Unos sue?an; otros s¨®lo fabulan
En Galicia, quiz¨¢s como en otros muchos lugares de Espa?a, se oyen estos d¨ªas entusiastas, y disparatadas, promesas electorales. La otra noche, en un peque?o pueblo pontevedr¨¦s, en un escenario decorado con unos incre¨ªbles pl¨¢sticos negros que recordaban la infausta marea negra, esta enviada especial oy¨® a una joven candidata popular prometer, de un tir¨®n y casi sin respirar, una residencia de ancianos, un centro deportivo, una nueva carretera, un extraordinario plan de asistencia a los mayores, un programa de empleo para los j¨®venes que borrara de cuajo el paro y el compromiso de pasar un d¨ªa entero de la semana en cada una de las parroquias del concejo (lamentablemente ese concejo en concreto tiene diez parroquias). Hay incluso un candidato en Vigo que se ha despachado nada menos que con la promesa de un puente de 4,5 kil¨®metros y tambi¨¦n con el estupendo compromiso de llegar al pleno empleo en esa importante ciudad en un plazo seis a?os (la ventaja, claro est¨¢, es que, en el mejor de los casos, el de salir elegido, su mandato s¨®lo dura cuatro a?os, as¨ª que arree el que llegue despu¨¦s).
El arrebato llega a muchos pol¨ªticos. Incluso Mariano Rajoy, un vicepresidente que quiere caracterizarse por su sentido com¨²n, habla todo el tiempo del Plan Galicia como se si tratara de algo que est¨¢ ah¨ª, a la vuelta de a esquina: se va a poder viajar de las cuatro capitales gallegas a Madrid en menos de tres horas, pregona, y todo gracias al tren de alta velocidad; entre Vigo y Pontevedra se va a tardar s¨®lo diez minutos, y entre Vigo y A Coru?a, 49... Se trata, sin duda, de un plan colosal, pero la verdad es que de momento no se han incluido inversiones importantes en los planes de infraestructuras ni existen en la mayor¨ªa de los casos ni tan siquiera los estudios previos imprescindibles. Es muy posible que en la campa?a electoral de dentro de cuatro a?os se vuelva a anunciar la misma maravilla, cuyo horizonte m¨¢s probable se sit¨²e en 2010 que en el 2003. Pero no importa: los espa?oles creemos que en ¨¦poca electoral los buenos pol¨ªticos tienen derecho a so?ar, y los malos, a fabular.
La verdad es que Galicia ha pasado este a?o d¨ªas muy malos y que tiene ganas de escuchar cosas agradables. En los momentos m¨¢s duros del chapapote del Prestige el Gobierno tuvo que proporcionar ayudas econ¨®micas directas y regulares a m¨¢s de 18.000 personas. Han pasado seis meses, la Xunta afirma que ya han desaparecido casi todos los efectos de la marea negra, pese a que el petrolero hundido sigue all¨ª, y a primera vista la costa parece igual de hermosa que siempre. Pero el propio Rajoy reconoce que a¨²n hoy m¨¢s de 5.500 personas siguen recibiendo esas ayudas econ¨®micas.
Es dif¨ªcil calcular cu¨¢l ser¨¢ el efecto del caso Prestige en el voto del pr¨®ximo 25M. Muchos creen en Galicia que provocar¨¢ el casi total hundimiento del Partido Popular en las grandes ciudades, donde ya hab¨ªa perdido las alcald¨ªas antes de la cat¨¢strofe y donde ahora puede correr la humillaci¨®n de convertirse incluso en tercera fuerza. Es en las ciudades gallegas donde a¨²n se ven banderas de "nunca m¨¢is" colgadas de algunas ventanas y donde m¨¢s se nota el enfado de los ciudadanos por lo que siguen considerando ineficacia y oscurantismo de las autoridades gallegas y del Gobierno de la naci¨®n en los primeros d¨ªas de accidente del petrolero.
De hecho, siguiendo la campa?a popular, da la impresi¨®n de que el gran objetivo es conservar todos los peque?os pueblos que se pueda para garantizarse, por ejemplo, la Diputaci¨®n de Pontevedra. Por eso, todo un vicepresidente como Rajoy acude a explicar el Plan Galicia en localidades bien peque?as, con cententar y medio o dos centenares de seguidores. Y aun as¨ª, en algunos de ellos le espera tambi¨¦n un pu?ado de j¨®venes que, generalmente retenidos por la Guardia Civil a un lado de la carretera, le increpa y le canta canciones reivindicativas. Rajoy hace como que no les escucha, pero luego, en el restaurante o en la nave industrial donde da el mitin, arremete contra los protestones hasta casi compararlos con peligrosos agitadores revolucionarios.
Quienes deber¨ªan recoger el enfado que provoc¨® el Prestige son el PSOE y el Bloque Nacionalista Galego. Sin embargo, es posible que el BNG, liderado por Xos¨¦ Manuel Beiras, salga m¨¢s beneficiado que los socialistas, empe?ados en reproducir el tono moderado y tranquilo de su l¨ªder, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, en toda la campa?a. El sosiego es algo que puede ser muy valioso pero que, desde luego, resulta muy poco propicio para recibir votos airados, como son los de una parte de los votantes urbanos gallegos. El BNG sigue present¨¢ndose casi como un contrapoder, pese a que preside ya varios ayuntamientos, incluido Vigo, donde ahora compite con un serio candidato socialista, el ex juez Ventura P¨¦rez Mari?o. Y es esa imagen rebelde del Bloque la que ayuda a mezclar muy bien sentimiento nacionalista y enfado generalizado. Es seguro que BNG y PSOE se unir¨¢n en donde sea necesario para garantizarse el gobierno de los ayuntamientos que puedan, pero tambi¨¦n es verdad que oy¨¦ndoles hablar por separado en m¨ªtines y reuniones da la impresi¨®n de que BNG y PSOE tienen cada d¨ªa menos afinidades.
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