Favor por favor
Todos hemos visto, escuchado y le¨ªdo, en todos los medios de comunicaci¨®n, al se?or presidente del Gobierno c¨®mo explicaba la incorporaci¨®n de Batasuna a la lista de grupos terroristas del Departamento de Estado Americano durante su visita a Washington, tras una entrevista con el presidente Bush. Su reflexi¨®n de sentido com¨²n, dijo -simplona y reveladora al tiempo, seg¨²n mi opini¨®n-, se asemejaba a los planteamientos infantiles sencillos y directos de intercambios y trueques de objetos que suscitaban el inter¨¦s y el deseo de los ni?os. As¨ª, dijo que cuando alguien quiere que le ayuden y agradece que lo hagan, debe tambi¨¦n ayudar a quienes le han ayudado si se lo piden. El que quiera, dijo, que se conteste ¨¦l mismo sobre lo que hay que hacer en esos casos. Entiendo que, para cualquier persona de mediana inteligencia, quiso comparar esa inscripci¨®n de Batasuna en las listas de grupos terroristas con el apoyo de Espa?a a la invasi¨®n de Irak. Nosotros hemos apoyado a los americanos y ellos nos han devuelto el favor apoy¨¢ndonos desde esa lista frente a los terroristas de ETA y sus colaboradores de Batasuna. Favor por favor.
Este episodio, que me parece pintoresco y hasta c¨®mico si no fuese dram¨¢tico y no jugase con la vida y con el respeto al Derecho, es un signo de la endeblez intelectual y del simplismo moral con el que don Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar aborda temas de gran envergadura. En este caso, al menos no ha sido persona de matices, ha comparado categor¨ªas muy dispares y ha vulgarizado problemas complejos desde una estrechez de miras que no puede dejar de sorprender. Escuchar y leer c¨®mo sus seguidores aprobaban sus palabras ha sido igualmente penoso por la perplejidad que supone conocer el eco que despiertan entre ciudadanos normales y en cuadros del Partido Popular argumentos est¨²pidos como el que estamos tratando.
Es de sentido com¨²n que incorporar a una lista de grupos terroristas o de apoyo a terroristas a un grupo como Batasuna es una decisi¨®n pol¨ªtica sensata, pero que no exige un especial esfuerzo moral. Es algo debido entre pa¨ªses amigos, que adem¨¢s tiene una trascendencia directa limitada, aunque se puede reconocer que indirectamente puede producir buenos resultados en el ¨¢mbito econ¨®mico y tambi¨¦n pol¨ªtico, sobre todo para evitar esa idea tan extendida en Estados Unidos de que ETA es un grupo separatista y no terrorista, y tambi¨¦n, c¨®mo no, para incentivar el apoyo de otros pa¨ªses. Se debe agradecer, pero sabiendo que era casi obligado hacerlo, y tambi¨¦n que se ha tardado demasiado en hacerlo. El "do ut des", la correspondencia espa?ola, a priori o a posteriori, del favor americano ha sido excesiva, y no expresa un deber ser. El apoyo a una guerra ilegal fuera de la autorizaci¨®n de Naciones Unidas, de la oposici¨®n mayoritaria de los espa?oles, rompiendo la unidad europea y atacando sus valores fundamentales de convivencia, excede con mucho de los l¨ªmites de la reciprocidad y del alcance del favor americano. Parece que no est¨¢bamos obligados a tanto y que hemos recibido cristales y baratijas a cambio de perder nuestra conciencia del imperio de la ley y del respeto a la comunidad internacional. Hemos perdido nuestra rectitud jur¨ªdica y la hemos vendido por algo que los americanos estaban obligados a hacer por s¨ª mismos si no quer¨ªan permanecer en una actitud c¨ªnica.
Y ese apoyo, ese exceso continuo en la posguerra, presenta hoy en d¨ªa aspectos cada vez m¨¢s claros sobre el gran enga?o y el gran montaje al servicio de unos intereses econ¨®micos y de hegemon¨ªa pol¨ªtica. No aparecen las armas qu¨ªmicas ni las de destrucci¨®n masiva, ni tampoco hasta ahora Sadam Husein, ni la ONU ha legitimado la invasi¨®n ni mucho menos la ocupaci¨®n posterior. El Gobierno espa?ol, que ante el clamor de la opini¨®n p¨²blica pretendi¨® que la presencia de Espa?a en Irak era s¨®lo humanitaria, aparece hoy dispuesta a contribuir con tropas y con guardias civiles a la ocupaci¨®n de Irak. Todo, adem¨¢s, al margen de nuestras instituciones y de nuestras reglas de juego parlamentarias. En el interior se han forzado las cosas, se ha roto el consenso en pol¨ªtica internacional, se ha manipulado el silencio del Rey y se han descalificado con trazo grueso las protestas, con un estilo arrogante y despectivo, queriendo monopolizar, una vez m¨¢s, el patriotismo y la defensa del inter¨¦s de Espa?a.
No es f¨¢cil seguir el itinerario intelectual del presidente, ni los razonamientos que le han llevado a la decisi¨®n de apoyar la guerra de invasi¨®n preventiva de Irak. Sin duda, tendr¨¢ sus motivos, pero no alcanzo a comprenderlos, y creo que pocos entre sus compa?eros y seguidores han podido hacerlo. Su apoyo es m¨¢s una adhesi¨®n inquebrantable con la fe del carbonero que una decisi¨®n libre, comprendida y justificada. De todas formas, resulta curioso su entusiasmo y su admiraci¨®n por el imperio americano, y su convicci¨®n de que nuestro apoyo sin fisura a sus decisiones puede producir beneficios sin cuento. Por eso hab¨ªa que resistir frente a una opini¨®n p¨²blica equivocada que acabar¨ªa rindi¨¦ndose ante la evidencia de su error y ante el acierto y la clarividencia del presidente. Hab¨ªa sido el gu¨ªa que necesit¨¢bamos, que nos impulsaba contra nosotros mismos y contra nuestra ceguera.
El final de la guerra fue el descargo de conciencia, y el resultado victorioso, la justificaci¨®n moral, aunque se pareciese mucho a los argumentos irracionales de Nietzsche: "Es una buena guerra la que justifica una causa". No importaba haber arruinado nuestra tradicional postura ante la guerra, ni haber da?ado hasta en sus cimientos la unidad europea y un Derecho Internacional al que contribuimos desde su origen con Francisco de Vitoria. Lo importante era que hab¨ªamos apostado por los vencedores y hab¨ªamos acertado frente a los incr¨¦dulos y a los derrotistas. Ahora empezar¨ªamos a recibir los beneficios y a satisfacer esos intereses disfrazados de principios. Y adem¨¢s, Bush hab¨ªa incluido a Batasuna entre los grupos terroristas. Eso s¨®lo justificaba el apoyo a la guerra. Favor por favor.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y rector de la Universidad Carlos III de Madrid.
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