Las carencias de la asistencia psiqui¨¢trica infantil
Dos de cada tres menores con trastornos mentales no son atendidos por un especialista
Patricia tiene s¨®lo 11 a?os cuando comienza a escuchar voces que le dicen: "Eres mala, todo lo haces mal". Poco despu¨¦s las voces dan paso a im¨¢genes de un grupo de hombres que transporta un ata¨²d y nubes que lloran. Todo est¨¢ en su cabeza, pero ella lo vive como algo muy real, por lo que se vuelve irritable y comienza a aislarse de los dem¨¢s. El pediatra remite a Patricia a una psic¨®loga, que intenta un tratamiento psicoter¨¢pico. Pasan varios meses y la ni?a empeora. Otro profesional le diagnostica una esquizofrenia infantil, medic¨¢ndola en consecuencia sin conseguir buenos resultados. Nadie es capaz de determinar qu¨¦ le ocurre a la peque?a. Al final, sus padres la llevan al servicio de psiquiatr¨ªa y psicolog¨ªa infantil y juvenil del hospital Cl¨ªnico de Barcelona, donde le diagnostican una depresi¨®n psic¨®tica. Tras dos meses de tratamiento con antidepresivos la peque?a vuelve a ser la que era.
El mal tratamiento de los trastornos infantiles aumenta la patolog¨ªa mental en adultos
Espa?a tiene la mitad de los especialistas en psiquiatr¨ªa infantil que recomienda la OMS
El peregrinaje de Patricia no es una excepci¨®n. Muchos de los ni?os y adolescentes que padecen alg¨²n trastorno psiqui¨¢trico deambulan por las consultas antes de hallar un diagn¨®stico y un tratamiento definitivos. La mayor¨ªa se perder¨¢ por el camino. Los expertos calculan que el 15% de la poblaci¨®n menor de 20 a?os sufre alg¨²n trastorno mental y que s¨®lo uno de cada tres recibe asistencia efectiva. La principal causa es, seg¨²n los profesionales, la escasa atenci¨®n que el sistema sanitario presta a la psiquiatr¨ªa de la infancia y la adolescencia, que se refleja en la escasez de estudios sobre la incidencia de las enfermedades mentales infantiles en Espa?a.
En 1999, un estudio sobre 31 pa¨ªses europeos situaba a Espa?a en ¨²ltimo lugar por n¨²mero de psiquiatras infantiles, detr¨¢s de Croacia, Serbia y Ucrania. La distancia con Suiza, el pa¨ªs mejor situado, era espectacular: all¨ª, un especialista por cada 5.300 menores; aqu¨ª, uno por cada 52.950. La OMS aconseja un m¨ªnimo de un psiquiatra y un psic¨®logo por cada 25.000 habitantes menores de 18 a?os. "En estos a?os la situaci¨®n ha cambiado, pero a peor", ironiza Jos¨¦ Luis Pedreira, psiquiatra infantil del hospital Universitario Pr¨ªncipe de Asturias, de Alcal¨¢ de Henares.
Aunque en junio 1995 la Comisi¨®n de Sanidad y Consumo del Congreso de los Diputados aprob¨® una proposici¨®n no de ley para reconocer la especialidad m¨¦dica de psiquiatr¨ªa infantil, el reconocimiento no se ha hecho efectivo todav¨ªa. El resultado: pocos hospitales espa?oles cuentan con unidades o servicios espec¨ªficos de psiquiatr¨ªa infantil y juvenil y no abundan los especialistas. Y por eso los menores y sus padres se las ven y se las desean para encontrar d¨®nde hallar un remedio al trastorno que sufren. "Los casos m¨¢s graves, como los de esquizofrenia, s¨ª que suelen encontrar un diagn¨®stico inmediato. El problema est¨¢ con los trastornos menos evidentes, que pasan hasta por tres especialidades de un hospital antes de llegar al lugar indicado", explica Jos¨¦ Toro, del servicio de psiquiatr¨ªa y psicolog¨ªa infantil y juvenil del hospital Cl¨ªnico de Barcelona.
?se es el caso de Carlos, un ni?o de ocho a?os que un d¨ªa comenz¨® a mostrarse irritable y a gritar sin un motivo claro. La situaci¨®n familiar se hac¨ªa insostenible. En una cl¨ªnica privada se le diagnostic¨® un "problema de celos" con su hermano de tres a?os, pero la psicoterapia a la que se le someti¨® durante meses no mejor¨® la situaci¨®n. En otro centro se?alaron que el origen del trastorno radicaba en la relaci¨®n con los padres y que los gritos no eran m¨¢s que una forma de "llamar la atenci¨®n". Los padres de Carlos no creyeron que esta hip¨®tesis explicara el comportamiento exagerado de su hijo y acudieron al hospital Cl¨ªnico de Barcelona, donde se le diagnostic¨® un s¨ªndrome de Tourette, en el que los gritos eran tics f¨®nicos normales. Con un tratamiento adecuado el trastorno qued¨® controlado.
"Son muchos los trastornos que no se diagnostican o que no se diagnostican a su debido tiempo. Algo que forma parte del grav¨ªsimo retraso que arrastra este pa¨ªs en la organizaci¨®n asistencial de la psiquiatr¨ªa infantil", advierte Jos¨¦ Toro. Un retraso de graves efectos, pues los trastornos mentales en la infancia son, seg¨²n lo expertos, como el c¨¢ncer: si se detectan a tiempo mejora el pron¨®stico. "Teniendo nuestra especialidad una funci¨®n preventiva de trastornos de adultos, el infradiagn¨®stico o diagn¨®stico err¨®neo de ni?os provoca el incremento de la psicopatolog¨ªa en el adulto, habitualmente m¨¢s estructurada, cristalizada, cronificada y de abordaje m¨¢s dif¨ªcil y costoso", explica Javier San Sebasti¨¢n, jefe de la unidad de psiquiatr¨ªa infanto-juvenil del hospital Ram¨®n y Cajal, de Madrid.
