Una izquierda en busca de s¨ª misma
M¨¢s que diagn¨®sticos y reflexiones sobre las flaquezas de la izquierda, que no han faltado, la resaca electoral nos ha colmado de desahogos simplistas. Bien exprimidos todos ellos, sin embargo, podemos hacernos idea de porqu¨¦ ha sido tan decepcionante el resultado conseguido para las siglas convencionalmente progresistas. No vamos a recapitular, por reiterados, los motivos del descalabro que, sumariamente dicho, se subsumen en dos: de una parte, la lozan¨ªa que conserva todav¨ªa el discurso conservador y, de otra, en lo que al Pais Valenciano concierne, la inadecuaci¨®n de su mensaje. A partir de esas evidencias, podemos matizar, pero nos parece absurdo negarlas sin enredarnos en sofismas.
A mayor abundamiento, los analistas m¨¢s reputados coinciden en pronosticar que la hegemon¨ªa electoral del PP no sesgar¨¢ hasta la primavera de 2008, lo que se desprende tanto del estudio pormenorizado de los escrutinios como de la proyecci¨®n de los precedentes. El profesor Manuel Mart¨ªnez Sospedra, perito en estos menesteres, anotaba estos d¨ªas pasados que, sin negar lo dicho, la victoria de los populares contiene indicios de la flojera que el PSOE delat¨® en las generales de 1993. Ventajas de saber leer las v¨ªsceras y de encomendarse a Santa Luc¨ªa. Los socialistas valencianos deber¨ªan instarle m¨¢s precisiones al respecto, lo que quiz¨¢ les permitir¨ªa dosificar las euforias y planificar su futuro sin apremios.
El futuro, o lo que es lo mismo, responder a la pregunta cl¨¢sica del viejo Lenin, "?qu¨¦ hacer?", es lo que debiera ocupar las meditaciones de las huestes derrotadas, sin olvidar que las masas ya no est¨¢n "cien veces m¨¢s a la izquierda" que los partidos que pretenden representarlas, como aleccionaba el mentado revolucionario. ?Qu¨¦ hacer, pues, si las masas no son sensibles a los discursos que no sintonicen con el centro pol¨ªtico y sociol¨®gico? Una cuesti¨®n que acaso requiera m¨¢s y mejores doctores que los que se arremolinan en la sede central del PSPV. Pero no ser¨¢ por falta de seseras socialdemocr¨¢ticas y acad¨¦micas: s¨®lo hay que convocarlas y pedirles su parecer.
Por lo pronto, y sin anticipar el eventual dictamen de los expertos, parece claro que el vecindario no est¨¢ maduro para asimilar la unidad de acci¨®n de la izquierda, y no digamos su unidad org¨¢nica. Todav¨ªa perviven demonios familiares, prejuicios enquistados y, consecuentemente, la posibilidad de airear tal esperpento para asustar al personal. La derecha aznarista y auton¨®mica no ha tenido la menor aprensi¨®n en exhibirlo y, lo que es peor, les ha funcionado. De ah¨ª que convendr¨¢ pensar en que, con vistas a las pr¨®ximas citas electorales, la reconciliaci¨®n de los hermanos est¨¢ lejana, aunque cada d¨ªa sean menos perceptibles las diferencias ideol¨®gicas y program¨¢ticas entre todos los que se reclaman socialdem¨®cratas. El intento ha sido plausible, pero no ha funcionado. La alternativa posible -y predicada por algunos- tambi¨¦n es alarmante: hay que promover el personalismo cristiano de Emmanuel Mounier, en su versi¨®n manchega de Jos¨¦ Bono, suponemos. Joan Ignasi Pla y sus cabezas de huevo se lo pensar¨¢n, pero que no soslayen una perogrullada: si hay que elegir entre dos derechas, siempre se optar¨¢ por la profesional, por ¨¦sta, la de toda la vida.
Y, adem¨¢s, est¨¢n los verdes, que no se sabe a ciencia cierta cu¨¢ntos son, aunque s¨ª est¨¢ claro que operan bajo el lema unamuniano de "contra esto y contra aquello". Ser¨ªa digno de saberse cual es su capital electoral, y si ¨¦ste compensa el pavor que suscita la espada flam¨ªgera de sus cr¨ªticas. Que sus prop¨®sitos sean plausibles no es ¨®bice para que se hayan convertido en una piedra al cuello de los partidos con los que se coaligan. El ecologismo, incuestionable como instancia moral y fiscalizadora, ha de demostrar todav¨ªa que es un buen socio para ganar en las urnas. A lo peor nos falta madurez democr¨¢tica o conciencia medio ambiental, pero la realidad es que la izquierda habr¨¢ de reformular sus propuestas verdes.
Y un aviso para navegantes. Mientras la izquierda asimila su tropiezo, busc¨¢ndose a s¨ª misma, y el nacionalismo acaba de tropezar en la piedra de siempre, ya hay profetas de la llamada convergencia valenciana que buscan un lugar bajo el manto del autonomismo. La mejor manera de aplazar sine die la alternativa al PP.
FLORACI?N DE ?NTIMOS
No pocos observadores del traj¨ªn pol¨ªtico valenciano han tenido la oportunidad de constatar estos d¨ªas la ins¨®lita cantidad de amigos ¨ªntimos, de toda la vida, que han aflorado en torno al presidente electo, Francisco Camps. No diremos que sean oportunistas y aduladores, pues sin duda que los hay sinceros y ciertos, pero resulta llamativa esta eclosi¨®n similar a la de polilla que hemos padecido. El molt honorable sabr¨¢ distinguir el grano de la paja, pues seguramente ¨¦l es el primer sorprendido, cuando hace tan solo unas semanas eran tan raras las personas que pod¨ªan decir cuatro palabras acerca del candidato. El poder y sus lambiscones.
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