...Y Zidane perdi¨® el aliento y la magia
Los apasionados 'tifosi' convierten Delle Alpi en una olla de intimidaci¨®n
![Diego Torres](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F905d2291-3bc7-4951-9b10-14c4000df79f.png?auth=71540af241da7b2d45e7ccd8aac79de09feb0b15263f9f39b72b24c67ae654b5&width=100&height=100&smart=true)
En la olla de intimidaci¨®n en que se convirti¨® el estadio Delle Alpi brillaba el fuego de las bengalas y el sonido vibrante de un c¨¢ntico se filtraba a trav¨¦s de la humareda. "?Ronaldo, tu sei un figlio de puta...!", gritaban una y otra vez, de la curva norte a la curva sur, los hinchas del Juventus. Y Ronaldo, lentamente, comenzaba a correr por el medio del campo. Era el descanso y el Madrid perd¨ªa por 2-0. Urg¨ªa marcar un gol, m¨¢s que nunca, y el t¨¦cnico, Vicente del Bosque, hac¨ªa calentarse al brasile?o, lesionado en el partido de ida. El delantero trot¨® durante diez minutos en compa?¨ªa del preparador f¨ªsico, Javier Mi?ano. Se cogi¨® los tobillos, se frot¨® los gemelos, se mir¨® los pies. Le insultaron de nuevo. Toc¨® un bal¨®n, esprint¨®, hizo alg¨²n quiebro. Le abuchearon. El recuerdo de su paso por el Inter de Mil¨¢n estaba ayer fresco en Tur¨ªn.
Tras el gol de Nedved, estocada mortal, Hierro se agarr¨® la nariz y clav¨® la mirada en el suelo
El partido se reanud¨® con una nueva salva de bengalas y una pancarta de cien metros estirada a lo largo de la curva sur: "Hay una estrella en el cielo que indica el camino. Fuerza, Juve, vencer es tu destino". Por lo visto, el Madrid se hab¨ªa encontrado con la horma de su zapato. Un club prepotente con aficionados que gustan de las consignas fastuosas de raigambre totalitaria. Ah¨ª hab¨ªa gente de toda Italia. De Campania, del Lazio, de Mantova, de Modena, de Brescia, del valle de Aosta...
El Juventus salt¨® al campo cargado de motivaci¨®n y adrenalina. Sea por su c¨¦lebre preparaci¨®n atl¨¦tica o porque la media de sus jugadores posee una complexi¨®n superior, lo cierto es que los futbolistas de camiseta a rayas se vieron unos cuantos puntos por encima del Madrid en el plano f¨ªsico. M¨¢s frescos y, sobre todo, m¨¢s r¨¢pidos. El Madrid, en cambio, se fue desinflando. Cuando no lo golpearon con una andanada de faltas, fue superado por las continuas p¨¦rdidas de bal¨®n por su centro del campo. Despu¨¦s del gol de Del Piero, el segundo, Hierro parec¨ªa desconcertado. El capit¨¢n se acababa de comer un regate, lo mismo que Salgado, y la moral se dilu¨ªa de pronto. Los jugadores ni se miraron a la cara. Apenas hubo voces de aliento entre unos y otros. M¨¢s bien, un silencio ahogado en medio del grito de triunfo de los tifosi.
El gol de Del Piero, el ¨ªdolo local por excelencia, tuvo un efecto paralizante. Guti, uno de los pocos que supo mover el bal¨®n con intenci¨®n en el medio campo, se hab¨ªa dejado llevar por la ira en una pelea con Thuram. Helguera parec¨ªa ofuscado, como Salgado. Roberto Carlos se ausentaba o se quedaba perplejo mirando las progresiones desaforadas de Thuram por su banda. Figo discut¨ªa con Guti, que le recriminaba su tendencia a trasladar la pelota en todo momento. Casillas hab¨ªa recobrado de s¨²bito la condici¨®n de portero mortal. Y Ra¨²l no pod¨ªa zafarse de las argucias de un tipo con m¨¢s a?os de brega que ¨¦l. A la salida de una apendicitis, se hab¨ªa encontrado de frente con un central de rompe y rasga, el m¨¢s completo del calcio, Montero.
"?Juve, Juve, Juve...!", alentaba la tribuna con el viento favorable del 2-0. No parec¨ªa que hubiera nada en el mundo capaz de revertir la suerte. Si acaso, Ronaldo. Pero su incursi¨®n en el ¨¢rea, en el segundo tiempo, fue una explosi¨®n de fuerza en balde. Cay¨® al suelo con los tacos de Montero impresos en la pantorrilla lesionada hace una semana. Se levant¨® cojeando y el penalti, lanzado por Figo, result¨® un nuevo fiasco. A los cinco minutos el Juventus se pon¨ªa 3-0 con el tanto del atacante que faltaba en su tr¨ªo de fuoriclase: el checo Nedved. Otro golpe tremendo. Tras el gol, una estocada mortal, Hierro se agarr¨® la nariz y clav¨® la mirada en el suelo. Ronaldo puso los brazos en jarras y mir¨® el reloj. Y Zidane se sec¨® el sudor con la camiseta. El media punta franc¨¦s hab¨ªa regresado a su antiguo estadio, ante sus viejos fan¨¢ticos, para que le vieran perder el aliento y la magia, aunque les metiese el miedo en el cuerpo con su gol final, el del 3-1. Anoche los dioses estaban con la Juve. El ¨¦xito, y el Madrid lo sabe mejor que nadie, nunca es definitivo.
![Del Piero y Trezeguet, su autor, celebran el primer gol del Juventus.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MPS5ZMAVJMY6YPBX2EYCAODEKI.jpg?auth=4bdef6c1e880017354f7b4023b91ee48f44b8f725bc94de81638028c801038ca&width=414)
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