En la mesa
Jueves, 22 de mayo. ?Por fin! Esta ma?ana me ha llegado con el correo el Manual de miembros de mesas. S¨ª, he sido designado vocal I de una mesa electoral, de acuerdo con la norma electoral vigente y en cumplimiento de lo indicado en los art¨ªculos 26 y 27 de la Ley Org¨¢nica de R¨¦gimen Electoral General (LOREG). Total, que el pr¨®ximo domingo (hoy para el lector) no podr¨¦, como tengo por costumbre, irme a tomar el aperitivo a la terraza del Bauma mientras leo los peri¨®dicos. Y la cosa va en serio. La condici¨®n de miembro de la mesa electoral tiene car¨¢cter obligatorio y, de no tener una causa (que no la tengo) que me impida la aceptaci¨®n del cargo, en el caso de no presentarme puedo ser sancionado con una pena de arresto mayor y multa de 180,30 a 1.803,04 euros.
Tras leer detenidamente el Manual, me percato de que la jornada va a ser durilla. Tengo que personarme en el colegio electoral a las ocho de la ma?ana, una hora antes de que ¨¦ste se abra a los votantes, y debo permanecer en ¨¦l hasta una hora que no se especifica, pero que calculo ser¨¢ alrededor de las diez de la noche, una vez realizado el escrutinio de votos y sean extendidas las actas correspondientes. Como compensaci¨®n, tengo derecho a una dieta de 52,29 euros y a una reducci¨®n de la jornada laboral del d¨ªa siguiente, am¨¦n de que "frente a las contingencias y situaciones que pudieran derivarse de su participaci¨®n en las elecciones", voy a estar protegido por el Sistema de la Seguridad Social.
El Manual no dice nada sobre c¨®mo debo vestirme, con lo que no voy a encontrarme con la duda que se le planteaba a mi amiga y colega Maruja Torres, la cual dec¨ªa carecer de mantilla y peineta, pero en cambio pose¨ªa "una bilis como un mant¨®n de Manila". Si hace un d¨ªa hermoso, soleado y caluroso, me pondr¨¦ unos vaqueros, limpios, de marca, y una camiseta, una napolitana, con la imagen de san Genaro u otra jamaicana, con la bandera pirata, aunque eso de la bandera pirata tal vez no sea pol¨ªticamente, electoralmente, correcto. Mejor san Genaro u otra polaca, con la imagen del Papa.
Luego est¨¢ el problema del tabaco. El Manual no dice nada sobre si est¨¢ permitido o no fumar en el interior de los colegios electorales. Imagino que en el caso de no estar permitido, autorizar¨¢n a los miembros de la mesa a salir cada equis horas a la calle a fumarse un pitillo. Pero mi caso es otro: yo fumo puros; es decir, que tardo mucho m¨¢s en fumarme un puro de lo que otro tarda en fumarse un cigarrillo. Y, la verdad, estarme m¨¢s de 12 horas sin fumarme un habano se me hace muy dif¨ªcil. Y, en el caso de que dejen fumar en la mesa, ?me dejar¨¢n que fume un cigarro? M¨¢s a¨²n, ?es pol¨ªticamente, electoralmente correcto que el miembro de una mesa se fume un habano en unas elecciones? No lo digo tan s¨®lo por la procedencia del tabaco, sino porque puede interpretarse como una descarada publicidad de la derecha capitalista: "qui t¨¦ duros fuma puros i qui no en t¨¦ fuma paper".
Luego est¨¢ lo de la bebida, lo de mi querido whisky irland¨¦s, del whiskey, como dicen ellos. Los domingos, suelo tomarme un par de ellos en el Bauma, mientras leo los peri¨®dicos, y otros dos por la tarde, a eso de las ocho, en casa. Aunque el Manual no dice nada respecto al consumo de bebidas alcoh¨®licas en los colegios electorales, hay que ser muy ingenuo para no percatarse del mal efecto que producir¨ªa una botella de Connemara en una mesa electoral. Los votantes podr¨ªan pensar que el whiskey puede resultar perjudicial a la hora de escrutar los votos, y m¨¢s si los otros dos miembros de la mesa son, cosa que ignoro, aficionados a la bebida. Por si acaso, me llevar¨¦ una petaca.
En cuanto al almuerzo, el Manual guarda silencio. No dice si se nos va a servir una de esas comidas precocinadas o si con los 52,29 euros de la dieta se nos permitir¨¢ salir una hora para ir a comer algo por ah¨ª. (El Manual dice que "durante toda la jornada electoral la mesa ha de contar con la presencia, al menos, de dos de sus miembros", es decir, que podemos establecer turnos para ir a comer por ah¨ª o en casa). Pero yo no me f¨ªo, y en el caso de no poder escaparme, mi mujer se ha prestado a traerme un termo con gazpacho -el primer gazpacho de la temporada- y una fiambrera con pechugas de pollo empanadas. Hemos estado discutiendo si no ser¨ªa mejor sustituir las pechugas por una tortilla de patatas, pero lo hemos descartado ante el temor de que a Javier Tomeo, que es mi vecino, le d¨¦ por ir a votar y no m¨¢s ver la tortilla se me la zampe (le encanta la tortilla de patatas) sin dejarme un bocado.
Finalmente, est¨¢ lo de la lectura, el libro que me llevo para los ratos muertos. Hab¨ªa pensado en El libro de Fu-Manch¨², de Sax Rohmer, "un relato completo y minucioso de las asombrosas actividades criminales de este siniestro personaje", pero lo he descartado tras pensar que a mi carnicera o a la se?ora de la mercer¨ªa se les puede antojar una provocaci¨®n o una falta de respeto. ?Qu¨¦ tal El criterio, de Jaime Balmes?
?Guau! Se me olvidaban los perros. Unos cuantos perros, amigos m¨ªos del barrio, me han dicho que les gustar¨ªa venir a visitarme el domingo en el colegio electoral, a ladrarme un poquito. ?Les dejar¨¢n entrar?
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