Catalu?a como r¨¦gimen
La campa?a de las elecciones locales ha tenido en Catalu?a escaso inter¨¦s pero, en cambio, ciertas tomas de posici¨®n han anticipado lo que pueden ser los temas clave de las auton¨®micas de oto?o. Los esfuerzos vergonzantes de CiU por borrar toda huella de su colaboraci¨®n con el PP constituyen objetivamente un sainete, aunque es comprensible que Artur Mas y los suyos lo vivan como un drama. Sin duda, este asunto da materia para un art¨ªculo. Pero de mayor inter¨¦s son, a mi parecer, algunas de las ¨²ltimas declaraciones de Pasqual Maragall.
Las m¨¢s comentadas han sido las referentes a la insuficiente integraci¨®n en la sociedad catalana de la inmigraci¨®n de las d¨¦cadas de 1950 y 1960 procedente de otras partes de Espa?a. Que Artur Mas le contestara diciendo que el editor Lara, fallecido el d¨ªa anterior, era un ejemplo de que esa integraci¨®n hab¨ªa sido un ¨¦xito, da la medida de la capacidad del nuevo l¨ªder convergente para meter la pata.
Pero an¨¦cdotas aparte, como comentaba Josep Ramoneda la semana pasada en estas p¨¢ginas, Maragall pon¨ªa el dedo en la llaga de uno de los tab¨²es m¨¢s notorios de la Catalu?a oficial y desbordaba los l¨ªmites de la correcci¨®n pol¨ªtica en este pa¨ªs a la que el PSC tanto ha contribuido. El incontestable estudio emp¨ªrico que EL PA?S public¨® el domingo pasado seg¨²n el cual s¨®lo 3 de 58 miembros del Gobierno de la Generalitat hab¨ªan nacido en comunidades de lengua no catalana y lo mismo ocurr¨ªa con menos del 10% de los diputados al Parlament de Catalunya, pone de relieve hasta qu¨¦ punto la alta clase pol¨ªtica viene marginando a entre el 30% y el 40% de los ciudadanos de Catalu?a. Ello no es s¨®lo una cuesti¨®n de clase social -aunque, evidentemente, tambi¨¦n lo es, como dice Joan Saura-, sino tambi¨¦n de rechazo cultural o, m¨¢s a¨²n, ling¨¹¨ªstico.
Pero menos atenci¨®n se ha prestado a otras palabras de Maragall que tienen a¨²n m¨¢s inter¨¦s: el dirigente socialista afirm¨® el pasado d¨ªa 15 en Cambrils que CiU hab¨ªa convertido a Catalu?a en un "r¨¦gimen" y que el principal cambio que se estaba produciendo en este pa¨ªs era que los ciudadanos estaban "perdiendo el miedo" a este r¨¦gimen. Estas afirmaciones no s¨®lo constituyen una incorrecci¨®n pol¨ªtica, sino que van m¨¢s all¨¢: van al fondo del asunto.
Hace un par de meses, los amigos de ?gora Socialista -una corriente pol¨ªtica dentro del PSC- me invitaron a una charla y precisamente les desarroll¨¦ esta misma idea: Pujol ha configurado Catalu?a no como un sistema democr¨¢tico, sino como un r¨¦gimen y el cambio debe consistir, precisamente, en desmantelarlo. ?Qu¨¦ es un r¨¦gimen en esta concepci¨®n? Un r¨¦gimen es aquel sistema regido no s¨®lo por normas legitimadas por los ciudadanos a trav¨¦s de procedimientos democr¨¢ticos, sino tambi¨¦n por otras normas, ni escritas ni legitimadas democr¨¢ticamente, impuestas por una ¨¦lite dominante que invoca otros fundamentos para su legitimidad, normalmente de car¨¢cter hist¨®rico, cultural o tradicional.
Un Estado de derecho es, antes que nada, el gobierno de las leyes y no de los hombres que tiene por finalidad garantizar la "igual libertad" de los ciudadanos, es decir, sus derechos fundamentales. Para que este Estado pueda ser adjetivado de democr¨¢tico las leyes deben ser aprobadas por ¨®rganos cuya legitimidad derive, directa o indirectamente, de la voluntad de estos ciudadanos. Pues bien, en un r¨¦gimen hay normas f¨¢cticas perfectamente eficaces que no derivan de estos ¨®rganos democr¨¢ticos, sino de la voluntad de un grupo dominante.
En Catalu?a, estas normas f¨¢cticas no democr¨¢ticas han sido dictadas en nombre de una entelequia a la que hemos denominado "identidad catalana", y el grupo dominante tiene un car¨¢cter m¨¢s cultural que econ¨®mico. En virtud de esta identidad cultural, se considera que es catal¨¢n no s¨®lo aquel que vive y trabaja en Catalu?a, sino aquel que, adem¨¢s, tiene "voluntad de ser" catal¨¢n. En esta voluntad de ser consiste, precisamente, la identidad catalana, la cual no viene definida en las leyes formalmente democr¨¢ticas, sino dictada por unos misteriosos "padres de la patria" que saben interpretar nuestro "modo de ser" m¨¢s all¨¢ de nuestra libre voluntad personal. Ello vulnera la "igual libertad" de todos los ciudadanos y, por tanto, es contraria a los principios liberales y democr¨¢ticos que deben conformar un Estado constitucional de derecho.
Creo que la idea de r¨¦gimen utilizada por Maragall va en este sentido. Dijo el l¨ªder del PSC en Cambrils: "La gente ya no acepta profetas impuestos o una voz que diga qu¨¦ se tiene que pensar, qu¨¦ es pecado y qu¨¦ es virtud, qu¨¦ toca y qu¨¦ no toca. Se ha acabado repartir patentes de catalanidad y de patriotismo. Antes daban m¨¢s miedo, pero ahora dicen a la gente que se calle y no se calla. Les crecen los enanos por todos lados y esta es una de las pruebas de que las cosas est¨¢n cambiando".
En efecto, en los ¨²ltimos 10 a?os la sociedad catalana ha cambiado mucho m¨¢s en el fondo que en las apariencias. La historia avanza lenta pero implacablemente y aquello que determina los cambios pol¨ªticos son, en definitiva, las transformaciones sociales, econ¨®micas y culturales. El pujolismo, en efecto, ha sido un r¨¦gimen que ha sabido imponer unas reglas no escritas a la econom¨ªa, la pol¨ªtica, la cultura y la sociedad catalanas. El pujolismo, como antes ha sucedido en nuestra historia, se acabar¨¢ con Jordi Pujol, lo cual quiere decir que est¨¢ a punto de acabarse. Ahora bien, todav¨ªa no sabemos qu¨¦ le suceder¨¢, ganen unos u otros.
En todo caso, el cambio pasa por dejar de ser un r¨¦gimen y comenzar a ser un sistema democr¨¢tico normal, regulado s¨®lo por leyes emanadas de los ¨®rganos pol¨ªticos, sin cors¨¦ identitario ajeno a estas leyes. Ello ser¨¢ posible ¨²nicamente si Converg¨¨ncia pasa a la oposici¨®n durante unos a?os. Los socialistas deben tener la suficiente ambici¨®n para ganar sin necesitar acuerdo alguno con el r¨¦gimen o sus aliados ideol¨®gicos. El cambio vendr¨¢, como siempre, de la ruptura, no de la reforma. Si Maragall quiere acabar con el r¨¦gimen no puede pensar en pactar con Converg¨¨ncia.
es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional
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