Guerra y elecciones, o los riesgos de votar en Callosa de Segura
Finalmente termin¨® la guerra de Irak y se despejaron las dudas acerca del impacto electoral de la pol¨ªtica del Gobierno de la naci¨®n con respecto a la misma. Dejando de lado a Catalu?a y, sobre todo, al Pa¨ªs Vasco, que merecer¨ªan un an¨¢lisis m¨¢s fino, puede decirse que ese impacto ha sido pr¨¢cticamente nulo.
Este hecho puede ser decepcionante pero no es incomprensible. El rechazo de algo tan inhumano como es la guerra es, en la mayor¨ªa de los casos, el acto reflejo que provoca una herida de la sensibilidad moral. Resulta ilusorio esperar que, por s¨ª mismo, se convierta en un principio de una acci¨®n pol¨ªtica coherente. El No a la guerra, m¨¢xime cuando se puede alegar que ¨¦sta ya se ha ganado, no basta para generar un programa de gobierno. Ni municipal, ni auton¨®mico, ni nacional.
La lecci¨®n te¨®rica a aprender de todo esto parece bastante elemental: las relaciones entre ¨¦tica y pol¨ªtica no son nada simples, y mal que les pese a algunos moralistas edificantes, la segunda parece gozar de una amplia autonom¨ªa con respeto a la primera. Podr¨ªamos deplorar que el mundo sea as¨ª, pero mejor har¨ªa quien aspire a mejorar el mundo en tener en cuenta c¨®mo es.
No obstante, lo que ha acontecido en los tres ¨²ltimos meses en Espa?a se presta a otro tipo de reflexi¨®n m¨¢s inquietante. Lo ilustrar¨¦ con un caso que, a mi entender, trasciende la categor¨ªa de la an¨¦cdota. El domingo 25 una ciudadana que pretend¨ªa ejercer su derecho al voto en Callosa de Segura luciendo una pegatina con un No a la guerra, fue conminada por una presidenta de mesa, primero, y por la Polic¨ªa Local, despu¨¦s, a abandonar el colegio electoral y, ya en la calle, a desprenderse de su emblema antibelicista.
Sin entrar a prejuzgar si nos encontramos ante un caso flagrante de coacci¨®n y de conculcaci¨®n de derechos tan fundamentales como el de la libertad de expresi¨®n y al voto, algo que en todo caso deber¨ªa dilucidar la justicia ordinaria, entiendo que este incidente es un reflejo del clima de autoritarismo e intolerancia que, cual bochornoso anticicl¨®n, corremos el riesgo de que se instale sobre nuestro pa¨ªs.
Por si no lo sab¨ªa ya, el Gobierno ha constatado en la pr¨¢ctica que se puede obtener un refrendo electoral incluso haciendo una pol¨ªtica puntualmente divorciada de la inmensa mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica, y es muy f¨¢cil en estas circunstancias, desde la ilusi¨®n de inmunidad y omnipotencia, caer en la tentaci¨®n de practicar una democracia autoritaria que estigmatice toda discrepancia. Aquel extra?o amago de una ley contra el derrotismo, o la vergonzosa apropiaci¨®n exclusivista durante la campa?a de la Constituci¨®n y de la unidad del Estado, son s¨®lo algunos de los s¨ªntomas evidentes de lo que quiero apuntar.
La izquierda que, se quiera o no, desde el colapso te¨®rico y pr¨¢ctico del marxismo anda escasa de referentes te¨®ricos, har¨ªa bien en mirar a su propia historia en nuestro pa¨ªs. En su defensa de las libertades colectivas e individuales puede encontrar una se?a de identidad que la distinga tajantemente de una derecha que en el siglo XX fue por demasiado tiempo c¨®mplice de una dictadura infame. Su obligaci¨®n es no dejar en el desamparo, ni pol¨ªtico ni jur¨ªdico, a aquellos ciudadanos y ciudadanas que, como la arriesgada votante de Callosa de Segura, defienden con el ejercicio de su libertad la libertad de todos.
Ojal¨¢ el Partido Popular disipara los temores que m¨¢s arriba he manifestado. Si quiere hacerlo podr¨ªa empezar por utilizar su reci¨¦n estrenada mayor¨ªa absoluta en ese municipio alicantino para abrir una investigaci¨®n y depurar responsabilidades entre la Polic¨ªa Local del mismo. Mientras tanto, m¨¢s valdr¨¢ que la opini¨®n p¨²blica se mantenga alerta. Lo que est¨¢ en juego es algo mucho m¨¢s importante que un mero resultado electoral.
Vicente Sanf¨¦lix Vidarte es profesor de la Universitat de Val¨¨ncia.
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