El matrimonio de conveniencia de Blair y Brown
En Espa?a ser¨ªa muy dif¨ªcil imaginar que Felipe Gonz¨¢lez o Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar fueran incapaces de meter a Espa?a en el euro simplemente porque Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes o Rodrigo Rato estuvieran en contra o dijeran "todav¨ªa no". Pero el Reino Unido es diferente. Y, sobre todo, Tony Blair y Gordon Brown son diferentes.
Blair y Brown formaron el ticket triunfante del Nuevo Laborismo en 1994, en una c¨¦lebre cena en el restaurante Granita, en Islington, el bohemio barrio del norte de Londres donde viv¨ªa el ahora primer ministro. Esa noche pactaron las l¨ªneas maestras del acuerdo que les permiti¨® concurrir juntos al liderazgo laborista tras la repentina muerte de John Smith.
Gordon Brown se consideraba a s¨ª mismo el sucesor designado de Smith, pero Tony Blair se movi¨® con m¨¢s habilidad y tuvo a su favor un arma fundamental: las encuestas le se?alaban como un l¨ªder m¨¢s atractivo para el electorado brit¨¢nico. Desde entonces se ha dado por cierto que Brown cedi¨® el liderazgo a Blair y ¨¦ste le otorg¨® el pleno control de la pol¨ªtica econ¨®mica; que ambos pactaron retrasar el ingreso en el euro hasta la segunda legislatura; que Brown apoyar¨ªa el ingreso y Blair le dejar¨ªa a cambio la silla de primer ministro en la segunda legislatura.
Desde aquel d¨ªa, el destino de ambos pol¨ªticos es inseparable. Blair no puede ganar el refer¨¦ndum del euro si Brown no apoya el ingreso. Y Brown dif¨ªcilmente conseguir¨ªa el liderazgo laborista si Blair apoyara a otro candidato.
Pero ambos pol¨ªticos se han distanciado mucho desde aquella cena en Granita. El joven y dubitativo Blair se ha convertido en un l¨ªder de talla mundial, ha demostrado tener un carisma extraordinario y a menudo pierde la paciencia con los ataques de malas pulgas de un Brown al que acusa de refugiarse en los despachos del Tesoro y desaparecer de la escena p¨²blica cada vez que hay una crisis. Y hay una crisis cada tres semanas. Brown cree que Blair es superficial, que no es un aut¨¦ntico laborista, que no cree como ¨¦l en la lucha contra la pobreza y, por encima de todo, que es peor que ¨¦l. En todo.
Tras varios meses de rumores anunciando por fin un divorcio de esta extra?a pareja, la guerra de Irak parece haberles unido de nuevo. Dice la prensa que Brown se comprometi¨® a apoyar la intervenci¨®n en Irak si Blair aceptaba retrasar el ingreso en el euro. Esta vez, ambas partes han cumplido el pacto.
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