La belleza es el mensaje

Acompa?ado s¨®lo de su guitarra, se acerca al micro. De sus cuerdas empieza a manar el misterio que hace cien a?os compuso Erik Satie para piano. Las sobrecogedoras notas de la primera de las dos Gnossiennes del compositor franc¨¦s, le ha servido a Javier Ruibal para poner a bailar a su Flor de Estambul, una de las piezas m¨¢s m¨¢gicas de su repertorio.

Tras los aplausos, Ruibal hace entrar a sus m¨²sicos. Ruibal es asiduo a los bares de la capital, pero nunca ha tocado en Madrid en un teatro serio. Est¨¢ lleno. Y hay diferencias -s¨®lo formales- entre el Ruibal que se degusta entre copas y el que se sigue desde una butaca. Aunque le pongan una escenograf¨ªa que parece un atardecer del desierto, ¨¦l es poes¨ªa y evocaci¨®n. Canciones que llevan de Estambul a Par¨ªs y viajes que suenan como el canto de los juglares que ¨¦l rescata. Para la ocasi¨®n lleva un bajista, un genio de la bater¨ªa y un chirriante viol¨ªn -las diferencias formales-, pero Ruibal no depone su actitud. Con su inseparable Tito Alcedo al lado, Ruibal le canta sobre todo al amor m¨¢s carnal, pero como un nuevo Midas, todo lo que toca lo convierte en belleza.