El nacionalismo emergente
Esquerra Republicana se ha convertido, con 400.000 votos en las municipales, en una fuerza cuyo apoyo se disputan CiU y PSC
Las municipales les proyectan como imprescindibles para cualquier f¨®rmula de gobierno que salga de las auton¨®micas. Este oto?o, todo apunta a que el voto de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) decidir¨¢ si al frente de la Generalitat de Catalu?a contin¨²a Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU), o si se produce el cambio, representado por los socialistas y liderado por Pasqual Maragall. La situaci¨®n es relativamente nueva para la formaci¨®n que ahora encabeza Josep Llu¨ªs Carod Rovira y que en 1980 opt¨® por apoyar, junto a UCD y CiU, la investidura de Jordi Pujol.
ERC es un partido con tradici¨®n de gobierno no s¨®lo en Catalu?a, sino tambi¨¦n en Espa?a. Esquerra ha participado con la democracia restaurada en algunos gobiernos de Pujol, y fue fuerza hegem¨®nica en la Catalu?a de la d¨¦cada de 1930.
?Qu¨¦ queda de aquella vieja ERC en la formaci¨®n que el pasado 25 de mayo obtuvo 400.000 votos? En la actual direcci¨®n siguen confluyendo, como en los a?os treinta, las dos almas del partido, la de izquierdas y la nacionalista. Esquerra siempre ha sido un c¨®ctel cambiante, con ingredientes que la convierten en una sorpresa para el paladar. Pero ahora parece haber encontrado la f¨®rmula. Consiste en alternar con prudencia su alma izquierdista -durante a?os aletargada- con la soberanista, que hasta 1996 fue la m¨¢s desarrollada.
La actual direcci¨®n de ERC procede tanto de la desaparecida plataforma de agitaci¨®n nacionalista de la Crida a la Solidaritat como de Nacionalistes d'Esquerra, en la ortodoxia izquierdista. Tambi¨¦n se han incorporado ex militantes de Catalunya Lliure, brazo pol¨ªtico de la extinta organizaci¨®n terrorista Terra Lliure, una desaparici¨®n atribuible a las negociaciones pol¨ªticas efectuadas por ERC. Desde que en 1996 ?ngel Colom dej¨® la direcci¨®n, Esquerra comenz¨® a alejarse del independentismo intr¨ªnseco para buscar contenidos capaces de llegar a la vida diaria de sus potenciales votantes.
Algunos dirigentes se sienten incluso molestos si los medios de comunicaci¨®n abusan del t¨¦rmino independentista en referencia a ERC. "Tambi¨¦n nos gusta que nos llamen republicanos", explica un destacado miembro de la direcci¨®n. Frente a la idea de la unidad de Espa?a, conf¨ªan en que la Europa unida ayude a borrar las fronteras de las naciones Estado.
El caso es que el c¨®ctel parece haber dado con la clave del ¨¦xito. El electorado de Esquerra no s¨®lo se ha extendido hacia los nuevos votantes j¨®venes, sino que ha crecido hasta la franja de quienes est¨¢n sobre los 40 a?os. A falta de an¨¢lisis detallados sobre los resultados del pasado domingo, se considera a ERC la principal beneficiaria -junto a los ecosocialistas de Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV)- de las movilizaciones contra la invasi¨®n de Irak que hicieron de la ciudad de Barcelona un referente pacifista.
?C¨®mo se traduce esa doble alma de ERC en las votaciones del Parlamento de Catalu?a? Pues unas veces vota con el bloque de izquierdas -socialistas e ICV- y otras con Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU). Es la praxis de la doctrina de la equidistancia, que critican con similar ¨¦nfasis socialistas y convergentes. Su formulaci¨®n ideal ser¨ªa crear un Gobierno CiU-PSC- ERC. Para Esquerra se trata de un ejercicio de supervivencia pol¨ªtica. Su militancia y su electorado -con el coraz¨®n partido- podr¨ªan divorciarse del partido si las relaciones con CiU o el PSC fueran m¨¢s all¨¢ del mero juego de seducci¨®n. Por ejemplo, ERC se abstuvo en la votaci¨®n de investidura de Jordi Pujol en 1999, cuando CiU sum¨® sus votos a los del Partido Popular contra los de socialistas e ICV. No obstante, a lo largo de la legislatura ERC se ha incorporado a muchas iniciativas de la izquierda, espoleada por la muleta que el PP brinda a CiU.
Adem¨¢s, desde 1995 participa en el pacto tripartito en el Ayuntamiento de Barcelona, junto a socialistas e ICV, lo cual le ha acarreado cr¨ªticas de los nacionalistas de CiU. Pero el electorado parece responder a la ambig¨¹edad calculada de ERC. Si en las municipales de 1991 uno de cada 10 votantes nacionalistas apoy¨® a Esquerra y otros nueve a CiU, ahora, tras los comicios del pasado domingo, la relaci¨®n ha pasado a ser de uno a dos. Una evoluci¨®n que inquieta en las filas pujolistas.
Larga tradici¨®n de gobierno
Esquerra cont¨® con media docena de ministros en los diversos Gabinetes de la Segunda Rep¨²blica espa?ola, algo que el partido -creado en 1931- se tom¨® como una cuesti¨®n de principios, aunque a veces su participaci¨®n en el banquete del poder en Madrid resultara tan frugal como indigesta.
Cuentan que Francesc Maci¨¤, primer presidente de la Generalitat republicana, envi¨® en junio de 1933 al que ser¨ªa su sucesor, Llu¨ªs Companys -fusilado por Franco en 1940-, a tomar posesi¨®n de la cuota ministerial que se le conced¨ªa a ERC. Al llegar a Guadalajara, el jefe de estaci¨®n subi¨® al tren a cumplimentar al ministro in p¨¦ctore. Companys decidi¨® salir de dudas y pregunt¨® al funcionario: "Y d¨ªgame, ?de qu¨¦ soy ministro?".
-"De Marina, se?or", respondi¨®.
Companys, un hombre de la Catalu?a interior, sigui¨® el trayecto hacia Madrid sabiendo por fin qu¨¦ cartera ocupar¨ªa, con un entusiasmo similar al de los cristianos camino del martirio. Con todo, Esquerra nunca falt¨® a la cita con el poder de progreso republicano. ERC no contaba con intelectuales de altura. Por eso tom¨® algunos de los m¨¢s relevantes miembros de Acci¨® Catalana como cuota propia. As¨ª sucedi¨® con Jaume Carner, que hizo los primeros presupuestos de la Rep¨²blica y ocup¨® dos a?os la cartera de Hacienda. ERC cont¨® con los ministros Joan Lluh¨ª i Vallesc¨¤, Jaume Aiguader, Carles Pi i Sunyer y Miquel Santal¨®.
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