Corrupci¨®n contra ilusi¨®n
Escuchaba ayer con atenci¨®n a dos grandes juristas discutir sobre la sentencia del Supremo y el Parlamento vasco; sin pol¨ªtica por su parte, y aun dejando a un lado las cuestiones de error o acierto de cada parte: y es que creen que est¨¢n en un Estado de Derecho, escrito sea con las equ¨ªvocas may¨²sculas. Comprendo esta situaci¨®n, como la de quienes creen en Dios y obedecen a la Iglesia: si no, no les quedar¨ªa nada. No les voy a convencer de que en la Nada se est¨¢ tan a gusto. Se ven pasar tr¨¢nsfugas, traidores, ineptos, compradores de votos y esca?os, pol¨ªticos que despiden embarazadas porque no est¨¢n casadas con el padre; se ve el votante herido, enga?ado. "Por esto", dir¨ªa yo, se?alando la Asamblea de Madrid, a quien me pregunta por qu¨¦ no voto. Ya s¨¦ que no tengo raz¨®n: estoy temiendo que en las elecciones generales la izquierda no vote, porque piense que es in¨²til, y que la corrupci¨®n devora la ilusi¨®n. Para no votar hay que perderla antes; y tambi¨¦n en el Estado de Derecho, y en las autonom¨ªas y los parlamentos, ayuntamientos, comunidades, diputaciones o lo que sea. Y en la Ley y en la ley. En la Justicia y en la justicia.
?Corrupci¨®n? El caballeroso partido socialista, bendita sea su inocencia, no pronuncia la palabra, porque ser¨ªa mal correspondida por el Estado de Derecho. No se va a decir que el PP haya comprado a los diputados conflictivos, porque podr¨ªa ser una calumnia: a menos que lo demuestren, y no s¨¦ si ya estar¨¢n contratando a la Agencia Pinkerton para que averig¨¹e algo. Trato de decir que "corrupci¨®n" no es s¨®lo pago en dinero, o entrega de obras a constructores amigos, o de doncellas para la cama solitaria, sino una perversi¨®n moral. El que vende a su partido en el ¨²ltimo momento es un corrupto. Moral, claro. ?tico.
Otro gran y querido compa?ero, Ridao, separaba en la SER la ¨¦tica de la pol¨ªtica. Es discutible. Se puede creer que los bastidores internos del poder ignoran la ¨¦tica, y que Roma no cesa de pagar traidores, y que "esto es as¨ª", como decimos tantos: pero en la democracia hay una base ¨¦tica, y muchos de los que la desean, o la defend¨ªan, y muchos de los que se inclinan a la izquierda, hasta a la que se considera indeseable, lo hacen por ¨¦tica: su clase social vivir¨ªa mejor en una burgues¨ªa segura y remunerativa. Pero no lo aceptan: por ¨¦tica, por moral. Laicas, naturalmente.
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