Las municipales, primer pelda?o hacia la Generalitat
Pasqual Maragall y Artur Mas se plantean los comicios locales como unas primarias de las auton¨®micas de oto?o
Nadie espera que las municipales sean una revoluci¨®n en Catalu?a. Ni el Partit dels Socialistes (PSC) ni Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) creen que se produzcan grandes cambios tras estos comicios. Pero ambas formaciones consideran que despu¨¦s del 25-M se ver¨¢ el futuro hacia el Palau de la Generalitat algo m¨¢s despejado. A juicio de socialistas y convergentes, estas elecciones deben dar, primeramente, respuesta a las siguientes preguntas: ?Se incrementar¨¢ el voto socialista en el hist¨®rico cintur¨®n de Barcelona? ?Recuperar¨¢ CiU los 120.000 votos que perdi¨® en las pasadas municipales de 1999 en la ciudad de Barcelona? ?C¨®mo se equilibrar¨¢ el voto entre CiU y PSC en las comarcas?
Los cabezas de lista de ambas formaciones -Pasqual Maragall y Artur Mas- han afrontado esta campa?a como si de unas aut¨¦nticas primarias se tratara. No por el calado del debate de ideas, sino por el duelo dial¨¦ctico-declarativo entre CiU y PSC. El presidente de la Generalitat lo verbaliz¨® ayer por ver primera al asegurar en Lleida que "Maragall quiere convertir las municipales en unas primarias". Pero no s¨®lo lo hace Maragall: la batalla medi¨¢tica que diariamente libran CiU y PSC as¨ª lo testifica.
Mas busca el cuerpo a cuerpo con Maragall, mientras que el candidato socialista lo reh¨²ye al considerar al conseller en cap el sucesor de su oponente natural, el presidente Jordi Pujol.
El l¨ªder socialista, adem¨¢s, practica durante esta campa?a las salidas en tromba que tanto desconciertan a CiU. Luego se niega a contestar a Mas. Estas municipales tienen la particularidad de que las protagonizan quienes no son alcaldes y que el lenguaje utilizado en la campa?a est¨¢ rompiendo los c¨¢nones de anteriores ocasiones. Comienza a desaparecer la urbanidad en el vocablo que caracterizaba al apacible oasis catal¨¢n. Las palmeras se han agitado m¨¢s de lo habitual con la tormenta de arena desencadenada por unas palabras de Maragall. El pasado jueves, el l¨ªder socialista abri¨® fuego acusando a CiU de practicar el "caciquismo". El s¨¢bado a?adi¨®, en la misma l¨ªnea, que el catalanismo de CiU "mira la pureza de sangre y de estirpe".
El contenido de las palabras de Maragall, que por otra parte describen el clientelismo que todo partido tiende a practicar en el puro ejercicio del poder, han abierto la caja de los truenos. Y han transgredido tab¨²es.
En 23 a?os de autonom¨ªa, muy pocos se han atrevido a hablar de un asunto tan espinoso como la integraci¨®n de los inmigrantes -conocidos como charnegos, t¨¦rmino en desuso- llegados a Catalu?a desde otras partes de Espa?a en los a?os sesenta. El primer secretario del PSC, Jos¨¦ Montilla -un cordob¨¦s nacido en Izn¨¢jar-, insisti¨® en que la federaci¨®n nacionalista no mide a todos los ciudadanos seg¨²n su origen o su ideolog¨ªa. A los socialistas se le ha acusado de agitar el espantajo de espa?olizar o vasquizar la campa?a electoral con el temido recurso a la existencia de dos comunidades.
La indignaci¨®n convergente tampoco ha sido ajena a esa espa?olizaci¨®n o vasquizaci¨®n, pues el propio conseller en cap pidi¨® anteayer a la direcci¨®n socialista que "le ponga un bozal" a Maragall, un s¨ªmil zool¨®gico que no dice mucho en favor del retorno de la calma al oasis.
Los nacionalistas acusan al PSC de buscar con afirmaciones que juzgan populistas la movilizaci¨®n del voto socialista en el cintur¨®n de Barcelona y en la capital catalana, lo que con cifras en la mano es una verdad a medias: el PSC obtuvo en las elecciones legislativas de 2000 alrededor de 40.000 votos menos que en las auton¨®micas y las municipales de 1999.
Para terminar de remover las aguas, ayer irrumpi¨® en campa?a la inmigraci¨®n no comunitaria, un tema sacado a debate por el Partido Popular con la frase "en Catalu?a no cabemos todos". La propia CiU se ha declarado contraria a la concesi¨®n de voto en las elecciones municipales a los ciudadanos no nacidos en la Uni¨®n Europea. Josep Antoni Duran Lleida, secretario general de CiU, advirti¨® ayer de que la inmigraci¨®n puede "desfigurar" la personalidad de Catalu?a, pero al afectar a quienes no pueden ejercer el derecho a voto no se convertir¨¢ previsiblemente en un asunto tan pol¨¦mico como el de la "la pureza de sangre y estirpe".
En los 10 d¨ªas de campa?a que restan, Mas seguir¨¢ buscando el cuerpo a cuerpo declarativo con Maragall, mientras que el l¨ªder socialista continuar¨¢ recorriendo el territorio con el objetivo de ganar votos en zonas en las que la suerte le es esquiva.
Porque para CiU estas elecciones son la primera oportunidad de tomarle el pulso a sus posibilidades de hacerse nuevamente con la Generalitat, mientras que para los socialistas se trata de un pelda?o que tras los ayuntamientos conduce a la Generalitat y despu¨¦s incluso hasta La Moncloa.
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