Trampas en el mar
Ecologistas y pescadores critican la restauraci¨®n de los corrales de la playa gaditana de Rota
Los historiadores atribuyen un origen ¨¢rabe a los corrales de pesca que se repart¨ªan por diversos enclaves de la costa atl¨¢ntica gaditana. La primera referencia gr¨¢fica de estos ingenios se encuentra en el mapa de la desembocadura del Guadalquivir realizado por Samuel Champlain a finales del siglo XVI, y ya a mediados del siglo XVIII el Catastro de Ensenada registra ocho de estos corrales en la localidad de Chipiona.
Adem¨¢s, de este municipio, tambi¨¦n contaban con construcciones de esta naturaleza las vecinas poblaciones de Sanl¨²car de Barrameda, El Puerto de Santa Mar¨ªa y Rota. Algunas de las que, en esta ¨²ltima localidad, hab¨ªan sobrevivido al paso del tiempo se convirtieron hace ya m¨¢s de tres a?os en monumento natural, lo que en principio garantizaba su conservaci¨®n. De hecho, el pasado mes de marzo la Consejer¨ªa de Medio Ambiente y el Ayuntamiento de Rota firmaron un convenio que facilitaba la gesti¨®n y uso p¨²blico de este espacio protegido que apenas ocupa un centenar de hect¨¢reas.
Los corrales est¨¢n formados por una pared continua de piedra que, en algunos casos, llega a alcanzar los dos kil¨®metros de longitud. La altura de los muros est¨¢ calculada con precisi¨®n, de manera que suelen partir a ras de playa para ir ganando altura conforme se adentran en el mar, hasta cubrir una cota m¨¢xima de 1,5 metros. La disposici¨®n de las piedras con las que est¨¢n construidos es ciertamente llamativa, ya que se trata de numerosas lajas delgadas que se encajan sin necesidad de mortero. Los ostiones y bellotas de mar han crecido sobre ellas, recubri¨¦ndolas y cementando de manera natural toda la estructura.
El interior de los corrales se encuentra surcado por ca?os que facilitan la evacuaci¨®n del agua, ya que estos enormes recintos permanecen sumergidos durante la pleamar y quedan al descubierto cuando baja la marea, dejando atrapadas en su interior a multitud de especies que son las que los pescadores aprovechan. Los sargos, mojarras, lisas y pejerreyes suelen utilizar los corrales para criar a sus alevines, mientras que los peces de mayor tama?o, como corvinas, r¨®balos o palometas, acuden a ellos en busca de peces j¨®venes que les sirvan de alimento. Asimismo, chocos, cangrejos, erizos y camarones tambi¨¦n frecuentan los corrales para desovar. La presencia de alimento abundante y de f¨¢cil acceso es una caracter¨ªstica que aprecian, adem¨¢s, numerosas aves marinas y lim¨ªcolas, visitantes habituales de estos ingenios.
Por ¨²ltimo, y en lo que se refiere a sus valores ecol¨®gicos, algunos de estos corrales han ofrecido el resguardo necesario para que se mantuvieran parte de los mejores cinturones de dunas de este tramo litoral, como ocurre en Punta Candor, al limitar los efectos de la erosi¨®n marina sobre la costa.
El abandono y casi nulo mantenimiento que vienen sufriendo los corrales desde mediados del siglo XX, unido a la acci¨®n de pescadores furtivos y los actos vand¨¢licos que protagonizan algunos ba?istas, han hipotecado el futuro de estas construcciones. De algunas de ellas apenas quedan restos y otras se encuentran en un estado ruinoso. Por este motivo, el Ministerio de Medio Ambiente ha planteado una serie de obras de reconstrucci¨®n, valoradas en m¨¢s de 80.000 euros, con las que se pretende consolidar parte de estas estructuras.
Sin embargo, esta iniciativa ha desatado la pol¨¦mica, ya que pescadores y ecologistas discuten el procedimiento con el que se van a ejecutar las obras. Aunque el recubrimiento de los muros se realizar¨¢ con piedra ostionera dispuesta a la manera artesanal, el coraz¨®n de estas paredes se rellenar¨¢ de hormig¨®n y conectores met¨¢licos verticales, de manera que aumente su resistencia, algo a los que se oponen los colectivos citados.
Ecologistas en Acci¨®n ha solicitado la inmediata paralizaci¨®n del proyecto ya que, como en su d¨ªa aleg¨® la Uni¨®n de Pescadores de Corral de Rota (Unimar), "no se trata de rechazar la recuperaci¨®n de este patrimonio, sino de llevarla a cabo teniendo en cuenta las caracter¨ªsticas hist¨®ricas, arqueol¨®gicas y naturales del mismo". Adem¨¢s, consideran los ecologistas, a pesar de que la Consejer¨ªa de Medio Ambiente ha dado su visto bueno, la obra "vulnera lo dispuesto en el decreto que sirvi¨® para declarar los corrales como monumento natural, ya que esta norma advierte que cualquier intervenci¨®n debe realizarse conforme a procedimientos y t¨¦cnicas de construcci¨®n tradicionales".
Adem¨¢s de suponer un "pastiche en un conjunto arqueol¨®gico ¨²nico en su g¨¦nero en Espa?a", la restauraci¨®n planteada podr¨ªa provocar una alteraci¨®n en el normal funcionamiento de los corrales, al no evacuarse el agua con la misma facilidad, lo que en definitiva impedir¨ªa que estas parcelas siguieran ofreciendo refugio a un surtido cat¨¢logo de fauna y flora.
Comentarios y sugerencias a prop¨®sito de Cr¨®nica en verde pueden remitirse al email: sandoval@arrakis.es
El arte de pescar
Pr¨¢cticamente todas las t¨¦cnicas de pesca conocidas en el mundo, desde las m¨¢s rudimentarias hasta las sumamente complejas, se practican en la regi¨®n mediterr¨¢nea, y el litoral andaluz re¨²ne, en el contexto de este mar cerrado, una buena muestra de este alarde de ingenio.
En el santuario prehist¨®rico de la cueva de La Pileta, en las sierras calizas que bordean el curso del r¨ªo Guadiaro (C¨¢diz), entre figuras paleol¨ªticas notables, se encuentran representaciones pict¨®ricas de algunos peces marinos (?lenguados, rodaballos?). Fueron dibujados tierra adentro, a casi 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar y a decenas de kil¨®metros de la costa, por el hombre magdaleniense.
Ya en ¨¦pocas m¨¢s recientes, el cronista griego Plinio describe en su Historia Natural los caladeros gaditanos y algunos de los ingenios y aparejos (anzuelos, tridentes, arpones y redes) que los ¨ªberos usaban en la zona. Fenicios y romanos utilizaron artes de pesca que han sobrevivido al paso del tiempo, como los c¨¢ntaros que se emplean en la captura del pulpo, o los mencionados corrales.
Parad¨®jicamente, la actividad pesquera andaluza combina una larga tradici¨®n con una insuficiente evaluaci¨®n de los recursos disponibles. Las aguas litorales de la regi¨®n no son muy f¨¦rtiles, en comparaci¨®n con las de otras zonas del planeta, debido a la estrechez de la plataforma continental, lo que ha conducido tradicionalmente a gran parte de la flota hacia caladeros situados en otros pa¨ªses. Al irse limitando el trabajo en estas pesquer¨ªas for¨¢neas, debido a cuestiones comerciales o pol¨ªticas, se ha inducido, de forma indirecta, a una mayor explotaci¨®n de los caladeros propios.
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