Patti tiene poder
Hizo bien Gabriel Planella, director del Festival Internacional de Poesia de Barcelona, en dejar a Patti Smith para el final: evit¨® as¨ª que le ocurriese como en su debut, hace dos a?os, cuando la desmesurada presencia esc¨¦nica de Enric Casasses empeque?eci¨® a los que le vinieron detr¨¢s. Smith, mito viviente para dos o tres generaciones crecidas al abrigo del activismo pol¨ªtico de los sesenta, repiti¨® de entrada lo que lleva diciendo desde que aterriz¨® en la ciudad: que hab¨ªa alucinado con el esp¨ªritu antibelicista de las manifestaciones de Barcelona y que hab¨ªa que seguir combatiendo "el horror que compartimos", en alusi¨®n a los presidentes que en cierto modo compartimos. La musa rockera, que en un gesto ins¨®lito para un norteamericano se excus¨® por no hablar m¨¢s que ingl¨¦s, remat¨® su actuaci¨®n con lo que mejor saber hacer, cantar. El vigor y la convicci¨®n con que interpret¨® People has the power (letra hippy, acordes folkie, esp¨ªritu punkie) contagiaron al p¨²blico, que no pudo resistir m¨¢s y acompa?¨® el himno en pie. Fue un buen colof¨®n a un festival, fin de fiesta de los Set Dies de Poesia a la Ciutat que organiza el Instituto de Cultura de Barcelona, que hab¨ªa tenido otros despuntes musicales, aunque ninguno tan optimista como el de la incurable Patti: "People has the power, and the power is poetry".
Fin de fiesta de los Set Dies de Poesia en el Palau de la M¨²sica: el p¨²blico, en pie, salud¨® 'People has de power' en boca de Patti Smith
El primero lo puso Josep Pedrals, ex gran esperanza blanca de la poes¨ªa catalana que el mi¨¦rcoles se consagraba en el Palau de la M¨²sica. Era sin duda la apuesta m¨¢s arriesgada de Planella, pues incluir en el cartel a un poeta de apenas 24 a?os (dos, en realidad: hizo d¨²o con Eduard Escoffet, coet¨¢neo suyo y primero en la historia del festival sin obra publicada) significa reconocer impl¨ªcitamente una especie de relevo generacional. Arriesgada sobre todo para su integridad f¨ªsica, dado el n¨²mero de candidatos por metro cuadrado. Pero Pedrals estuvo a la altura: tard¨® apenas un poema en recuperar el desparpajo que le es propio y a¨²n tuvo el arrojo de decir otro cantando (la m¨²sica, grabada, tambi¨¦n era suya). Todo eso ante 2.000 espectadores, seguramente m¨¢s que sumando los de sus 1.000 recitales anteriores.
El tercer mel¨®mano fue Joan Margarit, que se hizo acompa?ar de un solemne clarinete para dramatizar, como es su estilo habitual, La llibertat. Trascendencia y dolor, un contraste brutal con la alegr¨ªa que emana de la voz y el instrumento, una especie de xil¨®fono con ojos, de la camerunesa Werewere Liking. Residente en Costa de Marfil, Liking alterna un franc¨¦s de fort¨ªsimo aroma colonial y la lengua bassa para denunciar la guerra que devasta aquella zona, sin perder ni el colorido ni la sonrisa. Lo que s¨ª perdi¨®, en la imprevista an¨¦cdota de la velada, fue el instrumento, que se desmoron¨®, por fortuna a pocos versos del final. Complet¨® la primera parte del festival el poeta catal¨¢n en lengua castellana Jordi Virallonga, seguramente una de las voces que mejor combinan iron¨ªa y ternura en la l¨ªrica contempor¨¢nea.
La segunda parte estaba preparada para el lucimiento de los invitados especiales, tres ramas del gran ¨¢rbol del activismo pol¨ªtico norteamericano. John Giorno, performer de renombre y actor consumado (fue el protagonista de la primera pel¨ªcula de Andy Warhol), declam¨® de memoria e hizo re¨ªr al p¨²blico, empe?ado como est¨¢ en "poner fin a los valores familiares" y sustituirlos por la paz, el amor y el c¨¢?amo universales. Amiri Baraka, venerable l¨ªder del movimiento por los derechos de los afroamericanos, transit¨® por el jazz, el down-ku (versi¨®n negra del haiku) y otras mil acrobacias verbales con el fin de poner de vuelta y media a los dirigentes estadounidenses, y fue muy coreado en su reiterada propuesta de encarcelar a Bush. Por fin, Dionisio Ca?as, manchego afincado en Nueva York, estableci¨® otro precedente del festival al aparecer disfrazado de barrendero. Pero nadie contaba, quiz¨¢ por lo de sabio conocido, con el efecto Palau i Fabre: el octogenario autor de La sabata se llev¨® una ovaci¨®n de gala, espont¨¢neo homenaje popular a un trabajador del verso que recita como nadie y que no se averg¨¹enza de rimar de vez en cuando en consonante. Desde que la poes¨ªa dej¨® de ser "t¨² y tu pupila azul", ya nadie sabe muy bien lo que es, pero escuchando el Cant espiritual en boca de Josep Palau i Fabre a uno le parece desentra?ar el misterio.
El mi¨¦rcoles por la noche el Palau volvi¨® a ser el templo de esa Barcelona sensible y concienciada a la vez. Todo el mundo atend¨ªa al espect¨¢culo linternita en mano. Pero como no s¨®lo de verso vive el hombre, m¨¢s de uno ocultaba un auricular en el o¨ªdo. Y esas vibraciones se transmiten. Para agradecer, pues, el favor que el Juve le hizo a la poes¨ªa, no estar¨ªa mal invitar el a?o que viene a alg¨²n italiano, idioma demasiado tiempo ausente de la programaci¨®n. ?Qu¨¦ tal, por ejemplo, Stefano Cingolami, esa reencarnaci¨®n de Bernat Desclot en versi¨®n romana que tanto estamos desaprovechando aqu¨ª?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.