La prueba de ADN confirma la identidad de un desaparecido de la Guerra Civil
El republicano Emilio Silva Faba fue asesinado en 1936 y enterrado en una cuneta del Bierzo
El Laboratorio de Identificaci¨®n Gen¨¦tica de la Universidad de Granada, dirigido por el profesor Jos¨¦ Antonio Lorente, confirm¨® ayer, a trav¨¦s de la prueba del ADN, que los restos encontrados en una fosa com¨²n de la Guerra Civil el 28 de octubre de 2000 son de Emilio Silva Faba. ?ste se convierte as¨ª en el primer cad¨¢ver de la Guerra Civil exhumado cuya identidad queda confirmada por esta prueba a pesar de que han transcurrido 67 a?os desde su asesinato y entierro en una cuneta. Emilio Silva era el abuelo del fundador de la Asociaci¨®n por la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, que en menos de tres a?os ha desenterrado, sin apenas ayuda de nadie, m¨¢s de 100 cuerpos.
La identificaci¨®n definitiva cierra un largu¨ªsimo ciclo que comenz¨® el 16 de octubre de 1936. Emilio Silva Faba, que entonces ten¨ªa 44 a?os y seis hijos, miembro de Izquierda Republicana, el partido de Manuel Aza?a, llevaba unos d¨ªas detenido en el Ayuntamiento de Villafranca del Bierzo. En uno de los habituales paseos nocturnos para vaciar las repletas c¨¢rceles improvisadas, los falangistas sacaron a 15 personas, entre ellas Silva. Los asesinaron a casi todos en una cuneta cercana a Priaranza del Bierzo.
S¨®lo uno logr¨® escapar. Cuando se recuper¨® del terror, cont¨® la historia. Como otras miles, pas¨® al silencio, pero no al olvido. La mujer de Silva sab¨ªa todo. Pero nunca cont¨® nada a ninguno de sus seis hijos, que a¨²n viven. El mayor, Emilio, que ahora tiene 74 a?os, cuenta: "Se llev¨® el secreto a la tumba -muri¨® hace cinco a?os- porque quer¨ªa protegernos. Aun con la democracia ten¨ªa miedo de que quienes mataron a mi padre fueran a por nosotros".
La historia del abuelo fusilado se convirti¨® en un mito familiar. Hasta que el nieto mayor, otro Emilio, supo que su abuela hab¨ªa comprado un pante¨®n familiar y le hab¨ªa puesto el nombre de su marido a un nicho por si alguna vez aparec¨ªa. Silva sinti¨® que ten¨ªa que encontrarlo. Pregunt¨® y, casi por casualidad, dio con alguien que sab¨ªa d¨®nde estaba la fosa. Bajo un nogal, sin que nadie la velara, aunque casi todos en el pueblo sab¨ªan por qu¨¦ estaba un poco recrecida esa tierra. El miedo segu¨ªa all¨ª, y los ni?os pasaban corriendo cuando se acercaban a la zona.
Silva se empe?¨® en abrir esa fosa. Y lo acab¨® logrando pese a la poca ayuda que le ofreci¨® la Administraci¨®n. Cont¨® para ello con otras familias y voluntarios. El 28 de octubre del 2000, gracias a la ayuda del arque¨®logo Julio Vidal y las indicaciones de Francisco Cubero, un hombre de 85 a?os, que hab¨ªa sido obligado en 1936 a enterrar los cuerpos, Priaranza se convirti¨® en el primer pueblo de Espa?a donde, tras la recuperaci¨®n de la democracia, se abr¨ªa la tierra para sacar a los muertos republicanos de las cunetas y llevarlos a los cementerios. El doctor Lorente se ofreci¨® entonces a confirmar que el cad¨¢ver n¨²mero dos era el del abuelo de Silva a trav¨¦s de un complejo y costoso test de ADN que se ha usado para identificar restos de la represi¨®n en otras dictaduras, como la argentina.
Pero la familia ya sab¨ªa que era ¨¦l. Por la estatura, las dimensiones de su mand¨ªbula, y porque le faltaba un diente all¨ª donde la leyenda familiar contaba que ten¨ªa una funda que le colocaron en Nueva York en sus tiempos de emigrante. Para el test hubo que recurrir a una pariente argentina, porque el ADN mitocondrial s¨®lo se transmite por v¨ªa materna, y s¨®lo all¨ª hab¨ªa ese tipo de herencia.
Todos los hijos de Silva menos una pasan de los 70. Ahora se reunir¨¢n para enterrar a su padre junto a su madre, Modesta Sant¨ªn, una vez confirmada su identidad. Su hijo mayor cree que, aunque la madre nunca contara lo que sab¨ªa, estar¨ªa "orgullosa y feliz" de ver a su familia unida devolviendo los restos del padre a su lugar natural.
Sin embargo la batalla, insiste Silva nieto, no ha hecho m¨¢s que empezar: "S¨®lo se cierra un ciclo personal, se abre el colectivo". Porque al abrir la fosa de su abuelo, este periodista que ahora vive en Madrid se dio cuenta de que hab¨ªa miles de casos similares en toda Espa?a. Fund¨® la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica, que ya ha abierto 40 fosas y est¨¢ identificando 106 cad¨¢veres para devolverlos a sus familias. Y arm¨® tanto esc¨¢ndalo que contribuy¨® a que el Congreso, por primera vez, condenara de forma un¨¢nime la represi¨®n franquista y se comprometiera a ayudar a las familias a desenterrar cad¨¢veres.
Seis meses se cumplen hoy de esa resoluci¨®n, y Silva se queja de que casi nadie les ofrece fondos, que siguen desenterrando cad¨¢veres gracias a la voluntad de las familias. No hay ni siquiera un departamento de la Administraci¨®n dedicado a ello, por lo que todo se deja en manos de las ganas de colaborar de los alcaldes, que no siempre est¨¢n por la labor. Quedan unos 30.000 cuerpos por recuperar en las cunetas, as¨ª que el camino ser¨¢ largo.
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