El peor d¨ªa para las Fuerzas Armadas
El accidente de Turqu¨ªa ha provocado una ola de malestar en el Ej¨¦rcito sin precedentes desde el inicio de la transici¨®n
"Nunca en toda mi carrera hab¨ªa visto el ambiente tan caldeado", admite un oficial. El accidente sufrido el pasado lunes en Turqu¨ªa por un avi¨®n ucranio que regresaba de Afganist¨¢n con 62 militares a bordo ha provocado un verdadero terremoto en las Fuerzas Armadas, cuyas ondas s¨ªsmicas se han hecho sentir en los cuarteles del ¨²ltimo rinc¨®n de Espa?a. Al estupor y el dolor de los primeros momentos ha seguido una ola sorda de indignaci¨®n que, sin v¨¢lvula de escape posible, eleva la tensi¨®n hasta l¨ªmites desconocidos desde que, en los primeros a?os de la transici¨®n, los atentados de ETA se cebaban con miembros del Ej¨¦rcito.
Lo m¨¢s grave de lo sucedido en el funeral celebrado el mi¨¦rcoles en la base de Torrej¨®n, donde familiares de las v¨ªctimas increparon al presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y al ministro Federico Trillo-Figueroa, es que muchos de los presentes eran tambi¨¦n militares y que, amortiguado por la distancia, su sentimiento es compartido por buena parte de las Fuerzas Armadas.
"Uno asume que en Afganist¨¢n te pueda reventar una mina o alcanzar un disparo, porque forma parte de los riesgos de la misi¨®n, pero no puedes asumir matarte en el viaje por utilizar un avi¨®n basura", explica otro militar.
El gesto del ministro de viajar al mismo lunes a Turqu¨ªa para agilizar la repatriaci¨®n de los cad¨¢veres no sirvi¨® de b¨¢lsamo a los compa?eros de las v¨ªctimas. Al contrario; en aquellos momentos terribles hubo quien lo interpret¨® como un acto propagand¨ªstico. Pero lo que convirti¨® a Trillo-Figueroa en objeto de todos los reproches fueron sus declaraciones, en las que defendi¨® desde el primer momento que el Yakovlev siniestrado era un aparato "absolutamente seguro".
El mal estado de los aviones de procedencia sovi¨¦tica utilizados para viajar a Irak o Afganist¨¢n era un clamor entre los soldados obligados a utilizarlos. De golpe, a la luz de la tragedia, las bromas y chistes de humor negro que circulaban sobre aquellas "chatarras volantes" se convirtieron en dolorosos presagios.
Tan generalizadas eran las quejas que la diputada socialista Mar¨ªa del Carmen S¨¢nchez formul¨® una pregunta al Ministerio de Defensa, que fue respondida el pasado 30 de abril con frialdad burocr¨¢tica. No sirvi¨® para que nadie diese la voz de alarma.
"Es verdad que nos hab¨ªan llegado algunas quejas, pero se refer¨ªan a la incomodidad de los aparatos, nunca a su seguridad", reconoce un mando.
"Si te subes al avi¨®n y te encuentras con que los asientos est¨¢n rotos y el suelo lleno de suciedad, te preguntas ?Dios m¨ªo! ?C¨®mo estar¨¢ la parte que no puedo ver?", explica un suboficial.
El Ministerio de Defensa asegura que nadie present¨® una queja por escrito, en contra de lo que sostienen otras fuentes. "Seguramente tiene raz¨®n el Ministerio", agrega el mismo suboficial. "Presentar un parte est¨¢ muy mal visto y es la forma m¨¢s segura para que no te vuelvan a llamar. Adem¨¢s, cuando regresas de una misi¨®n lo ¨²nico que te importa es llegar cuanto antes a casa y olvidarte de todo lo dem¨¢s".
El Ej¨¦rcito espa?ol nunca inspeccion¨® los aviones en los que viajaban sus soldados. El Ej¨¦rcito noruego s¨ª lo hizo y, tras comprobar su deficiente mantenimiento, decidi¨® rescindir en enero su contrato con la compa?¨ªa Aerol¨ªneas Ucranio-Mediterr¨¢neas, propietaria del Yak-42.
Sin embargo, Defensa no hab¨ªa contratado directamente con la empresa ucrania, presidida por un liban¨¦s que en s¨®lo siete a?os ha pasado de universitario a magnate, sino con la NAMSA, la agencia de mantenimiento y apoyo de la OTAN, y la firma brit¨¢nica Chapman Freeborn, dos intermediarios.
Trillo-Figueroa, de nuevo mal asesorado, se precipit¨® al decir que la NAMSA "se encarga de hacer las contrataciones, inspecciones, mantenimiento y revisi¨®n del buen estado de aviones como el Yak-42, que es lo mejor que se puede contratar".
Muchos militares se quedaron estupefactos al escuchar estas palabras, pues ellos ya sab¨ªan, como Defensa acabar¨ªa reconociendo, pese a la pol¨¦mica entre el ministro y el portavoz de la OTAN, que la NAMSA se limita a verificar que la documentaci¨®n est¨¢ en regla, sin ver los aviones ni en fotograf¨ªa.
La inspecci¨®n de los aparatos y de sus tripulaciones corresponde al Gobierno de Kiev. "Evidentemente, confiamos en las autoridades ucranias cuando emiten esos certificados", afirm¨® un responsable de la OTAN. La Alianza Atl¨¢ntica no tiene m¨¢s remedio que confiar en Ucrania, pues se trata de un asociado y amigo. La cuesti¨®n es si Espa?a, cuyos soldados asumen personalmente el riesgo de tomar los aviones, deb¨ªa ser tan confiada.
Ante el alud de cr¨ªticas, el Ministerio de Defensa argument¨® que Espa?a no tiene m¨¢s remedio que acudir a este sistema, ya que "no cuenta con aviones de transporte estrat¨¦gico". Este argumento sirve para explicar el flete de los Antonov 124 y Ilyhusin 76, aparatos de transporte de gran capacidad de los que s¨®lo dispone EE UU y los pa¨ªses que formaban parte de la URSS, pero no justifica el alquiler de un avi¨®n de pasajeros de 120 plazas como el Yak-42, de los que hay decenas en el mercado.
Finalmente, Defensa aleg¨® que, al tratarse de zonas de conflicto, "no pueden volar los aviones ni de Air Europa ni de ninguna otra compa?¨ªa nacional". Pero el B-707 del Ej¨¦rcito del Aire tampoco aterriza en Kabul, sino en Man¨¢s, en la rep¨²blica vecina de Kirguizist¨¢n, adonde los soldados son trasladados en un H¨¦rcules, y el Il-76 que esta semana viaj¨® a Basora (Irak) aterriz¨® en Kuwait, a unas dos horas por carretera de Um Qasr.
"Si me mandan volver a subir a uno de esos aviones, lo har¨¦ por disciplina", explica un oficial. "Menos seguro estoy de cu¨¢l ser¨¢ la reacci¨®n de mi mujer".
"En unas semanas", vaticina otro mando, "este tema se habr¨¢ olvidado, pero la quiebra de confianza que se ha producido entre los militares y los responsables pol¨ªticos no ser¨¢ f¨¢cil superarla".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.