de la isla. Esa germinal oposici¨®n al sistema necesitaba una expresi¨®n y ellos -periodistas y "agencias"-, en cierta forma, pasaron a ser su voz. Aunque hay que aclarar que ni los unos ni las otras pretenden ser pol¨ªticos, sino servidores p¨²blicos, informando a los ciudadanos cubanos especialmente de lo que sucede en su pa¨ªs. Parad¨®jicamente, para conseguir ese prop¨®sito tienen que emplear los canales internacionales, especialmente las emisoras de radio que funcionan en Miami y cuyas se?ales llegan a Cuba, pues la prensa oficial -escrita, radial y televisiva- les cierra a cal y canto sus espacios. Pero tambi¨¦n peri¨®dicos como El Nuevo Herald y Diario Las Am¨¦ricas, los dos de Miami.
Sobra decir que trabajan en condiciones materiales paup¨¦rrimas, sin equipamiento t¨¦cnico alguno: quiz¨¢s un escritorio, algunas hojas de papel, un bol¨ªgrafo o un l¨¢piz son sus instrumentos de labor, que alcanza su m¨¢xima fortuna en una vieja m¨¢quina de escribir. El tel¨¦fono es posiblemente su veh¨ªculo de transmisi¨®n privilegiado, ya que es el aparato que los pone en relaci¨®n con el mundo exterior. Sin ¨¦l, su aislamiento ser¨ªa total.
Pero m¨¢s precarias que las condiciones en que trabajan son las circunstancias que entornan sus vidas, sus personas, pues no reciben salario alguno por su dedicaci¨®n profesional, subsistiendo de las ayudas que les brindan medios de comunicaci¨®n u organizaciones de periodistas en el extranjero (Reporteros sin Fronteras, verbigracia), al igual que mediante el premio que les otorgara la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP): Pluma de Oro de la Libertad. Y, por supuesto, de los derechos de autor que reciben cuando sus art¨ªculos y reportajes son publicados fuera.
Inconcebiblemente, la Uni¨®n de Periodistas de Cuba, que, aunque oficial, deb¨ªa ser una organizaci¨®n corporativa que los amparase, se une a los rufianes de las brigadas tild¨¢ndolos de "traidores", "vendepatrias" y "anexionistas de nuevo cu?o".
El periodista norteamericano Elise Ackerman, que visit¨® a Rivero en 1995, describe as¨ª su "oficina" de prensa: "Desde su apartamento en Centro Habana [una de las zonas m¨¢s ruinosas de la capital], Rivero dirige a un pu?ado de reporteros y a alrededor de una docena de corresponsales en el resto de la isla. (...) Es dif¨ªcil considerar el desolado apartamento de Rivero como una sala de redacci¨®n. Las paredes est¨¢n descacaradas, la habitaci¨®n desierta y s¨®lo hay unos sillones, una mesa y un refrigerador. Tras dejar su trabajo en la prensa oficial en 1989, Rivero ha ido vendiendo sus enseres para subsistir. Se refiere a su agencia como 'una abstracci¨®n', pese a los cientos de despachos que ha distribuido el ¨²ltimo a?o".
Quiz¨¢ todo esto -quiero decir la clausura de la prensa libre y la actual persecuci¨®n al periodismo independiente- comenz¨® al a?o de instaurarse la revoluci¨®n en el poder. Para 1960 ya no exist¨ªa prensa independiente. Uno tras otro todos los peri¨®dicos fueron cayendo a lo largo de 1959 y comienzos del 60, de Alerta -diario sin duda batistiano que fue tomado casi el c¨¦lebre 1 de enero- al Diario de la Marina -conservador-, pasando por El Pa¨ªs, El Mundo, Prensa Libre, hasta sumar en torno a una decena de informativos nacionales -los provinciales corrieron igual suerte-. La decapitaci¨®n m¨¢s aparatosa fue la de La Marina, al ser festejada como todo un acontecimiento. Siguiendo una pr¨¢ctica que ya hab¨ªa sido ensayada en ciudades del interior, fue "enterrada". Su "entierro" tuvo lugar en la Universidad de La Habana. All¨ª, en la hist¨®rica colina, fue instalado el sarc¨®fago y "velado" despu¨¦s de haber sido paseado por las calles de La Habana al son de maracas, trompetas y tambores, cual si de una comparsa se tratara.
Al d¨ªa siguiente, el subdirector de Prensa Libre -el m¨¢s popular diario vespertino, y que no tardar¨ªa en "caer" tambi¨¦n-, Humberto Medrano, escribir¨ªa en un editorial: "Es doloroso ver enterrar a la libertad de pensamiento en un centro de cultura. Es como ver enterrar un c¨®digo en un tribunal de justicia. Porque lo que se enterr¨® anoche en la Colina no fue un peri¨®dico determinado. Se enterr¨® simb¨®licamente la libertad de pensar y decir lo que se piensa".
Lo curioso es que tan s¨®lo unos meses atr¨¢s, en julio de 1959, Fidel Castro hab¨ªa declarado en una comparecencia televisiva: "Nosotros hemos proclamado el derecho que tiene todo el mundo a escribir lo que piensa, desde el Diario de la Marina hasta el peri¨®dico Hoy (comunista). Eso es la democracia".
Cuando a¨²n pod¨ªa ser entrevistado por la prensa extranjera, y sus magn¨ªficos art¨ªculos eran publicados tambi¨¦n en el extranjero, Ra¨²l Rivero le hizo esta l¨²cida observaci¨®n al mencionado periodista Ackerman: "Es muy dif¨ªcil aprender a ser libre y a pensar por uno mismo. Adquirir el lenguaje y el estilo de un hombre libre es un proceso complejo. No ha sido f¨¢cil para nosotros [los periodistas independientes]".
En fin, lo que Ra¨²l Rivero tem¨ªa se ha producido: las rejas de la c¨¢rcel se cierran tras ¨¦l por 20 a?os. Su indoblegable reclamo a pensar libremente y a expresar con id¨¦ntica libertad lo que piensa le ha granjeado este tributo. Mas con el sacrificio suyo, sin duda doloroso, terrible, responde con un s¨ª estremecedor a la demanda de Quevedo: "?...Nunca se ha de decir lo que se siente?".
C¨¦sar Leante es escritor cubano.
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