Pero la diligencia en la atenci¨®n de los menores con enfermedades mentales no es s¨®lo necesaria para prevenir los trastornos en los adultos, sino tambi¨¦n porque se trata de pacientes en edad de formaci¨®n y los desequilibrios de la enfermedad pueden hacer estragos en su proceso de socializaci¨®n. "Un ni?o o adolescente con un trastorno psiqui¨¢trico presenta en cada momento los s¨ªntomas de su trastorno m¨¢s las consecuencias de haberlo padecido a lo largo de una ¨¦poca cr¨ªtica de su vida. Sus relaciones familiares, su adaptaci¨®n social, sus aprendizajes acad¨¦micos y su autoimagen no van a ser iguales con trastorno que sin ¨¦l, con un trastorno prolongado que con uno abreviado", advierte Jos¨¦ Toro.
Algo as¨ª estuvo a punto de ocurrirle a Jorge, un chico de 13 a?os aquejado de un trastorno esquizoafectivo. Condenado a sucesivos tr¨¢nsitos por hospitales de d¨ªa y sin perspectivas de formaci¨®n acad¨¦mica, obtuvo en la unidad de psiquiatr¨ªa infanto-juvenil del hospital Ram¨®n y Cajal, de Madrid, el diagn¨®stico preciso y hoy est¨¢ a punto de entrar en la universidad.
Aunque en Espa?a hay cerca de nueve millones de personas menores de 19 a?os, los programas educativos de las facultades de medicina no contemplan las enfermedades psiqui¨¢tricas que les afectan. "El programa del MIR cubre los trastornos mentales de adultos: drogodependencias, enfermedades cr¨®nicas y las propias de la tercera edad. Nada de ello tiene que ver con los problemas de un ni?o o un adolescente", se?ala Jos¨¦ Luis Pedreira, psiquiatra infantil del hospital Universitario Pr¨ªncipe de Asturias, de Alcal¨¢ de Henares. Ra¨²l Garc¨ªa, especialista en psiquiatr¨ªa del ni?o y del adolescente y miembro del equipo de salud mental de Alcobendas y San Sebasti¨¢n de los Reyes, subraya la necesidad de emigrar para especializarse.
Precisamente la formaci¨®n es el aspecto en el que se debe incidir para mejorar la situaci¨®n de la psiquiatr¨ªa infantil, seg¨²n los profesionales. "Los m¨¦dicos de atenci¨®n primaria detectan el 50% de los casos que reciben y de ellos s¨®lo derivan a los especialistas el 50%. Esto tiene que cambiar", sentencia Jos¨¦ Luis Pedreira.
Psicof¨¢rmacos para tapar las carencias
Si no hay psiquiatras para la infancia y la adolescencia, la salud mental de los menores queda en manos de pediatras y psiquiatras generalistas. Pero los trastornos infantiles requieren un abordaje distinto dadas las especificidades del enfermo. El paciente psiqui¨¢trico infantil y juvenil es distinto del adulto y precisa una pauta de tratamiento diferenciada, ya que est¨¢ en constante evoluci¨®n, lo que modifica la farmacocin¨¦tica y la farmacodin¨¢mica, y responde a los psicof¨¢rmacos de un modo diferente al adulto.
Otra diferencia fundamental con respecto a los adultos es que las dificultades de verbalizaci¨®n de las experiencias por parte del menor requieren una inversi¨®n extra de tiempo para establecer el diagn¨®stico. "El ni?o, sobre todo el m¨¢s peque?o, no suele ser capaz de articular un discurso verbal descriptivo de su sintomatolog¨ªa y, con frecuencia, se muestra temeroso y poco colaborador, cuando no totalmente opuesto al proceso", explica Javier San Sebasti¨¢n, jefe de la unidad de psiquiatr¨ªa infanto-juvenil del hospital Ram¨®n y Cajal, de Madrid. Adem¨¢s, el tratamiento del trastorno mental de los menores suele implicar la participaci¨®n de los familiares, algo no tan com¨²n en los adultos.
Estos obst¨¢culos suelen llevar a los profesionales no especialistas a tomar el camino m¨¢s r¨¢pido: la prescripci¨®n directa de psicof¨¢rmacos, con el evidente aumento de los costes sanitarios. "La posibilidad de prescribir psicof¨¢rmacos a un ni?o con un trastorno mental depende del profesional al que acude. Si es un m¨¦dico de familia la posibilidad es de un 34%, que desciende s¨®lo hasta el 30% si se trata de un psiquiatra general. En cambio, el descenso es muy manifiesto si acude a un psiquiatra infantil, que los receta s¨®lo entre un 10% y un 15% de los casos", afirma Jos¨¦ Luis Pedreira, psiquiatra infantil del hospital Pr¨ªncipe de Asturias, de Alcal¨¢ de Henares.
Jos¨¦ Toro, del servicio de psiquiatr¨ªa y psicolog¨ªa infantil y juvenil del hospital Cl¨ªnico de Barcelona, lamenta que los adolescentes con alguna enfermedad psiqui¨¢trica que requiere un internamiento prolongado en un centro especial se ven obligados a convivir con adultos enfermos a causa de la falta de unidades de hospitalizaci¨®n completa aut¨®nomas espec¨ªficas para menores. "Quiz¨¢ el problema de estos chicos es que no votan", apunta.
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