La defensa de Trillo
El Ministerio de Defensa intent¨® ayer minimizar la importancia del informe del jefe del contingente espa?ol para Afganist¨¢n, teniente coronel Solar, sobre las condiciones en que se realiz¨®, en enero pasado, el traslado de esas tropas. Ayer se supo que ese militar envi¨® un segundo informe tras el regreso de una parte del contingente, d¨ªas antes del accidente que el pasado d¨ªa 26 cost¨® la vida a 62 militares, entre ellos al autor de los dos escritos. Lo m¨¢s inquietante es que entre ambos informes nadie investig¨® las irregularidades sobre las que alertaba. Aunque m¨¢s grave ser¨ªa que, efectivamente, como asegur¨® Trillo la semana pasada, no se "tuviera constancia" de las quejas.
Defensa puntualizaba ayer que el informe de enero no se refer¨ªa a la seguridad, sino al "catering, pel¨ªculas a bordo y al tiempo de retraso en los repostajes del avi¨®n". El tono, adem¨¢s de desde?oso para el autor del informe, es revelador de una cierta doblez, es decir, voluntad de ocultar sin que se note: aparte de que se sirviera la cena a las nueve de la ma?ana, que el avi¨®n tuviera que regresar a Lisboa para repostar o que no se contase con permiso para sobrevolar Turqu¨ªa -factores que retrasaron la hora de llegada a despu¨¦s de la autorizada para aterrizar en Kabul- no son dos an¨¦cdotas sin importancia, sino factores de riesgo potencial que se unen a otros datos conocidos sobre las condiciones deficientes de algunos de los aviones.
El informe del teniente coronel solicitaba que, en adelante, el jefe del contingente conociera las condiciones exactas del contrato de transporte de tropa. Para no encontrarse, por ejemplo, con que 15 de las 18 plazas de clase preferente estuvieran ocupadas por "personal civil desconocido", como indicaba el teniente coronel. En su comparecencia de la semana pasada, el ministro Trillo asegur¨® que las ¨²nicas quejas recibidas se refer¨ªan a "problemas de organizaci¨®n o repostaje", sin que exista constancia ninguna sobre "la seguridad de los vuelos". Es una afirmaci¨®n demasiado sinuosa porque, aunque no hubiera denuncias espec¨ªficas de inseguridad, los problemas organizativos o la falta de combustible en un traslado de militares son factores que sin duda afectan a la seguridad.
La estrategia del Gobierno, ya ensayada con el Prestige, consiste en plantear el debate en t¨¦rminos de si existe o no una responsabilidad directa de los gobernantes en el siniestro; de forma que si no se demuestra tal responsabilidad no hay responsabilidad alguna. La muerte de 62 militares es un hecho muy grave (el n¨²mero de bajas norteamericanas en la guerra de Afganist¨¢n fue de 37) que obliga a dilucidar no s¨®lo las causas inmediatas del accidente, sino si han existido factores evitables que han podido favorecer o hacer menos improbable esa desgracia. Nadie ha planteado otro tipo de responsabilidades, pero las derivadas de una gesti¨®n desastrosa no podr¨¢n esquivarse con restricciones mentales: hubo se?ales de alerta bien claras que no fueron atendidas.
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