Chirac abre el di¨¢logo con EE UU en el G-8

Un hotel de la belle ¨¦poque en la ciudad balneario de Evian, cuyo centro ha sido aislado del resto del mundo por miles de polic¨ªas, acoger¨¢ hoy a los l¨ªderes de los pa¨ªses del G-8 en un intento de cerrar la brecha abierta por la crisis de Irak. A ellos se suman 11 l¨ªderes de "econom¨ªas emergentes" en sesiones informales que contribuyen a realzar la envergadura pol¨ªtica de un encuentro dise?ado por Jacques Chirac como el comienzo de un di¨¢logo entre pa¨ªses ricos, futuras potencias y pa¨ªses emergentes.

Despu¨¦s de las divisiones sobre Irak, toda la cumbre est¨¢ condicionada ahora a la capacidad del presidente estadounidense, George W. Bush, para restablecer la confianza entre Estados Unidos y Europa. ?Qu¨¦ se puede esperar de la entrevista personal Bush-Chirac, prevista para ma?ana? "Si Estados Unidos quiere contar con nosotros, tanto mejor; si no, el sol no va a dejar de salir por eso", comenta una fuente francesa, aparentando tranquilidad ante un encuentro que todos los observadores consideran importante.

Bush est¨¢ decidido a obtener el reconocimiento de su liderazgo y la rectificaci¨®n de los "errores" de la Vieja Europa. Pero la agenda de Chirac para esta cumbre contiene objetivos sobre el medio ambiente, el acceso al agua corriente o la disponibilidad de medicamentos para los pa¨ªses pobres. Las intenciones no coinciden: si la presidencia francesa ha emplazado los debates sobre la seguridad del mundo en un espacio de hora y media -en dos d¨ªas y medio de sesiones-, Bush ha recalcado a varios medios franceses que la seguridad es el aspecto clave de esta cumbre. Eso, y la "discusi¨®n" con Chirac.

Bush se ha mostrado conciliador: "?Vive la France!", espet¨® a los periodistas de este pa¨ªs que le entrevistaron en v¨ªsperas de su viaje. Pero hace un a?o asegur¨® que Francia era su "aliado m¨¢s s¨®lido" en la lucha antiterrorista, cuando visit¨® el cementerio de Normand¨ªa, donde reposan los restos de los militares de la 82? y 101? divisiones estadounidenses. La cortes¨ªa no ser¨¢ suficiente. Los gestos de confianza han de ser mucho m¨¢s claros para que los mercados perciban una se?al positiva, que es el objetivo proclamado por los organizadores de esta cumbre. Si Bush apenas hace gestos conciliadores, Francia tampoco se entrega.

El jefe de la Casa Blanca estar¨¢ a gusto con sus fieles del G-8: el brit¨¢nico Tony Blair, el italiano Silvio Berlusconi y el japon¨¦s Junichiro Koizumi. Bastante menos con el canadiense Jean Chr¨¦tien, demasiado tibio en la crisis iraqu¨ª, y con el "frente de desleales" integrado por el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, y el canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, adem¨¢s de Chirac. Dos reuniones celebradas por los organizadores franceses de esta cumbre del G-8, en las que ha estado presente este peri¨®dico, no permiten entrever grandes expectativas, ni invitan a pensar en una reconciliaci¨®n sobre bases s¨®lidas. Para que la foto de familia de ma?ana no refleje m¨¢s rupturas hace falta un golpe psicol¨®gico y no s¨®lo el recuento del porcentaje del PIB mundial representado por los l¨ªderes que se re¨²nen hoy: 60% con los pa¨ªses del G-8, y m¨¢s del 70% si se suma a las econom¨ªas emergentes invitadas.

La agenda oficial de la cumbre presenta objetivos ambiciosos, desde la financiaci¨®n con 18.000 millones de d¨®lares de la destrucci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva en poder de las antiguas rep¨²blicas sovi¨¦ticas hasta un llamamiento renovado a la aprobaci¨®n del protocolo de Kioto, rechazado por EE UU. Hay negociaciones europeas para responder a la oferta norteamericana de contribuir con 15.000 millones de d¨®lares a la lucha contra el sida y un proyecto para aligerar la deuda de los pa¨ªses pobres.