'Todas putas'
La an¨¦cdota es cierta, aunque no recuerdo el nombre de los protagonistas. Sucedi¨® en Nueva York, en plena guerra fr¨ªa, al comienzo de los a?os sesenta del pasado siglo. Un director de orquesta sovi¨¦tico es invitado a dirigir una orquesta neoyorquina. El titular de la orquesta y el invitado ruso se saludan. Ambos muestran un cordial inter¨¦s por el trabajo del otro. El ruso pregunta al americano: "En mi orquesta, hay un 40% de m¨²sicos jud¨ªos. ?Y en la suya?". El americano pone cara de asombro y tarda en responder: "La verdad es que no lo s¨¦. Nunca se nos ha ocurrido preguntarlo".
Toda segregaci¨®n tiene su origen en la superstici¨®n que achaca vicios y virtudes a detalles meramente accidentales, como la raza o el sexo. Todos hemos conocido mujeres necias, inmigrantes sinverg¨¹enzas, catalanes taca?os, andaluces perezosos o socialistas corruptos. Pero s¨®lo los necios convierten en norma de toda una colectividad los defectos observados en un individuo. El g¨¦nero humano es como es, y ni el sexo, ni la procedencia geogr¨¢fica ni las creencias pol¨ªticas empeoran a los individuos. Pero tampoco los mejoran.
Record¨¦ la an¨¦cdota del m¨²sico ruso cuando el mi¨¦rcoles le¨ªa en Diario de C¨¢diz que Manuel Chaves, en un mitin electoral, revel¨® su p¨¢nico a volar y confes¨® sentirse aliviado cuando, en un viaje reciente, observ¨® que el piloto era una mujer. Afortunadamente, la fobia a volar se cura f¨¢cilmente. Despojarse de los prejuicios -favorables o desfavorables, viene a ser lo mismo- suele llevar m¨¢s tiempo.
En el mitin de C¨¢diz, se habl¨®, c¨®mo no, del libro Todas putas, publicado en una editorial de la que es propietaria la directora del Instituto de la Mujer del Gobierno central. No es la primera vez que un libro tiene problemas con la Justicia por la frecuente superstici¨®n que atribuye a los escritores los delitos que cometen sus personajes. Tropiezos de este tipo han tenido Las flores del mal, de Baudelaire; el Ulises, de Joyce; Madame Bovary, de Flaubert, o Lolita de Nabokov, al que quiz¨¢ veamos de nuevo en la hoguera en estos tiempos en los que la pedofilia se ha convertido en obsesi¨®n. Hoy, por cierto, el amor de Antonio Machado por Leonor dar¨ªa mucho juego en Bravo por la tarde. ?l ten¨ªa 34 a?os; ella, 15.
La confusi¨®n que atribuye a los escritores delitos cometidos por sus personajes sigue viva. Recientemente, un tribunal de Par¨ªs absolvi¨® a Michel Houellebecq, acusado de racista por una asociaci¨®n musulmana indignada por lo que dec¨ªa un personaje de su ¨²ltima novela, Plataforma. Hist¨®ricamente, la izquierda ha estado del lado de los escritores perseguidos. Es lamentable que una campa?a electoral baste para acabar con esta ben¨¦fica tradici¨®n. No es admisible alegar que la genialidad de Baudelaire, Joyce, Flaubert o Nabokov no tiene nada que ver con el autor de Todas putas. Nunca se sabe: los escritores citados tambi¨¦n fueron muy mal vistos por las sociedades en las que les toc¨® vivir. De todos modos, la libertad de expresi¨®n es algo a lo que tienen derecho todos los ciudadanos, tanto si son genios como si no lo son. Averg¨¹enza tener que recordarlo.
Esta ha sido la primera campa?a electoral de Zapatero. Mal empezamos.
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