Oraci¨®n, despedida y cierre
Jean-Fran?ois Revel es un cori¨¢ceo polemista, un escritor de estilo vitri¨®lico a quien se le suele identificar precipitadamente con posiciones pol¨ªticas conservadoras. Es probable que su sola menci¨®n provoque una especie de repeluzno en alguno de ustedes, seguramente m¨¢s pr¨®ximo al progresismo intelectual. Hay que abrirse, sin embargo, a las posiciones del otro, de quien nos desmiente, porque quiz¨¢ podamos hallar en su ment¨ªs un puntico de verdad, de verdad sin afeites, que nos obligue a pensar. Eso mismo confesaba Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a los gamberros de Gomaespuma en la entrevista que les concediera en 1995 y que ahora pueden leer ustedes en su divertido libro El papa dijo no. Creo que aquel Aznar, tan liberal y campechano, aquel atildado candidato de quien muchos a¨²n no adivinaban su intemperancia, acertaba con su sentenciosa respuesta y creo que la simple sospecha de que el otro quiz¨¢ no siempre diga trolas, de que quiz¨¢ pueda tener raz¨®n nos deber¨ªa obligar a considerar lo que dice, lo que sostiene. No teman, no vamos a ganarnos un rega?ina de los nuestros por el simple hecho de mostrar un talante liberal. Pues bien, ya que hablamos de liberalismo, eso es lo que caracteriza a Revel: su condici¨®n de liberal irredento. En sus diatribas hay siempre un destello de furia, de verdad y de inteligencia, un tono zumb¨®n y polemista al estilo de los philosophes del setecientos, poco apto para la derecha mansurrona y muy temible para los paladares dengosos del conservadurismo confesional.
Precisamente, en su n¨²mero del 16 de mayo, la revista francesa Le Point publicaba un art¨ªculo fiero, combativo, como todos los suyos, de Revel, un art¨ªculo que se titulaba L'integrisme contre la R¨¦publique. Era una exaltaci¨®n de la vitalidad laica, una reivindicaci¨®n de la virtud republicana, ustedes me perdonar¨¢n. Arremet¨ªa contra la pretensi¨®n de adaptar la cultura democr¨¢tica a las exigencias del islamismo, pero lanzaba tambi¨¦n mandobles contra toda forma de clericalismo. Los integristas residentes en Francia, denunciaba, no limitan sus demandas al velo, sino que reclaman, entre otras cosas, la depuraci¨®n de los programas educativos. Indignado, con toda la rabia republicana de que era capaz, Revel conclu¨ªa: "La cultura y las instituciones francesas", les traduzco, "lograron arrancar la ense?anza p¨²blica de la tutela cristiana despu¨¦s de siglos de lucha". ?Acaso se hizo para aceptar la tutela isl¨¢mica?". Grandioso, irreverente Revel.
Pensaba en ello estos d¨ªas, justamente cuando se avecina el fin del curso escolar, cuando nuestros bachilleres vislumbran las vacaciones, cuando los parvulitos valencianos ya idean sus fechor¨ªas veraniegas. Pero pensaba en ello tambi¨¦n porque las elecciones recientes son a la vez un cese institucional y personal, el cierre de un curso pol¨ªtico. Una cosa lleva a la otra, ya saben, y justamente por eso me hac¨ªa el metic¨®n pregunt¨¢ndome por la pol¨ªtica educativa del gobierno aut¨®nomo. Y qu¨¦ quieren que les diga, la respuesta que me daba era trist¨ªsima, desoladora: sin ¨¢nimo de ofender, la ve¨ªa birriosa. Les pido que reparen en dos cosas. La primera, ya la mencionaba el otro d¨ªa en estas mismas p¨¢ginas: la verg¨¹enza de los cientos de barracones, esos contenedores a los que en la consejer¨ªa llaman aulas y que ahogan el esp¨ªritu de bachilleres y parvulitos en tantas escuelas p¨²blicas. Negar eso, callar ante la obstinada denuncia ciudadana, ?a qu¨¦ puede deberse? Responsabilidad es hacerse cargo de uno mismo y de lo que hace o deja de hacer, arrostrar con coraje las consecuencias de sus actos. Punto y parte.
La segunda cosa que quer¨ªa mencionar de esa pol¨ªtica educativa del gobierno saliente ata?e a lo dicho por Jean-Fran?ois Revel, nuestro acerado liberal. Me refiero, claro, al confesionalismo genuflexo que practica el Consell ampar¨¢ndose en la excusa de los centros concertados. Hay una pol¨ªtica cicatera, ro?osa, en el trato que se dispensa a los colegios p¨²blicos. Con ello, la escuela que podr¨ªa educar en la virtud laica y universal se deteriora, present¨¢ndose as¨ª como alternativa centros cat¨®licos cuya moral no es la nuestra o, al menos, no es la de todos. ?C¨®mo van a asistir a esos colegios estudiantes de confesi¨®n musulmana? El informe del Defensor del Pueblo que d¨ªas atr¨¢s se hizo p¨²blico denunciaba precisamente esa situaci¨®n. De abrirse escuelas para cada una de las confesiones, de aceptar un confesionalismo rampante, de recluir a los inmigrantes en centros mal dotados, se esfumar¨¢ el sue?o de la integraci¨®n republicana, c¨ªvica. Pues bien, eso es lo que est¨¢ pasando y eso es lo que el fin del curso corrobora: eso es, al parecer a lo que se resignan muy piadosamente los gobiernos populares de aqu¨ª y de all¨ª. ?Ser¨¢ un espejismo de mi parte, una fantasmagor¨ªa, una ficci¨®n pseudoargumentativa? ?Ser¨¢ que no discrimino bien la realidad? Perm¨ªtanme acabar en franc¨¦s, esa lengua tambi¨¦n amenazada por los responsables de la consejer¨ªa, esa lengua de la que nos vinieron las primeras luces y la ilustraci¨®n hace m¨¢s de dos siglos. "La culture et les institutions", insist¨ªa Revel, "sont parvenues, apr¨¨s des si¨¨cles de lutte, ¨¤ soustraire l'enseignement public ¨¤ la tutelle chr¨¦tienne. Et ce serait pour accepter la tutelle islamique?". Am¨¦n.
Justo Serna es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad de Valencia.
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