Los antieurope¨ªstas se movilizan para impedir que el Reino Unido apoye una Constituci¨®n de Europa
Los brit¨¢nicos han vuelto a su vicio pol¨ªtico preferido: pelearse por culpa de Europa. Europa vuelve a dividirles con tanto ardor como cuando los viejos laboristas se opon¨ªan al proyecto de integraci¨®n, o cuando Margaret Thatcher hizo del antieurope¨ªsmo una de sus banderas pol¨ªticas, o cuando el ala m¨¢s euroesc¨¦ptica de los conservadores convirti¨® en un calvario para John Major la ratificaci¨®n del Tratado de Maastricht.
Ahora, mientras el Gobierno de Tony Blair intenta disimular sus divisiones acerca del euro, el antieurope¨ªsmo m¨¢s rancio ha copado de manera repentina el debate pol¨ªtico para evitar que el Reino Unido apoye una Constituci¨®n Europea. Los conservadores exigen que esa Constituci¨®n sea ratificada en un refer¨¦ndum. Pero el ministro Peter Hain, el negociador brit¨¢nico en la Convenci¨®n Europea, ha dicho que pierden el tiempo quienes piden la consulta.
Pero no s¨®lo hay conservadores entre quienes la reclaman. La ex ministra laborista Mo Mowlan ha defendido en un reciente art¨ªculo en The Independent que esa decisi¨®n, como en el caso del euro, debe estar en manos de los brit¨¢nicos y no de sus pol¨ªticos. Una visi¨®n que comparten tambi¨¦n varios diputados laboristas, aunque a¨²n no se habla de rebeli¨®n antieuropea en el partido del Gobierno.
En ese ambiente cargado, el primer ministro, Tony Blair, recibi¨® ayer en Downing Street al presidente de la Convenci¨®n, el ex presidente franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing. A pesar de la tormenta medi¨¢tica, el Gobierno parece relativamente c¨®modo con las negociaciones y cree que tiene margen para impedir que la Convenci¨®n vaya m¨¢s all¨¢ de lo deseado en los dos aspectos m¨¢s cr¨ªticos: pol¨ªtica exterior y fiscalidad.
No falta quien piensa que todo el ruido anticonstitucional no hace m¨¢s que beneficiar al Gobierno porque le ayuda a ocultar sus profundas divisiones en torno al euro. Desde este fin de semana, los ministros tienen a su disposici¨®n las 2.000 p¨¢ginas elaboradas por el Tesoro para decidir si el Reino Unido est¨¢ ya listo para ingresar en el euro y desde ayer los ministros debaten el asunto en reuniones trilaterales con Blair y el canciller del Exchequer, Gordon Brown.
Todos saben que el dictamen ser¨¢ "todav¨ªa no", pero el asunto de verdad en juego es c¨®mo se modula esa respuesta. Brown quiere un no lo bastante fuerte como para aplazar cualquier refer¨¦ndum sobre el euro hasta la pr¨®xima legislatura. Blair, sin embargo, quiere dejar las puertas abiertas a una consulta en los dos pr¨®ximos a?os. Y los defensores m¨¢s arduos de la moneda europea quieren que el Tesoro trace -como la Casa Blanca para Oriente Pr¨®ximo- una hoja de ruta, un itinerario que lleve al Reino Unido al euro y que rompa la pasividad con que el Gobierno de Tony Blair ha tratado el asunto desde que lleg¨® al poder en 1997.
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