La revoluci¨®n del Racing
El presidente Piterman, en el banquillo, y el entrenador Cos, en el palco
En noviembre de 2002, cuando desembarc¨® en el Racing, Dimitri Piterman prometi¨® cambiar de arriba abajo el f¨²tbol. Algo ha conseguido. Por ejemplo, que el presidente, ¨¦l, se siente en el banquillo y el entrenador, Jes¨²s G¨®mez Cos, en el palco. As¨ª ser¨¢ hoy, ante el Atl¨¦tico. El Racing, del rev¨¦s; el mundo, al rev¨¦s.
Las razones han sido varias, pero todas en la misma direcci¨®n. Una: Piterman gan¨® la batalla al Comit¨¦ de Entrenadores al demostrar que pod¨ªa acreditarse como delegado del equipo y, por lo tanto, desarrollar su cuota de t¨¦cnico a ras de c¨¦sped, que es lo que pretend¨ªa. Otra, por lo contrario: el comit¨¦ le ha ganado la batalla, de momento, a Chuchi Cos, el entrenador oficial, sancionado con un a?o de suspensi¨®n por quebrantamiento precisamente de una sanci¨®n, lo que le obliga a irse a la grada. Entre unos y otros, la revoluci¨®n.
"Todo comenz¨® cuando, tras ascender la pasada temporada a la Segunda Divisi¨®n B con el Palam¨®s, tuvimos que tramitar mi licencia de entrenador para la categor¨ªa nacional", recuerda G¨®mez Cos; "por un error del secretario del club gerundense, se tramit¨® la ficha en la federaci¨®n catalana en vez de en la espa?ola, que era la que correspond¨ªa. Tan inocente era la cuesti¨®n que incluso firm¨¦ las actas de los primeros cinco partidos, cuando pod¨ªa no haberlo hecho, y me encontr¨¦ con una sanci¨®n de un mes que no sab¨ªamos cu¨¢ndo cumplir".
As¨ª que Cos sigui¨® entrenando. Despu¨¦s se fue al Racing con Piterman e hizo lo propio y ahora ha sido sancionado con un a?o de suspensi¨®n. El problema es que, de ampliarse la denuncia y por el tiempo que entren¨® fuera de la ley, podr¨ªa recibir una segunda sanci¨®n, en este caso a perpetuidad. "No s¨¦ si se trata de una persecuci¨®n ahora que vamos tan bien", piensa Cos.
En el Comit¨¦ de Entrenadores se agarran a la ley. Su secretario, Eusebio Mart¨ªn, recuerda que "se ha producido una infracci¨®n del reglamento, primero, y despu¨¦s un quebrantamiento de la sanci¨®n, por lo que hay que atenerse a las normas". "Si hab¨ªa dudas sobre el cumplimiento de la sanci¨®n, que hubieran preguntado", comenta.
Piterman ya tiene una soluci¨®n dr¨¢stica si los recursos no funcionan: "Le contrato como futbolista y as¨ª se sienta en el banquillo". Cos no hace ascos a esa soluci¨®n. "A¨²n estoy como un tiro", afirma, aunque se convertir¨ªa en el ¨²nico jugador del plantel con el puesto asegurado en cada convocatoria.
La revoluci¨®n habr¨ªa alcanzado entonces el ¨¦xtasis: el presidente, como delegado, en el banquillo; el entrenador, como jugador, en el banquillo, y el segundo entrenador, como entrenador oficial, en el banquillo. Y seis jugadores suplentes , y el m¨¦dico, y el masajista... M¨¢s que un banquillo futbol¨ªstico, la platea de la revoluci¨®n.
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