Gasto hospitalario

El informe del Tribunal de Cuentas de los a?os 1999 y 2000, basado en un pormenorizado examen de la pol¨ªtica de compras de 16 hospitales p¨²blicos, es demoledor para sus gestores. En la inmensa mayor¨ªa de los casos, la adquisici¨®n de medicamentos no s¨®lo incumpli¨® la normativa vigente, que obliga a hacerla con publicidad y p¨²blica concurrencia, sino que adem¨¢s se pagaron precios con oscilaciones inexplicables para un mismo f¨¢rmaco, incluso dentro de un mismo hospital. Y no es la primera vez que ocurre. El hecho de que un hospital llegue a pagar por un f¨¢rmaco hasta un 236% m¨¢s que otro, y que la mayor¨ªa de las compras se hayan hecho a dedo, induce a pensar que podemos estar ante algo m¨¢s que una mera disfunci¨®n.

Estos gestores, que administran dinero p¨²blico, no hicieron valer ante los laboratorios proveedores su calidad de principales clientes para obtener unos descuentos proporcionales al volumen de la compra. Las administraciones responsables tampoco empujaron una medida que hab¨ªan anunciado y que parece elemental: la creaci¨®n de una central de compras que permita negociar precios m¨¢s ventajosos que los que pueda obtener cada hospital por separado. Como ocurrir¨ªa en cualquier empresa privada eficiente.

Semejante pol¨ªtica de compras, que contribuye sin duda al desorbitado crecimiento de la factura farmac¨¦utica -con aumentos en los ¨²ltimos a?os de entre el 13% y el 22,7%-, merece un severo correctivo. Pero parece que el nivel de tolerancia en la gesti¨®n de lo p¨²blico es decididamente amplio, y algo tendr¨¢ que ver en ello un pernicioso sistema de nombramientos que prima en muchos casos la fidelidad pol¨ªtica por encima de la profesionalidad o los resultados. El sistema sanitario p¨²blico es uno de los principales factores de equidad y justicia social en nuestro pa¨ªs, y la mejor forma de preservarlo es garantizando una gesti¨®n eficiente. La desidia en su administraci¨®n es inadmisible.