Por tierra, mar y aire
Es terrible, pero a estas alturas hay que reconocer que la desgracia nos est¨¢ golpeando por tierra, mar y aire. Del mar viene el Prestige y ataca las costas de la pen¨ªnsula. Por el aire vamos a cumplir con nuestros compromisos internacionales y la tragedia asola a nuestros soldados. Por la tierra nos desplazamos y el hierro nos destroza en el camino. Nada peor que la mala fortuna, sobre todo para los que tienen que gestionarla. Y ah¨ª es donde le duele al gobierno, en administrar con inteligencia el mal fario.
El destino no existe para un progresista, todo depende de la voluntad de avanzar, de seguir adelante construyendo el futuro. Por eso su pesadilla es el deterioro, la degeneraci¨®n, la corrupci¨®n, el retroceso. Los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez progresaron adecuadamente hasta que les alcanz¨® la corrupci¨®n, utilizada por la conveniencia de muchos intereses, es cierto, pero tuvieron que enfrentarse a su propio fantasma. Para los conservadores todo est¨¢ bien, vivimos en el mejor de los mundos posibles, mejor no tocar nada y, como mucho, retocar esto y aquello como mera cuesti¨®n de est¨¦tica pero sin alterar el fondo, s¨®lo maquillando la figura. Para ellos, el peor escenario es el que se mueve, la alteraci¨®n de lo que ya est¨¢ establecido, la comprobaci¨®n de que todo fluye y nada es. El reverso tenebroso de un conservador es el azar, la desgracia inesperada, por eso se vuelven tartamudos cuando se enfrentan al accidente que no saben explicar si no es como fallo humano, una especie de pecado original que justifica este valle de l¨¢grimas.
Por los a?os noventa, nos levant¨¢bamos asustados a la espera de saber qui¨¦n se hab¨ªa llevado los dineros o qu¨¦ normas se hab¨ªan saltado para solucionar los problemas. Ahora nos acostamos rezando para que la suerte nos deje ver el nuevo d¨ªa, que no se caiga el techo, nos asalten mientras dormimos o nos despertemos con una nueva guerra. Es normal, en consecuencia, que los espa?oles estemos paranoicos con los progresistas y deprimidos con los conservadores, por eso no hay raz¨®n alguna para extra?arse de los resultados electorales. Queremos que gobiernen los socialistas, pero votamos a los populares; es decir, estamos deseando progresar pero sin que nada cambie. Nada m¨¢s normal para los tiempos que corren donde todo es posible.
Es evidente que habr¨¢ que romper por alg¨²n sitio este c¨ªrculo vicioso, pero no est¨¢ claro si habr¨¢ econom¨ªa para tanto. Necesitamos m¨¢s presupuesto para el tr¨¢fico mar¨ªtimo y la construcci¨®n de petroleros con doble casco, aumentar los gastos de la defensa y el ej¨¦rcito para cumplir con las apariencias, as¨ª como invertir en transportes y en la construcci¨®n de la doble v¨ªa ferroviaria. Est¨¢ claro que trabajo no nos va a faltar, aunque es posible que no haya dinero para pagar a todos.
Qu¨¦ tiempos aquellos en los que se pod¨ªa jugar con los ni?os a las adivinanzas y decirles eso de "De la mar llega un barco cargado de...". El otro d¨ªa lo intent¨¦ con un sobrino y cuando me di cuenta estaba marcando el 112 para denunciar una cat¨¢strofe mar¨ªtima. As¨ª no podemos seguir, ya sea por tierra, mar o aire s¨®lo esperamos que ocurra una nueva desgracia. ?No habr¨¢ forma de que los fallos humanos se vean compensados por los aciertos pol¨ªticos, en lugar de que sea al rev¨¦s?
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