Pongamos que canto de Madrid
A cada uno su propio cante. Cantando se terminan los m¨ªtines. La m¨²sica es el fin de fiesta. Una suerte de misa cantada, de comuni¨®n con tus semejantes, con los hermanos en el voto y en el himno. Madrid es una ciudad ca¨®tica tambi¨¦n en sus himnos. Hace a?os lo intent¨® fijar, descentrando, Joaqu¨ªn Leguina. Pero la letra de Garc¨ªa Calvo se qued¨® en soliloquio sin canci¨®n. Despu¨¦s, en unos a?os que nos parecieron siglos, del alcalde ?lvarez del Manzano, la ciudad oficial parec¨ªa querer recuperar el casticismo zarzuelero. Pero el organillo ya no es lo que fue. Tampoco entend¨ªamos qu¨¦ hac¨ªa una estatua como aquella violetera en una ciudad como ¨¦sta. Ya no estamos para violetas imperiales, ni para chulos que castigan. Ahora los ramitos los venden emigrantes chinas que son las nuevas violeteras de Lavapi¨¦s. Claro que no cantan chotis; como mucho, te intentan vender las pirater¨ªas de la manta, esas que llevan "apoy¨¢s en la cadera". Los casticismos se han quedado para la foto electoral en la Pradera de San Isidro. Est¨¢ bien no perder la identidad -recuerda Simancas-, pero tampoco se puede luchar contra la potencia de Springsteen o la ronca po¨¦tica de Lou Reed, dos de los que mejor han cantado los himnos de los j¨®venes de los ¨²ltimos 30 a?os, ya sea en el Madrid de campa?a o en la calle 54 de Manhattan.
Precisamente en Calle 54 -de Madrid, of course- se reunieron los cantantes, los escritores, actores y gentes de la cultura para aplaudir a la candidata cantautora, Rosa Le¨®n. La cita era al mediod¨ªa, que tampoco estamos en los tiempos de "al alba, al alba", ni ganas de repetirlos. Lo mejor es recordarlos desde la ficci¨®n, lo que ha sabido hacer Cebri¨¢n en su Francomoribundia. En el escenario del bar de moda, al lado de Rosa Le¨®n, y en compa?¨ªa de los candidatos socialistas Trinidad Jim¨¦nez y Rafael Simancas el mundo de la cultura, el mundo que se pele¨® contra la guerra la noche de los Goyas y otros mundos que no est¨¢n en las cercan¨ªas de los peperos. La cosa estaba festiva, abierta, plural y con letra -sin m¨²sica- de Joaqu¨ªn Sabina. El madrile?o de ?beda, el que ha sido capaz de hacer algunos de los himnos mejores de la ciudad, Pongamos que hablo de Madrid. No cant¨® pero ley¨® un soneto para espantar las tristezas de la ciudad. No disimul¨® para qui¨¦n pone su m¨²sica y su letra en estas elecciones. Sabina, a mi querido vecino del centro de este caos llamado Madrid, a mi admirado compadre de algunas tardes y quinientas noches -?no recuerdo haberlo visto por la ma?ana, s¨ª a las horas del alba y sin duchar!- le puede faltar la voz, pero no le faltan las letras, las ganas ni el tabaco. Con himnos como los de Sabina los socialistas se imaginan que no pueden palmar.
No es por se?alar, pero casi todos lo que all¨ª estaban no parec¨ªan querer cantar eso de "qu¨¦ manera de palmar". Desde luego, mi admirada Almudena Grandes, que tantas veces, tantas noches sabinescas y atl¨¦ticas, me aseguraba que no estaba por cantarla la noche de las elecciones. "Yo pienso ir a tomar la Puerta del Sol, yo quiero sentir lo del 14 de abril del 31", dec¨ªa la autora de Chamber¨ª sin cortarse un pelo en posrepublicanismo.
Desde luego, este bar con nombre de garito neoyorquino de jazz, est¨¢ lleno de m¨²sicas, de clases y de euforias madrile?as. Hace pocas noches, en la misma sala que o¨ª los republicanismos de Joaqu¨ªn Sabina y Almudena Grandes, sin la cercan¨ªa de Rosa Le¨®n, tuve la rara sorpresa de escuchar a la familia real tararear rancheras en una improvisada fiesta y con un final real e h¨ªmnico. Que no parezca una broma republicana, porque les prometo haber o¨ªdo al Rey en compa?¨ªa de su familia cantar eso de: "No tengo trono, ni reino, ni nadie que me comprenda... pero sigo siendo el rey". ?Qui¨¦n dice que no existe la sorpresa en las noches de Madrid?
Hay otras m¨²sicas, pero no son de Sabina. Por ejemplo, la m¨²sica de Esperanza Aguirre en campa?a: Color esperanza. No, no es un himno compuesto para su campa?a. Es una canci¨®n del gitano Diego Torres, la misma que cant¨® al antib¨¦lico Papa en su ¨²ltima excursi¨®n madrile?a. Y a Esperanza, que no es nada tonta, le pareci¨® la ideal para sus m¨ªtines. Tiene colorines la cosa. En cualquier caso, hay que reconocer que es bastante mejor que aquella otra que dec¨ªa "de colores se visten las flores...". Tambi¨¦n muy cat¨®lica, pero nada que ver.
La m¨²sica m¨¢s culta, aunque tenga que soportar musiquillas anodinas de campa?a, es la de Ruiz-Gallard¨®n, el mel¨®mano. Su m¨²sica m¨¢s cercana, por lo menos si atendemos a su alto concepto de la familia, es la de Isaac Alb¨¦niz. Muy esperado su estreno en el Teatro Real, justo tres d¨ªas despu¨¦s de las elecciones, de su recuperada y fant¨¢stica ¨®pera Merl¨ªn. ?C¨®mo escuchar¨¢ esa ¨®pera de su antepasado en el Real el candidato a la alcald¨ªa? ? Llegar¨¢ Alberto/Arturo a la alcald¨ªa o m¨¢s lejos, despu¨¦s de extraer la m¨ªtica vara/espada de las urnas? Para saberlo ahora hace falta tener un mago como Merl¨ªn, y seguramente hacerle caso en no amar tanto a la reina Ginebra, que por cierto tiene nombre de botella. ?Qu¨¦ ¨®pera tan emocionante nos espera!
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