Gestionando el miedo
Cuando apenas faltan cien horas para que concluya la campa?a electoral, y todos seamos pasados por las urnas, sigue el mano a mano entre Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero como m¨¢ximos protagonistas a la b¨²squeda de los votos que permitan cantar victoria en la madrugada del domingo 25 de mayo. Como todo el p¨²blico ha podido ver, el presidente del Gobierno ha subido a la red empe?ado como estaba en llevar a sus ¨²ltimas consecuencias el lema de sin complejos. Ha querido a toda costa que la hueste popular recuperara la moral perdida y se sintiera transportada al lugar de los bienaventurados, a la derecha del dios Bush, del que tantos bienes pueden llegarnos. Cuentan los ¨²ltimos viajeros llegados de Moncloa que en la cuesti¨®n de la guerra de Irak el l¨ªder carism¨¢tico se ha resentido de haber sido abandonado por su Gobierno y en especial por la falta de entusiasmo mostrada por los tres tenores llamados a formar la terna sucesoria. Dicen que s¨®lo le ha compensado de estas amargas soledades el seguimiento cerril ofrecido en todo momento por el Grupo Parlamentario Popular en las sesiones del Congreso de los Diputados.
Muy apuradas deb¨ªan estar las encuestas previas y m¨¢s a¨²n las percepciones de los asesores ¨¢ulicos cuando toda la campa?a se ha centrado en inocular el temor para condicionar las actitudes y los comportamientos del electorado mediante la gesti¨®n en beneficio propio del ambiente de miedo. El l¨ªder, que act¨²a hasta ahora como si su fecha de caducidad siguiera indeterminada, ha dejado de blasonar de ese mundo m¨¢s seguro que nos aguardaba para despu¨¦s del ¨¦xito militar alcanzado en Irak. Ahora se afana en la presentaci¨®n de resultados inexistentes mediante el recurso a esas contabilidades creativas que han despe?ado hacia la quiebra a empresas que parec¨ªan dotadas de solidez inquebrantable. El aznarismo ha decidido que todo vale y que de los pactos como del cerdo todo se aprovecha. Si Batasuna es incluida en una lista del Departamento de Estado, aunque se ignore que de ah¨ª vayan a deducirse ventajas apreciables para desarraigar a los etarras, eso se utiliza como un logro propio del que se excluye al otro firmante del pacto por las libertades y contra el terrorismo, es decir, al PSOE. Adem¨¢s, semejante anotaci¨®n, que si fuera a tener consecuencias funcionales nos habr¨ªa sido debida en cualquier caso, es situada por Aznar entre las consecuencias favorables sobrevenidas por haber elegido el bando de Bush que los socialistas rehusaron.
Todo se argumenta en los ¨¢mbitos m¨¢s diversos como si las carencias observables en absoluto fueran imputables a quienes llevan ya casi ocho a?os en el Gobierno. Lo mismo da que se trate de los ¨ªndices multiplicados de la inseguridad ciudadana que de la curva exponencial de los precios de la vivienda. Adem¨¢s, siempre se tienen a punto las comparaciones m¨¢s inveros¨ªmiles, gratuitas y heterog¨¦neas mientras se procede a la siembra de las sospechas m¨¢s turbias entre los sectores m¨¢s fr¨¢giles de la sociedad, propensos a confiar en el mando que sea. Por eso repugna que Aznar se ponga por montera el Pacto de Toledo en torno a las pensiones y agite el fantasma de que una victoria socialista las pondr¨ªa en peligro. Primero se inventa que recibiera una Seguridad Social en quiebra (como tambi¨¦n lo de la amnist¨ªa fiscal a los amiguetes o la desaparici¨®n de las cintas de TVE con im¨¢genes desfavorables de Felipe Gonz¨¢lez) y a continuaci¨®n se aplica a la siembra del miedo entre los pensionistas, muchos de los cuales s¨®lo llegaron a serlo por la generalizaci¨®n del sistema de pensiones que impulsaron los Gobiernos del PSOE.
Pero cuando los atentados terroristas se multiplican y en Casablanca alcanzan a la Casa de Espa?a se intenta negar que a partir del compromiso cerrado con Bush en las Azores hemos pasado a ser objetivo preferente para ese terrorismo de Al Qaeda, que est¨¢bamos derrotando en Bagdad sin enviar combatientes como es debido pero acercando aquel barco hospital que iba a darnos despu¨¦s derecho a los ping¨¹es negocios de la reconstrucci¨®n. Seguimos sin saber nada de los beneficiarios de Gescartera, de las cuentas secretas del HSBC, de las comisiones del AVE a Barcelona, de los desastres de la empresa Ansaldo, de la OPA de Caltagirone y su broker, de los negocios inmobiliarios en el Madrid de los prodigios urban¨ªsticos. Pero hay que cerrar filas sin complejos porque al otro lado est¨¢ la coalici¨®n social-comunista, la anti-Espa?a. Se trata de infundir y gestionar el miedo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.