Juez y parte durante la guerra
Franciscanos con fusiles debajo de las sotanas, sacerdotes de pueblo que arengaban a los soldados en su lucha contra los "moros infieles" y una jerarqu¨ªa que, salvo excepciones, mir¨® para otro lado en la ¨¦poca de delirios de grandeza nacionalista del fallecido presidente Franjo Tudjman dibujaron buena parte del paisaje del catolicismo de Croacia durante las guerras en los Balcanes, entre 1991 y 1995.
Cuando el comunismo dej¨® de ser el sustantivo que impregnaba todo en la antigua Yugoslavia, los adjetivos religiosos y nacionalistas ocuparon el lugar del nombre propio. Los conflictos yugoslavos no fueron b¨¢sicamente de origen religioso, pero algunos l¨ªderes espirituales pudieron haber aliviado la mayor tragedia que se ha vivido en suelo europeo desde la II Guerra Mundial. Y el Vaticano, con Juan Pablo II a la cabeza, fue juez y parte en el drama cuando se apresur¨® a reconocer la independencia de Croacia en 1991 o cuando se mostr¨® bastante contemporizador con los excesos de los croatas ultracat¨®licos, en especial en Bosnia, que dec¨ªan "defender la frontera cristiana".
El Papa respald¨® al r¨¦gimen de Tudjman en un viaje apote¨®sico a Zagreb en 1994, en pleno conflicto. Pero, en cambio, muchos cat¨®licos le reprocharon que no viera la oportunidad, hasta bien entrada la posguerra, de acudir al Sarajevo sitiado y lanzar un mensaje de reconciliaci¨®n entre los serbios ortodoxos, los bosnios musulmanes y los croatas cat¨®licos.
Por ello, cobra su relieve el llamamiento de Juan Pablo II a la tolerancia y al di¨¢logo, durante su actual viaje a Croacia. Aunque llegue tarde, m¨¢s vale tarde que nunca.
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