Ser feliz es muy aburrido
Este primer centenario del nacimiento de Marguerite Yourcenar no podr¨¢ dar pie al lector a quejarse de la difusi¨®n editorial de la obra de la celebrada autora. Desde el inesperado ¨¦xito de ventas de la reedici¨®n de Memorias de Adriano, en 1982 (la editorial Edhasa la hab¨ªa publicado en 1955, en memorable traducci¨®n de Julio Cort¨¢zar, y hab¨ªa dejado de existir), gracias a que el entonces presidente del Gobierno declar¨® tener dicha novela en la mesilla, los libros de la autora belga se fueron editando y reeditando gozando siempre de una atenci¨®n cr¨ªtica abundante y de un seguimiento lector notable si tenemos en cuenta que, la rigurosa Yourcenar, jam¨¢s se sinti¨® tentada por una escritura pensada para un p¨²blico mayoritario. Hay que felicitarse, pues, de que, al contrario de lo que sucede a veces a la hora de los centenarios (el de Victor Hugo, por ejemplo), en esta ocasi¨®n, el lector dispone de, pr¨¢cticamente, toda la obra de la homenajeada. Y, adem¨¢s, excelentemente traducida. Marguerite Yourcenar, que tan escrupulosamente recre¨® en franc¨¦s t¨ªtulos de Virginia Woolf, de Henry James o de Cavafis -sin olvidar su excelente antolog¨ªa de poes¨ªa cl¨¢sica-, fue traducida al castellano, adem¨¢s de por Julio Cort¨¢zar, por Emma Calatayud, consiguiendo ambosuna labor muy raramente alcanzable: dar existencia verbal a una voz concebida en otro idioma.
Adem¨¢s de toda la obra de Yourcenar, el lector dispone tambi¨¦n de dos biograf¨ªas a ella dedicadas: la de Josyane Savigneau (La invenci¨®n de una vida, publicada en franc¨¦s en 1990 y traducida por Alfaguara) y Qu¨¦ aburrido hubiera sido ser feliz, de Mich¨¨le Goslar, publicada en Francia en 1998 y ahora aqu¨ª por Paid¨®s. Los ocho a?os de diferencia entre la redacci¨®n de ambos t¨ªtulos favorecen, claro est¨¢, al segundo: Goslar dispuso de m¨¢s tiempo para ahondar en fuentes y testimonios m¨¢s asequibles a medida que la muerte de la escritora quedaba atr¨¢s. Y, por otra parte, su intenci¨®n, al plantearse la biograf¨ªa de Yourcenar, era sustancialmente distinta de la de Savigneau. De la de Josyane Savigneau y, tambi¨¦n, de la de Mich¨¨le Sarde (Marguerite Yourcenar, La Passion et sus masques, publicada en franc¨¦s en 1995). Mientras la de Savigneau se basa, sobre todo, en la obra literaria de la biografiada, y la de Sarde en su periodo griego, intentando esclarecer las fuentes de Fuegos, Mich¨¨le Goslar ha preferido profundizar en su existencia sentimental, y los v¨ªnculos existentes entre los personajes reales que influyeron de manera determinante en la vida de la autora y los seres de ficci¨®n inspirados en ellos. As¨ª, la propia Goslar define sus prop¨®sitos: "Mi objetivo, en el presente libro, ha sido doble: de entrada -que es lo que expresa el t¨ªtulo escogido, extra¨ªdo de Fuegos- mostrar que la austera Marguerite Yourcenar fue un ser desgarrado, dominado, v¨ªctima de la pasi¨®n y, en definitiva, excluido de la felicidad; a continuaci¨®n, descubrir o iluminar los rostros -incluyendo los suyos- o los acontecimientos -incluidos los que ella vivi¨®- que inspiran directamente sus obras". En este sentido, Goslar emprende su labor con abundante y meticulosa documentaci¨®n. Tras reconstruir, sus primeros a?os en B¨¦lgica, la huella de la muerte de la madre a los pocos d¨ªas de dar a luz, la relaci¨®n con su padre y el medio familiar, Goslar, siguiendo siempre su prop¨®sito de ir dibujando el perfil de una personalidad empe?ada en automodelarse de acuerdo a un ideal de perfecci¨®n s¨®lo al alcance de esp¨ªritus ejercitados en una voluntariosa inteligencia y supremo sentido de la belleza y la libertad, pasa a investigar las relaciones de la joven Marguerite con el matrimonio formado por Jeanne y Conrad de Vietinghoff (amante, ella, del padre de Yourcenar, y arist¨®crata homosexual, ¨¦l), pareja en la que se inspir¨® para su primera obra maestra: Alexis o el tratado del in¨²til combate. Y, asimismo, aporta un buen n¨²mero de datos referentes a sus relaciones con Andr¨¦ Fraigneau y Andreas Embiricos, su amante griego, que configuran la escritura de Fuegos. Tanto estas relaciones como las que la autora mantuvo con Grace Frick a lo largo de buena parte de su vida, y la entablada con el joven fot¨®grafo Jerry Wilson tras la muerte de Grace, son tratadas por Goslar sin asomo alguno de sensacionalismo. De modo que, lejos de confundir la imagen que el lector pueda tener de Yourcenar, la completa.
Marguerite Yourcenar. Qu¨¦ aburrido hubiera sido ser feliz. Mich¨¨le Goslar. Traducci¨®n de N¨²ria Pujol i Valls.Paid¨®s. Barcelona, 2002. 419 p¨¢ginas. 24 euros.
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