Sociedad de s¨ªntomas
Estamos en una sociedad que ataca los s¨ªntomas y no las enfermedades. Hay enfermedades graves entre nosotros; desde las globales a las del hogar. La gran derecha ataca los s¨ªntomas, y en eso consiste su fuerza y lo espeso de su inteligencia: endurece las penas de prisi¨®n o los castigos, pero no destierra la pobreza. Y sin pobreza no habr¨ªa riqueza: se sabe que no es un problema de escasez de bienes en el mundo, sino de acaparamiento; y esa vieja ley darwiniana se llama sistema capitalista.
Estamos en presencia de una nueva alarma y de una nueva indignaci¨®n, que comparto, por el aumento de uxoricidios: pedimos m¨¢s penas altas y juicios m¨¢s r¨¢pidos, pero no trabajamos sobre la enfermedad, muchas veces hereditaria, que cae sobre la pareja: virus religiosos, tradicionales, econom¨ªa sexual, falta de equidad en el divorcio. La muerte es el extremo final de un desequilibrio que empieza en el abuso de fuerza por quienes tienen m¨¢s: el hombre sobre la mujer, la madre sobre el hijo, el hijo sobre la hermanita y ¨¦sta sobre la m¨¢s peque?a, que tira al gato del rabo. Las incorporaciones de mujeres a las listas electorales no curan la enfermedad de que est¨¢ peor tratada continuamente, y en los salarios pierde un 30% respecto al hombre: pero sus votos pesan lo mismo. La demagogia de Aznar al decir que va a incluir incapacitados en sus listas para las elecciones generales es otra pesca de votos en una sociedad que no hace esfuerzos justos para atenuar sus desventajas; pero quiere su peso.
Estamos ante dos noticias gemelas: los rebeldes musulmanes suicidas chechenios vuelan edificios oficiales y matan y hieren a sus ocupantes; en Arabia Saudita otros musulmanes suicidas vuelan edificios de EE UU y matan y hieren: en el primer caso, alab¨¢bamos antes a los independentistas chechenios aplastados por el oso; en el segundo, son terroristas de Al Quaeda. Seg¨²n nuestra sem¨¢ntica de los s¨ªntomas; o sea, seg¨²n la gram¨¢tica parda. La enfermedad es superior a los s¨ªntomas: la enfermedad musulmana es parte de la enfermedad global de los explotados, humillados y ofendidos, y el islamismo mortal es una defensa propia del eterno juego de acaparar o acumular y empobrecer: todav¨ªa no s¨¦ qu¨¦ pensar del 11 de septiembre en Nueva York -a veces acci¨®n y reacci¨®n se confunden-, pero muy bien podr¨ªa ser, como lo de Chechenia o lo de Arabia Saudita, la misma respuesta defensiva y el ataque a Afganist¨¢n, a Irak, a Palestina, una parte del desequilibrio.
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