Y qu¨¦
Pese a que Humphrey Bogart tiene dicho que no hay problema en este mundo que no lo solucione un whisky doble, existen dos formas cl¨¢sicas de afrontar un destino aciago: combatirlo con el ¨¢nimo alzado o aceptarlo con estoicismo. Ignoro qu¨¦ m¨¦todo usaban los h¨¦roes antiguos, qu¨¦ blasfemia o plegaria emit¨ªan ante el reto de la adversidad. Este dilema engendr¨® la famosa duda de Hamlet, un pr¨ªncipe que frente al infortunio se debat¨ªa entre el ser o no ser. Creo que existe un espacio del esp¨ªritu m¨¢s all¨¢ de la rebeli¨®n o de la entrega resignada donde se mueven quienes no son valientes ni cobardes, sino s¨®lo resistentes. ?stos usan una f¨®rmula m¨¢s sencilla. Ante cualquier conflicto levantan los hombros y exclaman: "Bueno, y qu¨¦". Imagino a Hamlet en escena con un estilete en la mano enumerando todas las desdichas humanas: la congoja de un amor desairado, el ultraje del opresor, la traici¨®n de un amigo, el desd¨¦n del soberbio o cualquier otra injusticia. Si en lugar de fingirse loco fluctuando entre las profundidades de la filosof¨ªa, el arrojo de la venganza o el suicidio, al final de cada agravio, envainada la daga, hubiera exclamado: "Bueno, y qu¨¦", y luego se hubiera rascado una pierna, Hamlet hoy no ser¨ªa el ente brumoso y atormentado de la tragedia, sino el pr¨ªncipe de un relativismo de andar por casa que hace de la duda una fuente de felicidad y no de desdicha. Haga usted la prueba. Cuando crea que va a sucederle algo malo, salga de la niebla del ser o no ser y apl¨ªquese una filosof¨ªa parda. Diga para s¨ª mismo: "Bueno, y qu¨¦". Detr¨¢s de esa exclamaci¨®n despectiva se le abrir¨¢ un campo lleno de posibilidades. Por ejemplo, a esa adolescente la ha dejado su primer novio, bueno y qu¨¦, gracias a eso encontrar¨¢ otro amor que se parece a Brad Pitt; a su hijo lo han suspendido en selectividad, bueno y qu¨¦, por este motivo el chico se convertir¨¢ en un campe¨®n de tenis; el ¨²ltimo an¨¢lisis ha resultado positivo y le va a abocar al quir¨®fano, bueno y qu¨¦, despu¨¦s de la operaci¨®n quedar¨¢ absorto frente a la rosa que cultiva en la ventana y cualquier m¨ªnimo placer le conmover¨¢ las entra?as reci¨¦n sajadas. Cada una de estas exclamaciones, bueno y qu¨¦, podr¨ªan llevarle a otro problema distinto. Si lo repite por tercera vez, lo l¨®gico es que al final se enfrente uno a la muerte, bueno y qu¨¦. Morir, dormir, tal vez so?ar, dec¨ªa Hamlet. Pero cada persona tiene un l¨ªmite secreto, un principio inamovible, que no est¨¢ dispuesta a ceder sin lucha al destino. S¨®lo uno. ?Cu¨¢l es el suyo?
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