La Europa quebrantada
La pesada digesti¨®n de Irak confirma el augurio de que ganar la paz ser¨ªa m¨¢s intrincado que imponer la victoria militar. Por el lado de Washington, su caos administrativo-pol¨ªtico en Bagdad, el ¨¦xtasis del fundamentalismo chi¨ªta, los atentados en Arabia Saud¨ª, esa nueva evidencia de que la guerra da?ar¨ªa al antiterrorismo. Estaba escrito.
Desde el flanco de aqu¨ª afloran las intenciones de recomponer la unidad interna de la Uni¨®n Europea (UE) olvidando el pasado; el encargo de los Quince a Javier Solana de elaborar un memorando sobre una futura pol¨ªtica com¨²n de Defensa; el debate sobre un "ministro europeo de Asuntos Exteriores" en la Convenci¨®n; las promesas de recomposici¨®n euroatl¨¢ntica con "pragmatismo" y actitud "constructiva", Chirac dixit.
Londres y Madrid violaron dos acuerdos formales de los Quince y los art¨ªculos 16 y 19 del Tratado de la UE. O cambian su rumbo, o seguir¨¢ la fractura
?Pragmatismo constructivo?Hoy se traduce en la sordina con que la UE recibe un proyecto de resoluci¨®n del Consejo de Seguridad -a cargo nuevamente de los azoritas-, que consagra como "la Autoridad" a la fuerza ocupante y arrincona a la ONU al rol de la triste figura, la del cooperador subsidiario en la ayuda humanitaria y la reconstrucci¨®n, poner las vendas y pagar las facturas. ?Es ¨¦se el papel "vital" que George Bush y Tony Blair preconizaban para la ONU? ??se el papel "crucial" que postulaba el eje francoalem¨¢n?
La cuesti¨®n crucial para influir en el futuro de la regi¨®n que interesa a este lado del Atl¨¢ntico es sencilla: ?Pueden los gobiernos de la UE recomponer su maltrecha unidad sin analizar las responsabilidades contra¨ªdas en su quebrantamiento? La historia de la UE en los Balcanes demuestra que sin ese an¨¢lisis, habr¨ªa repetido en 1999 su gran error de 1991, la desuni¨®n. La opini¨®n p¨²blica, el liderazgo de algunos (Gobiernos, OTAN, Comisi¨®n), y la cr¨ªtica obraron un milagro. Simbolizado en que Alemania, que quebr¨® el consenso al reconocer unilateralmente la independencia de Croacia y Eslovenia en 1991, fuese quien rompiese con su propia inercia y enviase a Kosovo en 1999 su primer contingente militar al exterior en 50 a?os, gigantesco paso.
Ahora, "la gente deber¨ªa preguntarse qui¨¦n amenaz¨® la unidad europea", acierta Condoleeza Rice. "Y no fue EE UU", se autorresponde, sin pudor: su impulso a la Carta de los Ocho, las presiones sobre los pa¨ªses candidatos, las invectivas de Donald Rumsfeld contra la "vieja Europa" y en favor de la "nueva", el dictado a Madrid...
Pero eso no basta. El siempre angelical Romano Prodi erraba: "Si tuvi¨¦ramos reglas claras para adoptar decisiones comunes, ¨¦stas ser¨ªan respetadas". No es cuesti¨®n de reglas. La UE las tiene, aunque pocas y t¨ªmidas, y ampliables. Figuran en el Tratado, art¨ªculos 16 y 19, que obliga a los socios a informarse y consultarse para procurar una "acci¨®n (exterior) concertada y convergente". Y m¨¢s a¨²n a los Gobiernos de los Quince presentes en el Consejo de Seguridad, quienes "se concertar¨¢n entre s¨ª y tendr¨¢n cabalmente informados a los dem¨¢s Estados miembros".
La cuesti¨®n es que se han violado esas reglas m¨ªnimas. Algunos, por omisi¨®n de consulta antes de fraguarse los consensos (Francia, Alemania). Otros, de forma m¨¢s grave, por acci¨®n destructiva de los acuerdos ya adoptados. Es el caso del Reino Unido y de Espa?a. Recu¨¦rdese el calendario m¨¢s inmediato:
Incumplimientos
El Consejo de Asuntos Generales (ministros de Exteriores) de la Uni¨®n acuerda, el 27 de enero, su apoyo a "proseguir e intensificar" las actividades de los inspectores encabezados por Hans Blix y Al Baradei y "reitera" el papel clave del Consejo de Seguridad en el asunto.
Tan s¨®lo tres d¨ªas despu¨¦s, el 30 de enero, se publica la Carta de los Ocho, encabezada por Blair y Aznar, a escondidas de los dem¨¢s. Preconizan no la uni¨®n de los 15, sino de ¨¦stos con Washington, y cortocircuitan a los inspectores.
El 17 de febrero, el Consejo Europeo recompone la fractura comprometi¨¦ndose a que "NN UU sigan en el centro del orden internacional", optando porque la guerra "no es inevitable" y por cumplir la resoluci¨®n 1441 "de forma pac¨ªfica", con "nuestro pleno apoyo al trabajo que est¨¢n realizando los inspectores" a quienes "debe d¨¢rseles el tiempo y los recursos" necesarios.
S¨®lo una semana despu¨¦s, el 24 de febrero, Londres y Madrid se declaran coautores con Washington de la "segunda" resoluci¨®n, el ultim¨¢tum que despeja la invasi¨®n, negando como Pedro el apoyo a la v¨ªa pac¨ªfica y a los inspectores. Abandonan Bruselas, acuden a las Azores.
Recordar los hechos no es exigir la imposible autoinmolaci¨®n de los responsables. Es constatar que sin cambio de rumbo de los dos caballos de Troya no volver¨¢ la unidad. S¨®lo la ret¨®rica.
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