El Plan Hidrol¨®gico Nacional
Salta a la vista, con solo echar un vistazo al mapa auton¨®mico postelectoral, que la cuesti¨®n del agua ha calado en el ¨¢nimo de los electores, a pesar de algunas excepciones en localidades peque?as, hasta el punto de que, si el PSOE quiere ganar en el 2004, debe revisar con urgencia su posici¨®n, o su manera de exponerla al p¨²blico.
Resulta necesario echar la vista atr¨¢s con ¨¢nimo de refrescar la memoria, y rehacer lo andado -o lo no andado, qui¨¦n sabe- para ponerse en el lugar del votante y analizar qu¨¦ ha podido ocurrir.
El Plan Hidrol¨®gico Nacional, incluidos los pol¨¦micos trasvases, fue un tema que estuvo siempre en los programas del PSOE durante los sucesivos gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez. Pero no consigui¨® sacarlo adelante nunca. Jos¨¦ Borrell y Cristina Narbona, desde el Ministerio de Obras P¨²blicas, tuvieron su oportunidad, y, aunque lo intentaron, fueron incapaces de aprobar documento alguno. As¨ª las cosas, el Partido Popular en su primer a?o de poder y haciendo uso de la mayor¨ªa absoluta (que para eso se tiene) aprueba un PHN en el Parlamento, del que no entro en su contenido porque desconozco gran parte de sus aspectos t¨¦cnicos (como lo desconocen la mayor¨ªa de los ciudadanos). Seguramente ser¨¢ mejorable en muchos aspectos, aunque nunca pueda llegar a contentar a todos.
A partir de ese momento, el PSOE, desde la oposici¨®n, se dedica, agotadas las instancias en el ¨¢mbito espa?ol, a boicotear los fondos que puedan llegar de la UE para financiarlo. Una actitud que la ciudadan¨ªa no comprende y observa con estupor. Y a estimular en Arag¨®n una fobia patri¨®tica local hacia el PHN del mismo calibre que la pasi¨®n desatada en su favor por los populares en las comunidades valencianas y murcianas, en un penoso alarde competitivo que no conduce a racionalizar las decisiones.
Mientras tanto, Alicante est¨¢ en peligro de desertizaci¨®n de gran parte de su territorio. En Valencia y Castell¨®n se est¨¢n salinizando los acu¨ªferos con la urbanizaci¨®n explosiva de la costa que ning¨²n alcalde afectado, del color que sea, est¨¢ dispuesto a impedir. Y tampoco el Consell de la Generalitat Valenciana. Los agricultores murcianos se desesperan ante un porvenir de sed. El agua, su escasez, pone un techo al desarrollo econ¨®mico a plazo m¨¢s o menos fijo. No nos enfrentamos a una amenaza, sino a una realidad a la vuelta de la esquina.
La gente corriente, que somos casi todos, percibe el cambio operado por el partido socialista en este tema como algo confuso, y sus argumentos, explicados con la boca peque?a, contribuyen a colocarlo en una posici¨®n de extrema vulnerabilidad. As¨ª lo han captado tambi¨¦n los estrategas del partido popular que no han dudado en convertirlo en el objetivo preferido de sus ataques. Con bastante demagogia, por otra parte. Pero lo cierto es que los socialistas se lo han puesto demasiado f¨¢cil. Si de verdad se tiene una alternativa mejor al PHN, ¨¦sta ha de ser rotunda, justificada desde el punto de vista t¨¦cnico y, sobre todo, se ha de saber comunicar. Y se ha de explicar tambi¨¦n, con claridad, cu¨¢les fueron los obst¨¢culos que les impidi¨® llevarla adelante en su momento, y si ¨¦stos han desaparecido ahora. Desde luego, ha fallado esa comunicaci¨®n. La frase "traeremos m¨¢s agua, a menor coste y m¨¢s pronto", o¨ªda a Pla y a Zapatero, reiteradamente durante la campa?a, no s¨®lo carece de credibilidad, sino que suena a r¨¦plica de alguien acorralado, o a tomadura de pelo. ?C¨®mo?, se pregunta la gente. Y dado que la respuesta, cuando se da, es prolija y poco comprensible, el resultado es una imagen de incompetencia ahuyentadora de votos.
La manifestaci¨®n bajo el slogan de agua para todos, con paella gratis y vergonzosa financiaci¨®n p¨²blica, liderada por los populares, convertida luego en santo y se?a de su campa?a electoral, sac¨® a la calle casi tanta gente como las del no a la guerra. Cerrar los ojos ante estos hechos seguir¨¢ siendo una torpeza de cara a un futuro inminente. Claro que, el mismo argumento debe haber sido la causa del fracaso de los populares en Arag¨®n. Convertir, por tanto, un asunto tan importante como el PHN en objeto de alzamiento, a favor o en contra seg¨²n las regiones afectadas, es un desatino. Ambos partidos deber¨ªan parar esta carrera demencial.
Cambiar una mentalidad de despilfarro de agua por otra de ahorro lleva mucho tiempo y, sobre todo, exige invertir en educaci¨®n. Frenar la demanda creciente de agua per c¨¢pita deber¨ªa dejar de ser una utop¨ªa para convertirse en un objetivo pol¨ªtico a medio plazo asumido por todos.
Mientras tanto, los cambios sociales han conducido a que cada vez sean menos las personas que votan con el coraz¨®n. Ni siquiera se hace con la raz¨®n o con la ideolog¨ªa, sino, con una visi¨®n pragm¨¢tica del mundo que conecta con el bolsillo particular. El af¨¢n de consumo insaciable que nos envuelve nos convierte en sordos hacia cualquier soluci¨®n restrictiva. A pesar de las dificultades, el camino correcto para cambiar el contenido del PHN consiste en ganar en casa, con una mayor¨ªa suficiente de ciudadanos detr¨¢s, en lugar de dedicarse a poner obst¨¢culos desde las instituciones europeas.
Mar¨ªa Garc¨ªa-Lliber¨®s es escritora.
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