Un recorrido apote¨®sico
Con las 65 obras de Tiziano (hacia 1485-1576), 30 de las cuales jam¨¢s exhibidas en nuestro pa¨ªs, esta muestra organizada por el Museo del Prado no s¨®lo es, en efecto, como dice la nota de prensa de la instituci¨®n, la mayor exposici¨®n que se ha montado sobre el genial pintor veneciano desde la que se celebr¨® en Venecia el a?o 1935, sino probablemente una de las mejores y m¨¢s trascendentales que han tenido lugar en la ya larga historia del Prado. Lo es adem¨¢s por varias razones, entre las que se encuentran, en primer lugar, la de ser la primera antol¨®gica que se celebra en nuestro pa¨ªs sobre Tiziano, donde se conservan muchas de las m¨¢s sobresalientes telas del maestro, con lo que esta excepcional reuni¨®n entre lo propio y lo for¨¢neo constituye un hito cultural de primer orden; en segundo, porque Tiziano, amado por Carlos V y Felipe II, es la pieza clave para el desarrollo de la Escuela Espa?ola, para lo que basta con citar al respecto a El Greco y Vel¨¢zquez; en tercer lugar, porque, como admirablemente se ha sabido indicar en el montaje de la exposici¨®n, que llena la galer¨ªa central, la obra de Tiziano fecund¨® tambi¨¦n la de Rubens, cuya relaci¨®n con Espa?a y cuya presencia en el Prado son asimismo cruciales.
De todas formas, sea cual sea la relevancia hist¨®rica que esta magna exposici¨®n de Tiziano tenga entre nosotros, no se puede pasar por alto la haza?a en s¨ª que supone haber logrado llevarla a cabo con la ambici¨®n y el esplendor que alcanza. En este sentido, hay que felicitar al comisario, Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana del Renacimiento del Museo del Prado, y a todos los responsables actuales de la instituci¨®n por su formidable esfuerzo. Los pr¨¦stamos internacionales logrados son incre¨ªbles, como El fest¨ªn de los dioses, de Giovanni Bellini, de la Galer¨ªa Nacional de Washington -cuyo paisaje de fondo revela la mano de Tiziano-; La Venus de Urbino, de la Galer¨ªa de los Uffizi de Florencia; Salom¨¦, de la Galer¨ªa Doria Pamphili de Roma; el Hombre del guante, del Museo del Louvre; El castigo de Marsias, del Palacio Arzobispal de Kromeriz; Tarquinio y Lucrecia, del Museo Fitzwilliam de Cambridge, etc¨¦tera. Pero es tambi¨¦n asombrosa la puesta en valor de los tiziano locales, los del Prado que jam¨¢s hab¨ªan podido ser vistos en las maravillosas condiciones de luz natural y escenogr¨¢fica ubicaci¨®n con que ahora se nos ofrecen a la vista, por no hablar de algunas limpiezas admirables, como la de la Santa Margarita, cuyo sorprendente y emocionante fondo ha sido recuperado, pero tambi¨¦n los de otras colecciones espa?olas, como ese monumental Martirio de San Lorenzo, del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, que cierra el recorrido de la exposici¨®n dej¨¢ndonos literalmente sin respiraci¨®n.
Dividida en cinco apartados, que recogen los episodios cronol¨®gicos, tem¨¢ticos y est¨¦ticos fundamentales de la vida y obra de este pintor, sin duda uno de los m¨¢s importantes de la historia del arte occidental, es casi imposible, no digo ya comentar los muchos aspectos relevantes de esta exposici¨®n, sino ni tan siquiera destacar los cuadros m¨¢s memorables entre los que ahora nos visitan. Hay que tener en cuenta que Tiziano no s¨®lo tuvo una inventiva y calidad incomparables, sino que, en raz¨®n de su longevidad -vivi¨® seguramente m¨¢s de 90 a?os sin que jam¨¢s se amortiguase su productividad y excelencia-, sirvi¨® de puente entre la madurez del siglo XV, la suntuosa esplendidez del XVI y los caminos abiertos hacia lo mejor del XVII; en suma: todo el arte de la ¨¦poca moderna. De esta manera, en la presente exposici¨®n, que supera con creces la que acaba de ser exhibida en Londres, el visitante no tiene un solo momento en que no sea sacudido por el impacto de lo que ve, ni siquiera en los momentos m¨¢s tempranos, con, por ejemplo, La Virgen con ni?o (La Zingarella), del Kunsthistorische de Viena, el Noli me tangere o la Schiavona, ambas de la National Gallery de Londres, aumentando esta intensidad seg¨²n se avanza hasta el apote¨®sico final. En fin, no creo que haya muchas oportunidades en la vida como para disfrutar de un artista tan fundamental a trav¨¦s de su selecci¨®n tan completa como ¨¦sta que el Museo del Prado nos ofrece ahora, convirtiendo este evento en uno de sus acontecimientos m¨¢s inolvidables de su historia memorable.
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